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El Índice de Precios al Consumidor de Alemania y España registró otra cifra a la baja en marzo, lo que dio mayores indicios de que las presiones inflacionarias continuarán disminuyendo a lo largo de este año.
En el caso de Alemania, la mala noticia radicó en que la inflación (armonizada para compararla con otros países de la Unión Europea) a pesar de disminuir, se ubicó por encima del pronóstico con una cifra de 7.8% anual frente al consenso de los expertos que estimaron 7.5 por ciento.
“Todavía hay pocos signos, si es que hay alguno, de algún proceso desinflacionario fuera de los precios de la energía y las materias primas”, dijo Carsten Brzeski, jefe global de macro de ING.
“No hablaré de una tendencia inversa de febrero a marzo, pero el declive es fuerte”, mencionó ayer el ministro de Economía alemán, Robert Habeck.
La disminución de la tasa de inflación se debió en su totalidad a una desaceleración de los precios de la energía, que aumentaron 3.5% en comparación con marzo del 2022, cuando el impacto de la guerra en Ucrania provocó un enorme aumento en los costos del petróleo y el gas.
Por su parte, España experimentó una fuerte ralentización, para ubicarse en 3.3% anual, debido también al marcado retroceso de los precios de la electricidad y los carburantes.
La cifra, que debe ser confirmada posteriormente, es “más de dos puntos y medio por debajo de la registrada en febrero” (cuando registró 6%), señaló el Instituto Nacional de Estadística (INE) en un comunicado.
El Índice de Precios de Consumo Armonizado, también retrocedió con fuerza, tres puntos, para quedar en 3.1 por ciento.
La inflación subyacente, que no tiene en cuenta algunos precios como el de la energía y que corrige variaciones estacionales, se mantuvo en 7.5% anual, una décima menos que en febrero.