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Joven de Miami condujo un coche de carreras con sus pensamientos, revolucionando la tecnología para los discapacitados

David McMillan

Germán Aldana Zúñiga, alumno del Miami Dade College, le dio vueltas a un circuito de Colorado en un auto de carreras de NASCAR, pero el hondureño no usó las manos ni los pies para controlar el coche de 850 caballos.

Solo uso el cerebro.

Una hazaña vista en los cómics fue lograda por un valiente tetrapléjico y una tecnología avanzada.

“Me sentí muy emocionado, sentí la adrenalina”, dijo Zúñiga, quien vive en Miami. “Me sentí increíble”.

Zúñiga corrió en Pike’s Peak International Raceway (PPIR) desde el lunes hasta el miércoles, dando unas 20 vueltas mientras mostraba la revolucionaria tecnología creada por Falci Adaptive Motorsports y Miami Project to Cure Paralysis, que forma parte de la Universidad de Miami (UM).

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La tecnología es una combinación de un auto de carreras de NASCAR y un implante cerebral para que Zúñiga pudiera conducir con la mente.

Este implante no solo le permitió conducir un auto, sino que ofreció un atisbo de esperanza respecto a cómo otras personas discapacitadas o paralizadas pueden controlar diferentes tecnologías con la mente.

Zúñiga sufrió una lesión medular en un accidente automovilístico en 2013, cuando tenía 16 años. El accidente lo dejó incapacitado para usar sus extremidades.

Recordó el accidente y le hizo sentir aprensión por conducir el coche de carreras de alta potencia. Empezó a trabajar en Miami Project, donde ayudaba a los investigadores con tecnología avanzada que ayudaría a los discapacitados a realizar tareas cotidianas.

Allí encontró un amor por la tecnología y está estudiando programación informática en el Miami Dade College.

“Después de formar parte de esto, encontré mucho amor por este tema”, dijo Zúñiga sobre el avance de la tecnología para los discapacitados. “Veo las cosas increíbles que pueden hacerse, así que es aquí en donde me gustaría trabajar”.

Abre nuevos caminos con su mente

Cuando se le planteó la oportunidad de conducir por primera vez en su vida, Zúñiga estaba nervioso.

“Cuando me imaginé haciéndolo estaba emocionado, pero al mismo tiempo estaba nervioso por mi accidente”, dijo. “Intenté ser positivo y tranquilizarme... Tengo fe en ellos y ellos tienen fe en mí”.

Además de los pensamientos de Zúñiga controlando el acelerador, usó un dispositivo de inhalación y exhalación para frenar el auto y otra persona estaba dentro para mantener la seguridad de Zúñiga en caso que algo saliera mal.

Después de canalizar todo el valor necesario para conducir un vehículo tan potente, Zúñiga dijo que ser un faro para los demás fue una fuerza fundamental.

“Quería hacer esto no solo por mí, sino por toda la gente que no sabe que puede hacer algo así o tiene miedo o no tiene ganas”, dijo. “Quiero que tengan confianza y que tengan esperanza y no la pierdan. Que salgan y prueben todo lo que no conocen”.

Scott Roy, director de Comunicaciones del Miami Project, dijo que Zúñiga estuvo entrenando meses antes de la demostración.

El Dr. Scott Falci, neurocirujano y fundador de Falci Institute for Spinal Cord Injuries, ayudó a diseñar el auto. Dijo que el el proyecto es “genial y emocionante”, y añadió que ver a Zúñiga sobresalir en la conducción era fantástico.

También le sorprendió cómo Zúñiga manejó el estrés de la multitarea, conduciendo con la mente además de soportar las condiciones sofocantes del vehículo.

“Qué chico tan tremendo”, dijo. “Mira lo que le pedimos que hiciera. Nunca aprendió a conducir y lo traemos aquí en un coche que no sabe ir despacio”.

¿Cómo puede el pensamiento controlar un auto de carreras?

Una de las claves para permitir que la mente controle el auto es una interfaz cerebro-máquina (IMC).

IMC es un sensor implantado que va en la superficie del cerebro, en este caso de Zúñiga, dijo David McMillan, profesor adjunto del Departamento de Cirugía Neurológica de UM y director de Educación y Divulgación de Miami Project.

Cuando Zúñiga piensa en una tarea concreta, una parte específica de su cerebro se activa y el sensor recoge esa señal.

“Originalmente, íbamos a usar la señal para básicamente hacer una tarea, pero sabíamos que si podía hacer que la señal hiciera esa tarea también podía hacer otras otras cosas”, dijo McMillan.

Una de las primeras tareas en las que colaboraron Zúñiga y los investigadores fue usar IMC para controlar un par de guantes que le ayudaban con las funciones de la mano. Zúñiga volvió a usar el implante para controlar la robótica al caminar, dijo McMillan.

Usar sus pensamientos para controlar el movimiento de caminar es una hazaña colosal, pero la transición de IMC para permitirle controlar un auto no fue una tarea fácil.

El implante le permitió a Zúñiga controlar el acelerador del auto, pero, como dijo McMillan, “simplemente no se le puede decir al motor acelere al máximo, mientras que con ciertos dispositivos simplemente se le puede decir que se encienda y se apague”.

“Calibrar la respuesta del acelerador era el principal reto de ingeniería”, señaló.

Mediante simulaciones y casi un año de trabajo, Kevin Davis, estudiante de Ingeniería Biomédica de UM, y otros ingenieros consiguieron que el pensamiento de Zúñiga actuara gradualmente sobre al acelerador del auto.

En la mente de Zúñiga, la forma de pensar no difiere mucho de otros proyectos en los que ha trabajado el equipo.

McMillan dijo que se imagina a sí mismo moviendo la mano de una manera determinada y luego al software convirtiendo esa imagen en diferentes acciones. Así, cuando se imagina acelerando de una manera determinada, la velocidad aumenta.

Esta acción es muy parecida a la forma en la que los motociclistas usan el acelerador para avanzar y luego lo sueltan para frenar.

“Este es uno de los puntos más importantes de este proyecto”, dijo McMillan.

Un efecto dominó para los grandes avances tecnológicos

Este fue un primer paso hacia una multitud de posibilidades que implican que el cerebro controle muchas tecnologías diferentes.

“Hay aplicaciones muy prácticas de esto, no todo el mundo va a conducir un auto de carreras”, dijo Scott Roy. “Pero, si se puede hacer esto, entonces se podría encender luces con los pensamientos o controlar el cursor de la computadora”.

Para las personas con discapacidades graves, Roy dijo que esto podría mejorar su vida cotidiana.

McMillan lo calificó de un “auténtico cambio de paradigma”.

“Especialmente desde el punto de vista de la forma en la que interactuamos e impactamos nuestro mundo físico inmediato, siempre empieza con un pensamiento y una intención”, dijo.

Continuó señalando que la gente pronto se replanteará fundamentalmente cómo se traducen sus pensamientos en el mundo que los rodea. Un día, la tecnología podría traducirse en el control total de vehículos con la mente o los exoesqueletos.

Dondequiera que avance esta tecnología, Zúñiga estará en el camino, ayudando al Miami Project a identificar nuevas formas de mejorar la vida de los discapacitados.

A otras personas que puedan ser discapacitadas o que se fijen en él como inspiración después de conquistar una gran hazaña tecnológica, Zúñiga les recalcó que la clave es “mantener la esperanza”.

“No se preocupen por todo [por] lo que están pasando, porque hay gente que lo está pasando peor”, dijo. “Y ahora, con la tecnología, el nivel que se puede alcanzar es muy alto. Tenemos que ayudar a los investigadores y a estos proyectos para que puedan avanzar más y ojalá algún día todos los discapacitados puedan volver a caminar”.