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La peor pesadilla de Trump podría estar haciéndose realidad

El presidente Trump sigue teniendo posibilidades de ser reelecto, pero depende de una rápida recuperación económica y de la contención del coronavirus. Ambas posibilidades se pueden estar alejando.

Florida, Texas y California han revertido las medidas de reapertura en los últimos días debido a los aumentos en las tasas de infección por COVID-19 y las hospitalizaciones. El gobernador de Nueva Jersey ha cancelado de forma indefinida un plan para comenzar a permitir las comidas en espacios interiores el 2 de julio tras ver imágenes de bares y restaurantes atestados de gente. Y más de una decena de estados han interrumpido sus reaperturas, a la vista de que las personas se animan cada vez más y aumentan las infecciones.

Según la firma de pronósticos IHS Markit, eso es precisamente lo que podría provocar una recesión con una caída doble. Hasta hace poco, IHS pensaba que la economía había tocado fondo en abril y que habría una sólida recuperación probablemente este verano y durante el otoño, siempre que los casos de coronavirus disminuyeran y se mantuvieran bajo control.

Eso no está ocurriendo. El recuento diario de casos nuevos de coronavirus ha superado con creces en los últimos días su máximo desde principios de abril, cuando la enfermedad hacía estragos en el noreste y otras zonas. En al menos siete estados, incluido Arizona, Florida y Texas, el número promedio de casos diarios ha sido más del doble que hace varias semanas. La realización masiva de test explica parte de este aumento, pero han comenzado a aumentar de nuevo las hospitalizaciones, tras caer desde finales de abril a mediados de junio. Que haya cada vez más gente internada en los hospitales significa que cada vez más gente se enferma gravemente por culpa del virus, independientemente de cuántos test se hagan. Algunos gobernadores están volviendo a imponer medidas de confinamiento para aliviar el estrés en los hospitales que tienen muchos pacientes con COVID.

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El gobernador de Texas, Greg Abbott, responde a una pregunta ante la mirada de la doctora Deborah Birx, coordinadora de la respuesta al coronavirus de la Casa Blanca, durante una rueda de prensa celebrada luego de que el vicepresidente Mike Pence se reuniera con Abbott e integrantes de su equipo de expertos sanitarios para hablar sobre la COVID-19 en el Centro Médico West Campus de la Universidad de Texas, en Dallas, el domingo, 28 de junio de 2020 (AP Photo / Tony Gutiérrez).

De nuevo, cierres obligatorios

A medida que se expande la COVID, la economía se hunde. Si la infección se propaga, los gobernadores no tienen más remedio que cerrar más negocios, ni que sea para ahorrarles problemas a los hospitales y sus trabajadores. Incluso si los gobernadores no obligan a cerrar, muchos consumidores saben del problema y se confinan por voluntad propia hasta que sea más seguro salir. Otros, simplemente, son idiotas. Se reúnen en multitudes sin mascarillas ni otras protecciones, como si no fueran vulnerables a un agresor invisible.

Si se siguen volviendo a imponer medidas de confinamiento, podría producirse otra caída en el gasto y en la producción económica en general, en lugar de una recuperación sostenida en el tiempo. “En ese escenario”, escribe IHS en un análisis reciente, “esta combinación de factores sigue alimentando el ritmo actual de nuevos casos y muertes hasta otoño, cuando la bajada de las temperaturas agrava la propagación de la COVID-19. La resultante reducción directa del gasto del consumidor y los efectos colaterales son lo suficientemente fuertes como para empujar de nuevo a la economía a una recesión que comenzaría en el cuarto trimestre”.

Si se da esto, el momento sería obviamente terrible para Trump. Los votantes se verán afectados por el aumento del desempleo y por el miedo renovado en relación a la salud pública justo cuando se tengan que dirigir a las urnas el 3 de noviembre. En los tiempos modernos, ningún presidente ha ganado la reelección en medio de una recesión o inmediatamente después y no hay razones para pensar que Trump vaya a ser una excepción a la regla. Su famosa base es leal, pero no lo suficientemente amplia y, según datos de fivethirtheight.com, los índices de aprobación de Trump ya son peligrosamente bajos: apenas del 40 %.

Cartel en la puerta de West Alabama Icehouse que dice “Cerrado por el gobernador”, el 29 de junio de 2020, en Houston. El viernes, el gobernador de Texas, Greg Abbott, cerró los bares nuevamente y redujo la cantidad de restaurantes luego de que los casos subieran a niveles récord después de que el estado se embarcara en una de las reaperturas más rápidas de Estados Unidos (AP Photo / David J. Phillip).

Trump ha conseguido puntuaciones relativamente altas por su forma de gestionar la economía, quizás la única ventaja que sigue teniendo sobre su rival demócrata, Joe Biden, pero eso también está desapareciendo. En las encuestas de Gallup, el índice de aprobación de Trump sobre la economía ha caído del 63 % de principios de enero al 47 % a principios de junio. Sigue por delante de Biden en este indicador, pero muchos estadounidenses esperan que la recesión del coronavirus y los despidos temporales duren poco tiempo. Sin embargo, controlar el virus es una condición necesaria para una recuperación saludable y no está siendo fácil.

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Rick Newman