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Internet en el Ártico: la batalla por conquistar este remoto territorio

En la helada región del Ártico canadiense tiene lugar una batalla de alta intensidad relacionada con el control de internet. La disposición de Huawei a invertir en infraestructura que lleve internet de alta velocidad al norte de Canadá ha elevado la preocupación de que este regalo de China sea en realidad un Caballo de Troya.

¿Quieres ver el último éxito viral de YouTube? ¿Transferir dinero online? ¿Hacer una videollamada con tu abuela? Esto no es del todo posible para los 7500 habitantes de la ciudad canadiense de Iqaluit, que se encuentra a poco más de 300 km del Círculo Polar Ártico.

La conexión a internet es "todavía es muy frágil, cualquier contratiempo puede provocar un corte masivo con el que la gente ya no puede enviar o recibir correos electrónicos, no puede sacar dinero del cajero automático, ni comprar gasolina o comida en la tienda", dice la alcaldesa Madeleine Redfern.

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Iqaluit no es el único lugar que espera para conseguir un ancho de banda potente y fiable. Según el gobierno canadiense, alrededor de 5,4 millones de personas, o el 15% de la población, no tienen internet de alta velocidad. La mayoría de ellos viven en el norte del país o en zonas rurales remotas.

Durante décadas, la inversión de las compañías para construir infraestructuras digitales en zonas rurales y remotas se ha retrasado. Esto significa que, aunque el resto del país se ha sumado con fuerza a la era digital, lugares como Iqaluit se han quedado muy atrás.

Solucionar el problema se ha convertido en una promesa clave en la campaña del partido liberal del actual primer ministro, Justin Trudeau, que espera ser reelegido en las elecciones en octubre.

El gobierno prometió brindar acceso a internet de alta velocidad a todos los hogares para 2031. Además, el presupuesto del año pasado contemplaba un total de 6.000 millones de dólares canadienses (US$4.500 millones) para ayudar a cerrar esta brecha de conectividad.

Esa cifra sí que es atractiva para las compañías, que compiten por fondos públicos para construir todo en el norte, desde satélites hasta cables de fibra óptica.

"En este momento hay una batalla real sobre qué planes y dónde financia la inversión del gobierno: hay mucho dinero en juego", dice Laura Tribe, directora ejecutiva del grupo de defensa de internet OpenMedia.

El futuro a largo plazo de internet en Canadá depende de qué proyectos ganan esa financiación y a quién involucra.

Con tanta información disponible, es fácil olvidar que internet no es un concepto etéreo, sino una impresionante red de cables, almacenes de datos y torres de transmisión.

Y como cualquier pieza compleja de infraestructura física, construir y mantener internet no es barato. En áreas rurales y remotas, como el Círculo Polar Ártico de Canadá, eso significa que las empresas o los gobiernos deben gastar mucho dinero para una base de clientes relativamente pequeña.

Muchas comunidades en el norte dependen casi exclusivamente de satélites para conectarse. Su cobertura es a menudo irregular, lenta y costosa.

Aunque algunas compañías pueden ver la zona norte del país como un dolor de cabeza, otras, como Huawei, un gigante tecnológico con estrechos vínculos con el gobierno de China, lo ven como una oportunidad.

Huawei Canadá anunció en julio que se asociará con las compañías locales de telecomunicaciones ICE Wireless e Iristel para ampliar la cobertura satelital a 70 comunidades en el norte.

El proyecto ha sido aprobado por el CSE, la autoridad de seguridad cibernética de Canadá.

Un desafío como éste está dentro del espíritu de la compañía.

Actualmente Huawei es uno de los principales proveedores de tecnología de 4G inalámbrica en las zonas rurales de Estados Unidos. "Ser la compañía que proporciona la infraestructura esencial es una posición de poder increíble", dice Tribe.

Así que el anuncio también ha despertado escepticismos. Canadá se ha visto envuelta en tensiones diplomáticas con China desde el arresto, a instancias de Estados Unidos, de Meng Wanzhou, la directora financiera de Huawei e hija del fundador de la empresa.

Estados Unidos quiere que la ejecutiva sea extraditada para ser juzgada en su territorio por cargos que incluyen fraude relacionado con la presunta violación de las sanciones contra Irán.

Poco después de su arresto, las autoridades chinas detuvieron a dos ciudadanos canadienses y los acusaron de estar espiando. Esto ha generado preocupaciones de que el Ártico podría convertirse en el próximo campo de batalla entre las dos naciones.

Especialmente porque es probable que Huawei sea el único proveedor de internet de alta velocidad de la región, dice el politólogo Michael Byers, cuya investigación en la Universidad de Columbia Británica se centra en asuntos en el norte del hemisferio.

"Eso hace vulnerable a la región en el caso de una escalada de tensiones entre Canadá y China.

A Huawei se le podría ordenar que cierre esos servicios, cortando así las comunicaciones del Ártico canadiense", dijo a la BBC.

Mientras el resto del mundo se prepara para las redes móviles 5G, varios países están debatiendo las implicaciones de seguridad de la tecnología Huawei.

Estados Unidos y Australia han vetado a la compañía como proveedor de tecnología a sus empresas, mientras que India y el Reino Unido están considerando adoptar una decisión similar.

La preocupación es que la compañía podría usar sus redes 5G, que pueden transportar un volumen significativamente mayor de datos que las redes actuales, para espiar a ciudadanos extranjeros a petición del gobierno chino.

Redfern piensa que este es un riesgo que Iqaluit no debería tener que asumir en soledad.

"Hay una enorme incertidumbre política y comercial con China en este momento. Debemos tener cuidado de no ponernos a nosotros mismos, a nuestro país y a los ciudadanos del norte en riesgo simplemente porque Canadá no está preparada para hacer la fuerte inversión necesaria en las regiones del norte", dice.

Byers cree que una solución a estos problemas podría llegar del espacio, no de China.

Flotando a solo 2.000 km sobre el planeta, los satélites de la parte más baja de la órbita terrestre proporcionan internet mucho más rápido que los satélites de tecnología más antigua, como el que utilizará Huawei en el norte.

En los próximos años SpaceX, la startup británica OneWeb y Amazon lanzarán sus propios satélites en la parte más baja de la órbita terrestre.

Y en julio, el gobierno canadiense anunció que invertirá US$85 millones en una compañía canadiense de satélites para esta parte de la órbita terrestre, Telesat.

Pero a Byers le preocupa que el proyecto de Huawei en el norte deje fuera esta nueva y mejor tecnología antes de que todos estas compañías empiecen a dar servicio.

"Huawei entrará en las mismas comunidades con una versión de bajo costo y baja tecnología, y además llegará primero", dice.

Canadá no es el único país que lucha por cerrar la brecha digital. Hay áreas no conectadas en partes remotas de Brasil, México e India, e incluso en Reino Unido. Y hay muchas compañías, incluida Huawei, están dispuestas a ayudar en esto. Microsoft, Google, Amazon y Facebook también han lanzado proyectos para conectar a las personas en los países en desarrollo.

"Poner a más personas online significa tener potenciales usuarios en los productos de Google y Facebook", dice Ramesh Srinivasan, profesor de la Universidad de California en Los Ángeles, cuyo nuevo libro analiza temas de democracia digital en todo el mundo.

Con casi todos en las ciudades desarrolladas conectadas a internet, las áreas rurales y los países en desarrollo son algunos de los últimos mercados sin explotar para los proveedores de internet.

En el caso de Huawei, no solo hay un incentivo económico, sino político, dice Adam Segal, director del programa de política digital y ciberespacial del Consejo de Relaciones Exteriores de Canadá.

"Creo que los chinos ven el ciberespacio y el entorno digital como cruciales, y quieren asegurarse de que puedan darle forma en el futuro si lo necesitan", dice.

Pero los canadienses que viven en el norte del país no tienen tiempo de pensar en el futuro mientras luchan por su presente.