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Las mujeres en Latinoamérica trabajan más, cobran menos y se ven penalizadas por su maternidad

Según la Cepal, la diferencia en horas destinadas al trabajo no remunerado entre hombres y mujeres sigue siendo muy amplia y solamente explicada por razones del orden de género dominante. (AP Foto/Martin Mejia)
Según la Cepal, la diferencia en horas destinadas al trabajo no remunerado entre hombres y mujeres sigue siendo muy amplia y solamente explicada por razones del orden de género dominante. (AP Foto/Martin Mejia)

Por Sebastián Aguirre Eastman

Crecimiento económico con alto coeficiente de empleo, reducción de la pobreza, la desigualdad y la exclusión social, y aumento del bienestar general, son los principales beneficios que les reportan a los países de Latinoamérica la lucha contra la desigualdad de género laboral, señala la Organización Internacional del Trabajo -OIT- en su informe Las mujeres en el trabajo: tendencias 2016, publicado con ocasión del Día Internacional de la Mujer en 2017.

Este jueves 8 de marzo, cuando se conmemora este día, conviene revisar cuál es el panorama de la equidad de género en el ámbito laboral de la región para las cerca de 330 millones de mujeres que la habitan, según los reportes suministrados por la OIT y el Observatorio de Equidad de Género de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Cepal.

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La principal conclusión a las que llegan dichas entidades es que, pese a que en las décadas recientes ha habido avances en el establecimiento de políticas públicas, aún hacen falta compromisos reales para pasar del dicho a la acción, como lo evidencia la firma y la ratificación del Protocolo Facultativo de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (adoptado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1999), que solo ha sido firmado y ratificado por 14 de los 38 estados de Latinoamérica, indica la Cepal.

Los países firmantes son: Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, México, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela.

En este marco han sido incorporadas leyes en cada país que promueven la equidad de género desde distintos ámbitos: para garantizar su bienestar físico y emocional; pensiones; cuotas, violencia, aborto e igualdad.

Algunos ejemplos son la ley de incorporación de las amas de casa al sistema integrado de jubilaciones y pensiones en Argentina; la obligación en Colombia de que en las listas de candidaturas para elecciones a cuerpos colegiados se incluyeran al menos un 30% de mujeres; o el Plano Nacional para las Mujeres en Brasil, que entre otras medidas buscaba la participación del género en todas las fases de las políticas públicas.

Fotografía del 21 de febrero de 2018 de la responsable de ONU Mujeres en Ecuador, Bibiana Aído (i), hablando en un acto celebrado en la Cancillería ecuatoriana sobre política de género acompañada por la canciller ecuatoriana María Fernanda Espinosa (2-d), en Quito (Ecuador). Aído cree que el país andino está dando pasos a favor de la mujer, pese a grandes desafíos como una brecha salarial del 20% y la violencia machista que aún castiga a 6 de cada 10 ecuatorianas. EFE/Cancillería de Ecuador.

Agrega la Cepal que la tasa de participación laboral femenina en la región se estancó en el último lustro y en 2017 se detuvo en el 53%. “Las desigualdades tienen su base en un sistema social que reproduce estereotipos y conserva una división sexual del trabajo que limita la inserción laboral de las mujeres. Estos factores estructurales representan un obstáculo para la superación de la pobreza y la desigualdad así como para la consecución de la autonomía económica de las mujeres, más aún si se considera el contexto actual de contracción del crecimiento”, argumentó la entidad.

La OIT, entre tanto, recomendó en su informe que “para lograr la igualdad de género de hecho, es esencial que las sociedades reconozcan el derecho de mujeres y hombres a trabajar y a recibir y prestar cuidados. En particular, cuando no se tienen en cuenta las responsabilidades familiares de los trabajadores se crean condiciones que favorecen la segregación sectorial y ocupacional, así como la aparición de grandes diferencias en salarios, jornada laboral y acceso a la protección social. Por ello, las disparidades de género en el trabajo podrán eliminarse solo si se neutralizan las desventajas relacionadas con la función reproductiva de las mujeres y si se promueve el reparto equitativo del trabajo de cuidado no remunerado: entre las mujeres y los hombres, por una parte, y entre la familia y la sociedad en general, por otra”.

El panorama laboral de las mujeres en Latinoamérica

La Cepal calculaba en 2014 que el 46,8% de las mujeres latinoamericanas en edad económicamente activa se encontraban ocupadas, pero igualmente que el 31,1% de esa misma población no percibían ingresos propios, lo cual “las hace vulnerables desde el punto de vista económico y dependientes de los perceptores de ingresos, que por lo general son los hombres”, analiza la entidad.

El caso más dramático se presentaba en Guatemala, donde el 51% de las mujeres en ese rango poblacional eran dependientes. En el otro extremo se encontraba Uruguay, con un 14%.

El pasado 23 de febrero, la ministra de la Suprema Corte de Justicia de México, Margarita Luna Ramos, recibió el Octavo Premio de Equidad de Género “Miguel Alemán Valdés”, por parte de la fundación del mismo nombre. Foto: Agencia EL UNIVERSAL/Irvin Olivares
El pasado 23 de febrero, la ministra de la Suprema Corte de Justicia de México, Margarita Luna Ramos, recibió el Octavo Premio de Equidad de Género “Miguel Alemán Valdés”, por parte de la fundación del mismo nombre. Foto: Agencia EL UNIVERSAL/Irvin Olivares

Esas mujeres ocupadas latinoamericanas laboraban 38,6 horas a la semana, con una leve disminución entre quienes se encontraban en las zonas rurales (35,1%), esto independiente si tenían o no hijos.

Otros casos: Colombia (26,3%), Brasil (26,8%), México (30,1%), Perú (28,9%) y Venezuela (34,7). De Argentina no había registro.

La brecha laboral y salarial entre hombres y mujeres

La región, explica la OIT, ha experimentado en las dos últimas décadas una reducción en la brecha existente en las tasas de participación laboral entre hombres y mujeres, de un 40% a menos del 30% entre 1995 y 2015. Una de las razones, argumenta la entidad, es el aumento en la participación laboral del sexo femenino, que pasó del 44,5% a 52,6% en ese mismo periodo.

En desempleo, el promedio sigue siendo mayor para las mujeres en Latinoamérica, con un 8,1% frente a un 5,4% de los hombres.

La Cepal, en un informe difundido en 2016, calculaba que las mujeres latinoamericanas ganaban el 83,9% del total percibido por los hombres, pero la cifra disminuía conforme se bajaba en la escala del nivel educativo; las mujeres con estudios entre diez y doce años ganaban el 74,5% que los hombres con un tiempo similar de formación.

En cuanto a la participación de la población ocupada de ambos sexos en los niveles de productividad, la mayoría de mujeres se encontraban en el nivel más bajo, asociado a labores como agricultura, comercio y servicio (78% en promedio para la región), frente al 55% de los hombres; la torta se volteaba en el nivel medio (construcción, manufactura y transporte), con el 14,2% para ellas y 35,3% en ellos, y en el nivel alto, asociado a mayores niveles educativos, había equilibrio: mujeres con 7,7% y hombres con 8,9%.

Otra variable que sirve para medir la brecha de género es el tiempo total de trabajo remunerado (producción de bienes o prestación de servicios para el mercado) y no remunerado (autoconsumo de bienes, labores domésticas y de cuidados no remuneradas para el propio hogar o para apoyo a otros hogares).

En este campo, México presenta un panorama preocupante, dado que las mujeres destinan 54,1 horas semanales a trabajo no remunerado, frente a 20,5 horas remuneradas. En contraste, el dato para los hombres fue de 19,5 horas sin percibir ingresos y 44,9 horas con un pago recibido.

En Argentina, las mujeres destinaban 43 horas semanales a trabajo no remunerado; los hombres, 17,6, mientras que en Brasil la proporción era de 19,9 a 37 horas.

Su papel en el poder

La OIT cita estudios de McKinsey and Company, Catalyst, Credit Suisse y la Comisión Europea, elaborados entre 2010 y 2015, que demuestran que una mayor diversidad de género en el direccionamiento de las empresas repercute en mejores resultados financieros.

La presidenta de Chile, Michelle Bachelet, ha ocupado ese cargo en dos periodos (AP Photo/Dieu Nalio Chery).
La presidenta de Chile, Michelle Bachelet, ha ocupado ese cargo en dos periodos (AP Photo/Dieu Nalio Chery).

“En promedios calculados sobre un período de nueve años (2005-2013), las empresas con al menos una mujer en su consejo de administración tuvieron un rendimiento del 14,1 por ciento sobre el capital social, en comparación con el rendimiento del 11,2 por ciento de las empresas sin mujeres consejeras”, afirma la OIT en su informe sobre mujeres en 2016.

Los datos disponibles para Latinoamérica tanto de la Cepal como de la OIT se refieren a la participación de la mujer en el poder político, con 2016 como el último año de referencia. En cuanto a las alcaldías ocupadas por ellas, el promedio de la región fue del 13,4%, mientras que en los concejos el promedio fue mayor: 28,8%.

Nicaragua era el país con mayor diversidad de género en las alcaldías, con el 40,1%, mientras que Bolivia lideraba en la cantidad de concejalas, con el 51,1%.

Por el contrario, en Trinidad y Tobago y Dominica no había alcaldesas electas para el año de referencia, y en Antigua y Barbuda ocurría lo mismo con las concejalas.

En Brasil, el 11,6% de sus alcaldes eran mujeres, y en cuanto a concejalas el porcentaje era de 13,5.

Otros casos para destacar: Colombia (12,1% de alcaldesas y 16,6% de concejalas), México (9,4% y 35,1%, respectivamente), Chile (11,9% y 33%), y Argentina (10,2% de alcaldesas).

“La marcada diferencia entre la cantidad de alcaldesas y la de concejalas refleja los efectos de las diferentes normas vigentes para elegir cargos en las alcaldías y en los concejos municipales y es una muestra más de la necesidad de sistemas proporcionales para avanzar hacia una representación equilibrada de hombres y mujeres. Por otro lado, tampoco se observa un tránsito fluido del cargo de concejala al de alcaldesa, lo que indica que esta progresión no se da de forma automática y que existen barreras específicas para ello”, ponderó la Cepal.

En el caso de la representación femenina en los gabinetes ministeriales, Nicaragua repite como el caso más representativo, con el 57,1%, muy por encima de los demás países, en especial de las economías más fuertes como México (13,6%), Brasil (18,2), Argentina (19%), Colombia (29,4%) y chile (39,1%).

Las licencias de maternidad

Lejos están los países latinoamericanos de otorgar licencias de maternidad remuneradas semejantes a las que conceden países como Noruega (315 días) o Reino Unido (365) pero, en general, la mayoría acata la sugerencia de la OIT de brindar al menos 90 días para que la madre permanezca con su bebé tras el parto.

Los casos más destacados son los de Venezuela, que otorga 182 días, Cuba y Chile, con 156 cada uno. Por el contrario, en Puerto Rico son apenas 56 días.

Este es un derecho que tienen las trabajadoras, clave para garantizar un periodo de lactancia, pero que en muchas ocasiones se convierte en una barrera para que ellas consigan empleo, sumado a que en algunos países existe una brecha entre el salario que recibe una mujer sin hijos y una madre.

Fotografía del 20 de febrero de 2018, cedida por la empresa minera Hemco, de una trabajadora antes de entrar a una mina subterránea en el municipio Bonanza (Nicaragua). Una empresa minera que opera en el Caribe norte de Nicaragua, una de las zonas más pobres de este país centroamericano, logró en 8 años que el 12 por ciento de su fuerza laboral tuviera rostro de mujer en una actividad dominada por hombres. A fines de 2017, el Ministerio del Trabajo (Mitrab) distinguió a la empresa minera Hemco, con operaciones en Bonanza, un municipio del Caribe norte nicaragüense, por su cumplimiento en materia de igualdad y no discriminación en el empleo, lo que ha permitido crear nuevos espacios para la vida profesional de la mujer en el denominado Triángulo Minero. EFE/HEMCO/

En México, por ejemplo, según la OIT, esa brecha alcanzaba el 33,2% en 2015. En Perú era del 27,6%; 21,7% en Brasil, 21% en Uruguay, 17,5% en Chile y 16,8% en Argentina. En contraste, la diferencia en Rusia era apenas del 1,7%.

“La llamada ‘discriminación basada en la maternidad’, es un problema generalizado en todo el mundo. Hay cada vez más pruebas de que el acoso de la maternidad, a saber, la práctica de acosar a las mujeres por motivo de su embarazo, del nacimiento de sus hijos o de un problema de salud relacionado con el embarazo o el parto, o a los trabajadores que atienden sus responsabilidades familiares es también un problema muy común”, reitera la OIT.

Las diferencias en las edades de pensión

La cobertura de las mujeres en los planes de pensiones es peor que la de los hombres. Lo dice la OIT en su informe sobre las mujeres. La brecha en Latinoamérica, empero, ha disminuido y en el más reciente informe el porcentaje estuvo inferior al 5%.

En cuanto a la proporción de hombres y mujeres empleados afiliados a un régimen de pensiones, la balanza se inclinaba levemente hacia ellos, con un 0,3%. La entidad estimó que un 57,1% de las mujeres latinoamericanas en edad de pensión o por encima de ella se beneficiaban de una pensión.

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