La fascinación de los multimillonarios que no le hace ninguna gracia a la ciencia
Incluso los novatos de las inversiones y los negocios muestran interés por la controversial “geoingeniería solar”
A medida que la Tierra se calienta como resultado de las emisiones humanas, un grupo de multimillonarios insisten en echar mano de la controversial “geoingeniería solar” o modificación de la radiación solar (MRS), un conjunto de tecnologías emergentes que promete aliviar de forma parcial los impactos del cambio climático.
Bill Gates, George Soros, Jeff Bezos y el cofundador de Facebook, Dustin Moskovitz, se encuentran entre los ultra ricos que han expresado interés en la MRS como método que busca “enfriar” la Tierra, al reflejar una pequeña fracción de la luz solar de vuelta al espacio.
A diferencia de la geoingeniería del carbono, la geoingeniería solar no aborda la causa fundamental del cambio climático. En cambio, apunta a romper el vínculo entre las concentraciones y las temperaturas, lo que reduce algunos daños climáticos, explica una entrada en el blog de la Universidad de Harvard.
Un experimento llevado a cabo por esa casa de altos estudios en enero de 2021 se centró en observar el efecto de rociar partículas a la estratosfera para, en teoría, crear un efecto de enfriamiento global. El proyecto fue financiado por Bill Gates.
La revista Forbes, que se hizo eco del experimento en ese momento, recordó que no son pocos los científicos posicionados contra la MRS porque “conlleva riesgos impredecibles, incluidos cambios extremos en los patrones climáticos no muy diferentes a las tendencias de calentamiento que ya estamos presenciando”.
Una luz verde peligrosa
Por la misma línea, los activistas medioambientales temen que un cambio dramático en la estrategia de mitigación sea tratado como “una luz verde” para que se sigan emitiendo gases de efecto invernadero con pocos o ningún cambio en los patrones actuales de consumo y producción.
Pero estamos hablando de personas que, aunque pueden estar bien asesoradas, hicieron su fortuna con la tecnología, y han absorbido el espíritu de que las soluciones de ingeniería ordenadas resuelven la mayoría de los males de la vida.
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Al igual que el fundador de Microsoft, Jeff Bezos tanteó el terreno ese mismo año y aprovechó las capacidades de la supercomputadora de Amazon para modelar los efectos de inyectar enormes cantidades de dióxido de azufre (SO2) en la atmósfera.
En febrero pasado, Dustin Moskovitz y su esposa, Cari Tuna, invirtieron US$ 900.000 en fondos destinados a científicos en Malí, Brasil, Tailandia y otros países para estudiar los efectos potenciales de la geoingeniería solar en 15 proyectos por separado.
El mismo mes, durante la Conferencia de Seguridad de Munich, George Soros subió al escenario para hablar sobre el riesgo existencial que el cambio climático representa para la civilización humana, así como lo que cree que solucionará parcialmente el problema: cargar de partículas las nubes sobre el Ártico para desviar la energía del sol de los casquetes polares que se derriten.
Según la revista TIME, incluso los novatos de las inversiones y los negocios muestran interés por la MRS. Un grupo de capitalistas de riesgo otorgaron US$ 750.000 a una empresa que se comprometió a implementar un proyecto de geoingeniería solar planetaria utilizando SO2. Esa compañía, Make Sunsets, realizó sus primeras pruebas en Estados Unidos hace un par de meses.
A fines de febrero, más de 60 investigadores de instituciones destacadas publicaron una carta en la que pedían un estudio más riguroso de la estrategia, así como experimentos de campo a pequeña escala. De la misma forma, un informe de la ONU sugirió que había llegado el momento de comenzar a investigar si la MRS podría ayudar a combatir la crisis climática.
La Casa Blanca también anunció en octubre del año pasado que estaba impulsando un plan de investigación de cinco años para evaluar formas de modificar la cantidad de luz solar que llega a la Tierra.
Un mes antes, en Reino Unido se realizaba una evaluación con globos meteorológicos que liberaron cientos de gramos de dióxido de azufre en la estratosfera. No fue una prueba ni un experimento de geoingeniería en sí, informó la revista MIT Technology Review, más bien se buscaba valorar un sistema de globos recuperable, controlable y de bajo costo.
Tal sistema podría usarse para esfuerzos de investigación de geoingeniería a pequeña escala, o quizás para un eventual despliegue de geoingeniería distribuida que involucre numerosos globos, dijo la publicación.
Andrew Lockley, un investigador independiente anteriormente afiliado a University College de Londres, dirigió el proyecto junto a la empresa privada European Astrotech, que realiza trabajos de ingeniería y diseño para globos de gran altitud y sistemas de propulsión espacial.
La “falsa solución definitiva”
Pese al gran interés en impulsar estas tecnologías, cientos de científicos preocupados por el clima están firmemente en contra de la proliferación de llamados a la investigación de la geoingeniería solar. En una carta abierta, advirtieron que la creciente normalización de esa tecnología como una posible solución climática es “motivo de alarma”.
Algunas de las técnicas involucradas en la MRS, como la pulverización de dióxido de azufre en la atmósfera, tienen efectos nocivos para el medio ambiente y la salud humana. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente dijo a fines de febrero que se requeriría mucha más investigación sobre los riesgos y beneficios antes de que pueda haber alguna consideración para su posible implementación.
El UNEP confirmó que la MRS aún no está lista para el despliegue a gran escala y destacó que no hay sustituto para una reducción urgente y masiva de las emisiones de gases de efecto invernadero, “que debe seguir siendo la prioridad mundial”.
Sin duda, los investigadores que piden ser más rigurosos no respaldan la geoingeniería solar como una solución climática. Argumentos en contra de continuar con estas investigaciones se han esbozado previamente en un documento de 2022, que concluye que “la geoingeniería solar a escala planetaria no es gobernable de una manera justa e inclusiva dentro del sistema político internacional actual”.
El documento aboga por un acuerdo internacional de no uso de la geoingeniería solar, un llamado que desde entonces ha recibido el respaldo de cientos de científicos del clima.
Lili Fuhr, subdirectora del Centro de Derecho Ambiental Internacional, describió la gestión de la radiación solar o la geoingeniería solar como “la falsa solución definitiva”.
“No es mitigación”, dijo Fuhr durante una conferencia de prensa a principios de este mes. “Es un conjunto muy especulativo de intervenciones tecnológicas propuestas en la atmósfera”.
Un informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático publicado en abril del año pasado reafirmó que todas las herramientas y los conocimientos necesarios para hacer frente a la crisis climática están disponibles actualmente.
“Creo que la palabra geoingeniería solo aparece unas dos veces en el informe del Grupo de Trabajo y es solo para decir que no usamos el término geoingeniería”, dijo su copresidente, Jim Skea, durante la misma sesión informativa.
Harjeet Singh, jefe de estrategia política global de Climate Action Network, que incluye a más de 1.500 grupos de la sociedad civil, dijo citado por CNBC que todos los desafíos relacionados con MRS y la geoingeniería solar deben verse como “distracciones peligrosas”.