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La joven científica a la que se le arrebató impunemente el descubrimiento de un eficaz tratamiento contra la lepra

Alice Augusta Ball falleció el 31 de diciembre de 1916 a los 24 años, una corta edad que dejaba tras de si una importantísima trayectoria de investigación científica, pero que fue ignorada a lo largo de muchos años, debido a que uno de sus mayores logros (el descubrimiento de un eficaz tratamiento contra la lepra) se lo atribuyó otro investigador, aprovechando el prematuro fallecimiento de esta.

Alice Ball fue una joven científica a la que se le arrebató impunemente el descubrimiento de un eficaz tratamiento contra la lepra (imagen vía Wikimedia commons)
Alice Ball fue una joven científica a la que se le arrebató impunemente el descubrimiento de un eficaz tratamiento contra la lepra (imagen vía Wikimedia commons)

Este es tan solo uno de los innumerables casos conocidos como ‘Efecto Matilda’, por el que a lo largo de la historia muchísimas mujeres que han realizado grandes cosas (inventos, descubrimientos…) han sido ignoradas y el mérito se lo han llevado otras personas (casualmente siempre hombres).

Afortunadamente, hoy en día la historia de Alice Ball (como suele ser citada) es algo conocida (aunque poco e insuficientemente) pero durante muchísimas décadas (hasta el último cuarto del siglo XX) su nombre y logros ni tan siquiera figuraban en la inmensa mayoría de los libros de ciencia o sobre biografías de mujeres que habían logrado cosas extraordinarias.

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Nacida en Seattle en 1892, se mudó a vivir junto a su familia a Honolulu, en 1903, donde su abuelo paterno James Ball (uno de los primeros fotógrafos afroamericanos en la historia de los Estados Unidos) tenía el propósito de montar un estudio fotográfico que no pudo prosperar debido al repentino fallecimiento de este tan solo un año después de llegar a la isla hawaiana. Los padres de Alice tomaron la decisión de regresar a Seattle, donde continuó los estudios con muy buenas notas, se graduó en el instituto y se matriculó en la Universidad de Washington para cursar la carrera de Química. En 1912 obtuvo el título de Química farmacéutica y dos años después una licenciatura en Farmacia, consiguiendo publicar un trabajo de diez páginas, el 1 de octubre de 1914, en la prestigiosa revista científica ‘Journal of the American Chemical Society’ (JACS) titulado ‘Benzoylations in ether solution’ (Benzoilas en solución de éter), siendo un hecho inaudito para una mujer en aquella época.

Las excelentes calificaciones y currículo académico que Alice Ball obtuvo durante su etapa universitaria propició que recibiera una beca para poder cursar un master, teniendo la oportunidad de elegir realizarlo en la Universidad de Berkeley (California) o en la de Hawái, escogiendo esta última por el recuerdo que tenía del tiempo que pasó allí durante su infancia.

Su trabajo en la tesis del master la llevó a conocer al doctor Harry T. Hollmann, quien en aquellos momentos estaba al frente del centro de tratamiento para la enfermedad de la lepra, debido a que en aquellos momentos había un brote de contagios en Hawái y no existía remedio médico para combatirla.

A sugerencia del Dr. Hollmann, Alice centró sus investigaciones sobre las propiedades del aceite de chaulmoogra, debido a que existían algunas evidencias de poder ser eficaz para combatir algunos síntomas de la enfermedad, pero el problema de dicho aceite era que no podía ser ingerido (debido a que su sabor causaba vómitos) ni tampoco inyectado directamente (al quedarse acumulada bajo la piel y producir ampollas).

Pero su tenacidad investigadora la llevó a conseguir catalizar ese aceite y obtener un compuesto químico ideal para ser inyectado y eficaz contra algunos de los síntomas de la lepra (no debemos olvidar que esta enfermedad es una de las más antiguas de la humanidad, existiendo evidencias de la misma desde el año 2000 a.C.).

En 1915, tras finalizar el master, la propia Universidad de Hawái le ofreció a Alice Ball un puesto de profesora de Química, convirtiéndose en la primera mujer estadounidense en conseguir ese puesto y tal titulación en la mencionada universidad.

Un año antes, En Europa había estallado la Primera Guerra Mundial y en dicho conflicto bélico aparecieron las primeras bombas de gas, por tal motivo Alice Ball se encontraba investigando sobre el gas cloro (uno de los más utilizados junto al fosfeno) y, en marzo de 1916, un accidente durante una demostración en una de sus clases provocó que inhalara una pequeña cantidad, provocando que enfermara y tuviese que viajar hasta Seattle para recibir tratamiento médico durante los meses de verano.

Quiso estar de vuelta en Hawái para el inicio del curso universitario, pero a pesar de intentar poner todo su empeño por dar clases su salud ya estaba muy deteriorada y un mes de después (en octubre) tuvo que volver a coger la baja médica y regresar a Seattle. Falleció el 31 de diciembre de aquel mismo año a los 24 años de edad.

Pero aquí no se acaba la historia, debido a que todos los documentos de su investigación sobre la eficacia del aceite de chaulmoogra frente a la enfermedad de la lepra y cómo había conseguido obtener un compuesto químico ideal para ser inyectado habían quedado en uno de los cajones de su despacho en la Universidad de Hawái y unos meses después de su fallecimiento aparecieron publicados a nombre de Arthur Lyman Dean, director de la universidad, quien se llevó todos los méritos y honores por tal descubrimiento (no había ni una sola mención a Alice Ball).

Pero hubo una persona que hizo frente al profesor Arthur Lyman Dean y lo acusó de apropiarse del trabajo de Alice Ball: el doctor Harry T. Hollmann, quien estuvo batallando para que se le reconociera el mérito de tal descubrimiento a su joven y añorada amiga.

No fue hasta enero de 1922 cuando el Dr.Hollmann logró publicar un artículo científico titulado 'The fatty acids of chaulmoogra oil in the treatment of leprosy and other diseases' (Los ácidos grasos del aceite de chaulmoogra en el tratamiento de la lepra y otras enfermedades) en el que señalaba como única y gran descubridora del compuesto médico eficaz contra la lepra a Alice Ball, bautizándolo, además, como el ‘Ball Method’ (Método Ball).

Cabe destacar que a pesar de aquella defensa a ultranza de Hollmann hacia el reconocimiento de Alice Ball, no fue hasta medio siglo más tarde (en 1977) cuando la Dra. Kathryn Waddell Takara tuvo noticias del trabajo de Ball (mientras investigaba el trabajo de personas afroamericanas en Hawái) recopilando información de los archivos de la Universidad de Hawái y dando a conocer al mundo los logros de la joven y malograda científica cuyo nombre debería de figurar en los libros y tratados científicos.

Fuentes de consulta e imagen: northwesthawaiitimes / jamanetwork / acspublications / wineurope / blackpast / Wikimedia commons

VÍDEO | La lepra, la enfermedad que nunca desapareció

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