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¿Los que innovan tienen miedo? Las claves para superar las emociones que paralizan

Premio Innovación; Eventos LA NACION; Comunidad de Negocios; economía
Fabián Malavolta

¿Cuáles son las emociones que traban los procesos de innovación? ¿Es realmente ‘malo’ tener miedo o se trata de un paso más del proceso? ¿Cómo se enfrenta? En busca de darle una solución a estas preguntas, Estanislao Bachrach, PhD en biología molecular y profesor full time de la Universidad Torcuato Di Tella, explicó algunos de los secretos del cerebro humano y dio consejos sobre cómo ganarle a estas emociones “poco placenteras”.

“Cuando uno lidera un equipo o se propone generar ideas para un proceso de innovación es muy difícil. Se tiene mucha presión, tensión, angustia. No es fácil pensar ideas que agreguen valor y sean nuevas. Cuando te ponen limitante de dinero o tecnología, es dificilísimo, nadie puede pensar algo así”, señaló.

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Durante su exposición en los Premios a la Innovación, evento organizado por LA NACION, el experto señaló que el concepto de innovar tiene un centenar de definiciones diferentes. No obstante, todas tienen dos características en común: por un lado, que se trata de un proyecto novedoso y, por el otro, que suma o agrega valor.

A la par, cada organización tiene un método para llevar adelante sus procesos de innovación. Y si bien cada una es un mundo, algunas etapas se comparten. En primer lugar, el preguntarse para qué se quiere innovar. Luego, investigar y entender qué se quiere, qué hace la competencia, qué quiere el cliente. Después, el “paso más divertido”, que es la lluvia de ideas para resolver un problema puntual. En cuarto lugar, elegir algunos de esos aportes para desarrollarlos. Finalmente, poner a prueba el prototipo para ver si funciona o “matar la idea”.

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“Dentro de ese proceso, la biología ha tratado de entender cómo usamos la cabeza en cada una de las etapas. Y si bien no hay áreas del cerebro que estén identificadas geográficamente en el proceso de innovación (se terminó el mito del lado derecho e izquierdo del cerebro), sí hay palabras claves que muestran que a lo largo del proceso de innovación usamos distintas partes del cerebro”, agregó.

Premio Innovación; Eventos LA NACION; Comunidad de Negocios; economía
Fabián Malavolta


Estanislao Bachrach, Phd en biología molecular y profesor full time de la Universidad Torcuato Di Tella, explicó que hay que poner en palabras lo que sentimos para bajar la intensidad emocional (Fabián Malavolta/)

Allí también se dan diferentes pasos. Primero, la capacidad de transformar, el dejar de quejarse para pensar en una idea y transformar eso que no está funcionando para solucionarlo. Segundo, una etapa de absorción, el entender por qué y para qué se está haciendo. El tercer paso es el de soñar, imaginar proyectos y soluciones “absolutamente fantásticas”. Por último, evaluar y razonar.

“En ese proceso, cuando innovar tiene que ver con el cambio, la pregunta válida para hacerse es qué le pasa a las persona frente a momentos de incertidumbre. Es muy normal sentirse amenazados, se enciende un área del cerebro que es inconsciente, no tenemos el control, es un área intuitiva y antigua. Este incendio dispara emociones poco placenteras, mal llamadas por la sociedad como ‘negativas’. Tenemos a pensar que el miedo es malo, la tristeza es mala o la frustración es mala. Pero son emociones, ni buenas ni malas”, sostuvo Bachrach.

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Como consecuencia de esas emociones, se desatan otras sensaciones. Los nervios, el miedo, la angustia y la ansiedad. Algo que se termina convirtiendo en contraproducente: a mayor intensidad emocional, se piensa con menos claridad. “Se empieza a pensar y performar peor, eso baja la moral. Se forma un círculo”, resumió.

Pero no todo está perdido. Se puede salir de ese círculo siempre y cuando se entiendan y clasifiquen las emociones, para así poder bajar sus intensidades. “Al ponerlo en palabras, se baja la intensidad emocional y sube la claridad de los pensamientos. Tenemos más chances de ser creativos. Después, reinterpretar la información y pensarlo como una oportunidad y no como amenaza”, dijo Bachrach.

No es posible no tener miedo a la hora de innovar. Pero sí se puede bajar esa intensidad emocional y avanzar de todas formas, no quedarse paralizado. Según el experto, se trata del coraje. “Hay que salir de la fantasía de que los que innovan no tienen miedo”, insistió.