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Para el intercambio de prisioneros Griner-Bout, Putin usó su método favorito: infligir el mayor daño posible

Momento en que intercambian los prisioneros en un aeropuerto de Abu Dhabi.
Momento en que intercambian los prisioneros en un aeropuerto de Abu Dhabi. - Créditos: @-

El presidente ruso Vladimir Putin quiere aplicar en su guerra en Ucrania la misma estrategia que el jueves le permitió asegurar la libertad de un importante comerciante de armas ruso: infligirles tanto daño como sea posible a los gobiernos occidentales para forzarlos, eventualmente, a llegar a un acuerdo.

El Kremlin presionó durante más de una década para conseguir la liberación de Viktor Bout, condenado en 2011 por conspirar para asesinar a ciudadanos norteamericanos y preso desde entonces en una cárcel de Estados Unidos. Pero recién este año, con el arresto en el aeropuerto de Moscú de la estrella del básquet femenino norteamericano Brittney Griner, Putin tuvo la herramienta de presión para salirse con la suya.

El jueves, las voces pro-Kremlin celebraron como una victoria la liberación de Bout en un intercambio de prisioneros por la deportista Griner, señal de que más allá de sus ganas de castigar a Rusia por la invasión a Ucrania, Estados Unidos seguirá sentándose a la mesa cuando estén en juego intereses norteamericanos que considera cruciales. “¡Rusia negoció desde una posición de fuerza, camaradas!”, escribió en Telegram la diputada Maria Butina, que también estuvo presa en una cárcel de Estados Unidos.

Varias personas colectan agua del río Dniéper en Kherson, Ucrania, el 15 de noviembre de 2022.
Varias personas colectan agua del río Dniéper en Kherson, Ucrania, el 15 de noviembre de 2022.

Tras una serie de reveses militares en el campo de batalla, la nueva estrategia de Putin para Ucrania se parece mucho a los mecanismos que puso en marcha para lograr el regreso de Bout a Moscú. Ahora Putin bombardea la infraestructura energética ucraniana, tomando así al pueblo de rehén con la intención de quebrar el ánimo nacional.

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La táctica amenaza con desatar una nueva ola de refugiados en la Unión Europea (UE), mientras Putin recurre a otra palanca económica ya conocida: estrangular sus exportaciones de gas, apostando a que después de haber mostrado un apoyo a Ucrania más unánime del que el mandatario ruso esperaba, Occidente finalmente se canse del conflicto y de sus lesivos efectos económicos.

No hay garantías de que la estrategia vaya a funcionar. Aunque el presidente norteamericano, Joe Biden, concedió liberar a Bout, no ha mostrado la menor intención de flaquear en su apoyo a los ucranianos. Y los aliados europeos de Estados Unidos, si bien enfrentan algunas presiones políticas y económicas internas para hacer concesiones con Rusia, siguen firmes en su decisión.

Frente a esa solidaridad de Occidente, esta semana Putin señaló repetidamente que está dispuesto a seguir peleando, a pesar de los humillantes retrocesos en el territorio, del número de bajas rusas —más de 100.000, calcula Estados Unidos—, y las sanciones cada vez más amplias de Occidente. El miércoles, Putin advirtió que la guerra “podría ser un largo proceso”. Y en la ceremonia de condecoración de soldados del jueves en el Kremlin, Putin repitió, falsamente, que quien estaba llevando a cabo un “genocidio” era el gobierno de Ucrania, y dio a entender que los ataques rusos contra la infraestructura energética no se detendrán.

“Si respondemos con el más mínimo movimiento, hay estruendo y clamor en todo el universo”, dijo Putin con una copa de champán en mano, en declaraciones transmitidas por la televisión estatal. “Pero eso no impedirá que cumplamos con nuestras misiones de combate”.

Putin no hizo referencias al intercambio de prisioneros, pero en el contexto de la guerra de Ucrania, hubo un claro trasfondo de alarde en Moscú: para sus partidarios, Putin sigue siendo un hombre de diálogo, dispuesto a negociar sobre Ucrania siempre y cuando Occidente no obstaculice su objetivo de poner al país bajo su órbita y apoderarse de parte de su territorio.

“Está diciendo que está listo para negociar”, interpreta Tatiana Stanovaya, analista política que estudia el gobierno de Putin. “Pero al mismo tiempo el mensaje para Occidente es: Ucrania es nuestra.”

El jueves, cuando le preguntaron cuándo podría terminar la guerra, Dimitri Peskov, vocero de Putin, insinuó que Rusia todavía está esperando que el presidente ucraniano Volodimir Zelensky acepte algún tipo de trato: “El que sabe cuándo puede terminar la guerra es Zelensky. Si hubiera voluntad, la guerra terminaría mañana mismo”.

“Primero te dan la trompada en la cara y a continuación te preguntan si querés negociar: el estilo de negociación ruso es ese”, dice Jeremy Shapiro, exfuncionario del Departamento de Estado norteamericano y actual director de investigaciones del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, un grupo de expertos. “Y Los estadounidenses responden: Me acabás de trompear, queda claro que no querés negociar.”

Sin embargo, las negociaciones sobre algunos temas siguieron incluso cuando Rusia redobló sus ataques con misiles, conversaciones que contaban con el beneplácito de Putin a pesar de las críticas ocasionales de los partidarios más duros de la guerra.

En septiembre, los blogueros proguerra de Rusia se enfurecieron cuando Putin accedió a otro intercambio de prisioneros de alto perfil: los comandantes del Batallón Azov —una fuerza de combate nacionalista del ejército ucraniano que ganó celebridad por su feroz defensa de una planta siderúrgica—, a cambio de un amigo de Putin, el político ucraniano Viktor Medvedchuk. Otros han criticado como una “concesión indebida” el acuerdo de Putin para permitir la salida de las exportaciones de granos ucranianos a través del Mar Negro.

En esta imagen difundida por la oficina de prensa del Ministerio del Interior de Ucrania, el oficial de Azov Sviatoslav Palamar, quien fue liberado en un intercambio de prisioneros entre Rusia y Ucrania, habla por teléfono, el miércoles 21 de septiembre de 2022, en Ankara, Turquía. (Ukrainian Interior Ministry Press Office via AP)
En esta imagen difundida por la oficina de prensa del Ministerio del Interior de Ucrania, el oficial de Azov Sviatoslav Palamar, quien fue liberado en un intercambio de prisioneros entre Rusia y Ucrania, habla por teléfono, el miércoles 21 de septiembre de 2022, en Ankara, Turquía. (Ukrainian Interior Ministry Press Office via AP)

Y también continuaron las conversaciones sobre el intercambio de Bout por la basquetbolista Griner. A primera vista, el intercambio parecía impracticable, dada la abismal disparidad en la gravedad de sus delitos: uno de los mayores traficantes de armas del mundo y una estrella del baloncesto estadounidense que fue detenida por viajar con cartuchos de vapeo que contenían aceite de cannabis.

Pero Biden demostró estar dispuesto para invertir capital político para asegurar la libertad de Griner, y el Kremlin, por su lado, buscaba la liberación de Bout desde hacía mucho tiempo.

“Sabemos que el Kremlin ha intentado de ayudar a Bout durante años”, dice Andrei Kortunov, director general del Consejo de Asuntos Internacionales de Rusia, un centro de investigaciones cercano al gobierno ruso. “Para el Kremlin, Bout también se ha convertido en una especie de símbolo.”

Pero algunos analistas creen que la decisión de liberar a Bout entraña riesgos, porque podría alentar a Putin a tomar otros rehenes, y porque además transmite el mensaje de que la estrategia de causar daño para luego obtener concesiones sigue dando frutos.

Por Anton Troianovski y Valerie Hopkins

(Traducción de Jaime Arrambide)