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Nick Kyrgios ya no cierra los bares en la madrugada

El australiano Nick Kyrgios durante una práctica para las semifinales de Wimbledon contra Rafael Nadal de España. (Foto: REUTERS/Matthew Childs)
El australiano Nick Kyrgios durante una práctica para las semifinales de Wimbledon contra Rafael Nadal de España. (Foto: REUTERS/Matthew Childs) (Matthew Childs / reuters)

Hubo un tiempo en 2019 cuando Daniel Horsfall, el agente de Nick Kyrgios, tuvo que acudir al Dog & Fox, un bar cercano al All England Club, a sacar al tenista porque eran las 4 de la mañana y tenía que jugar al día siguiente contra Rafael Nadal en la segunda ronda de Wimbledon.

Esa era la actitud del de Canberra hace tres años. Una forma de entender su vida y de entender el deporte que le convirtió en el chico malo y problemático del tenis y que le llevó a no alcanzar su sueño, el de competir de verdad por ganar Wimbledon, hasta este 2022.

"Hubo un momento en el que estaba harto ya del deporte. En 2019, cuando estaba en Australia, pensé en hacerme daño, tuve pensamientos suicidas. Estar hoy aquí, ser semifinalista de Wimbledon, es un logro increíble para todo el mundo, pero especialmente para mí", explicó Kyrgios.

Nick Kyrgios y su lado más oscuro: depresión, abuso de drogas y alcohol, y pensamientos suicidas

En el último año, año y medio, Kyrgios meditó la retirada. Cada vez jugaba menos torneos, cada vez estaba menos en forma. El año pasado salió medio lesionado de Wimbledon porque se presentó sin preparación. Su ránking, para marzo de este año, le colocaba fuera de los 130 mejores del mundo.

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Ya era millonario, lo tenía prácticamente todo. ¿Para qué seguir jugando? "Perdí el amor por esto, la llama, la chispa", admitió.

Su presencia en el circuito era y sigue siendo a una diatriba constante para los estamentos del tenis. Su forma de jugar es un estímulo para las nuevas generaciones, esas que empujan a una reducción de los cinco sets a solo tres parciales para no perder atención frente al televisor, pero sus continuas salidas de tono tiraban por tierra todo lo logrado en pista.

Había voces tanto a favor, por lo espectacular de su juego, como en contra, por sus actitudes contra sus rivales. Desde tirar una silla contra la arcilla de Roma, que le valió una descalificación, a escupir aquí al público, pasando dejarse ganar en Shanghái y espetarle a Stan Wawrinka que su novia había mantenido relaciones sexuales con otro tenista del circuito.

El catálogo de desencuentros que ha vivido le ha granjeado episodios como el vivido en tercera ronda contra Stefanos Tsitsipas, cuando el australiano, cansado del circo que montó su rival, le intentó golpear varias veces con la pelota y le llamó en la rueda de prensa "abusón" y "matón".

Porque Kyrgios ahora juega mejor, en sus palabras está exhibiendo el mejor tenis de su carrera, pero sabe que la parte mental y la desestabilización siguen siendo armas que utilizar.

"Ahora han cambiado cosas en mi vida. He descubierto que hay mucha gente que quiere que siga jugando. Siento que aún tengo mucha gasolina en el depósito. Siento que estoy en el mejor momento de mi carrera y mentalmente estoy genial", apuntó un chico que ha tenido que vivir con las expectativas muy altas desde su etapa júnior, en la que venció en el Australian Open, y, sobre todo, desde que se descubrió en este deporte ganando a Rafael Nadal en Wimbledon 2014.

"Siempre he sentido que fui el primero capaz de explotar joven, ganando a Rafa en Wimbledon. Creo que fui el primero en demostrarle al resto, a Zverev y a Thiem, que se podía hacer. Fui el primero en romper el molde. Hoy ves a chicos como Alcaraz y Sinner, que no le tienen miedo a nada. Muchos jugadores creen que Nadal, Djokovic y Federer son dioses y que no se les puede ganar. Creo que le demostré al mundo que podían ser humanos también", reflexionó Kyrgios.

Su relación con el 'Big Three' también ha sido candente. Al único que siempre ha respetado ha sido a Roger Federer, que le invitó a la Laver Cup y siempre le ha ofrecido consejo. Con Nadal tuvo un episodio escabroso en Wimbledon 2019, cuando le tiró un pelotazo en la red y le recriminó en rueda de prensa: "¿Cuánto dinero tiene? ¿Cuántos Grand Slam tiene? Puede soportar un pelotazo", inquirió el australiano.

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Su relación con el balear se ha suavizado y ya no duda en colocarle como el mejor o de los mejores de la historia, pero con Djokovic aún hay rencillas y aprovecha siempre que puede para recordar que el serbio nunca le ha ganado.

Con su carismática forma de andar, algo encogido, siempre acompañado por algún amigo o por su novia, y sin entrenador -"no quiero que nadie pase por eso", reconoció- Kyrgios se entrena estos días en el All England Club con una camiseta de los Boston Celtics. Su amor siempre fue el baloncesto, el deporte que le machacó las rodillas y en el que siempre le molestó no haber podido triunfar.

Durante estas dos semanas, el de Canberra ha dejado atrás sus frustraciones y está disfrutando. Sabe que su duelo ante Nadal es el partido más importante de su carrera deportiva y el día que puede cumplir un sueño.

Kyrgios ya no cierra bares, o al menos no hasta que termine Wimbledon.

VIDEO: Kyrgios alcanza sus primeras semis de Grand Slam