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Las razones por la que Amazon no paga impuestos y tú sí

Huelga de trabajadores de Amazon en España. (Getty Images).
Huelga de trabajadores de Amazon en España. (Getty Images).

El 15 de abril es la fecha límite para realizar la declaración de la renta en Estados Unidos y las calculadoras comienzan a echar humo en los hogares de millones de ciudadanos que hacen cuentas para cumplir con los requisitos estatales y federales que marca la ley. Por eso, cuando se está inmerso en una vorágine de números y obligaciones, noticias como ésta suelen caer como un jarro de agua fría.

La congresista demócrata de moda, Alexandria Ocasio-Cortez y el senador, también demócrata, Bernie Sanders se encargaron de difundir unos datos demoledores recogidos por el Instituto de Impuestos y Políticas Económicas (ITEP). El gigante Amazon no pagó impuestos en 2017 y 2018 a pesar de haber contado con unos beneficios de 11.200 millones de dólares el año pasado y 5.600 el anterior. Es decir, aunque dobló sus beneficios, no sólo no pagaron un céntimo, sino que el fisco federal les reembolsó 129 millones de dólares en el ejercicio pasado.

“Amazon está pagando $0 en taxes sobre más de 11 mil millones de dólares en beneficios. $0 para los colegios. $0 para los bomberos. $0 para infraestructura. $0 para investigación y sanidad”, publicó en Twitter Ocasio-Cortez.

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“¿Por qué las corporaciones que no contribuyen a la hucha pueden estar en una posición de obtener miles de millones de dólares públicos?”, sentenció la congresista refiriéndose a la posibilidad, recién descartada, de que Amazon creara oficinas en Nueva York a cambio de reducciones fiscales y subsidios públicos que ascendían a tres mil millones de dólares.

A aquellos ciudadanos que cumplen religiosamente con sus obligaciones fiscales les cuesta entender cómo es posible que una compañía con semejantes ingresos – y no es la única – pueda llegar al punto en el que no solo no pague, sino que ingrese dinero por parte del Internal Revenue Service (IRS). Las cavidades en las que navegan las Amazon, Netflix, Google, Facebook etc son sinuosas, pero aceptadas por los legisladores en el Congreso estadounidense, que a su vez, tal y como denuncian varios sectores, reciben la influencia de las mismas compañías que se benefician del pastel.

La culpa no puede recaer demasiado en el Congreso”, afirmó Matthew Gardner uno de los socios de ITEP a The Guardian. “No fue el Congreso a quien se le ocurrieron estas ideas. Fueron producto del bombardeo de los lobbies de estas mismas compañías. Ellas fueron quienes, en muchos casos, escribieron las leyes”, agregó.

Y así, a Amazon le salen las cuentas gracias a las deducciones por compensaciones basadas en acciones y activos que se deprecian. Eso provoca una menor carga fiscal a la que se le suman los recortes de las tasas de impuestos corporativos en EEUU de la Administración Donald Trump, que en 2017 pasaron de un 35% a un 21%. Este último punto fue aprobado en el Congreso después de que los defensores de esta propuesta de reducción de las tasas alegaran que serviría como incentivo para una mejor “convivencia corporativa”. Lo que se acabó demostrando es que a la postre permitieron que las grandes corporaciones dejaran de pagar más de la mitad de los impuestos derivados de sus ingresos mientras subsisten en diversos vacíos legales.

Movilización contra Amazon en Nueva York. (Getty Images).
Movilización contra Amazon en Nueva York. (Getty Images).

En muchos casos aceptaremos a regañadientes que Amazon insista en que cumple religiosamente con sus obligaciones fiscales mientras argumentan que sus beneficios “son modestos si tenemos en cuenta que nuestro negocio es muy competitivo, con unos márgenes bajos y unas inversiones cuantiosas”, tal y como escribieron en un comunicado dirigido a The Guardian.

Todo este asunto nos hace caer en una contradicción absoluta. En una relación de amor-odio donde la razón y los impulsos se miran con recelo. No soportamos que la riqueza de gigantes corporativos no se distribuya de manera justa, aunque luego seguimos disfrutando cuando recibimos en la puerta de nuestra casa un paquete en tan solo dos días. Alimentamos al ‘monstruo’ mientras éste nos hipnotiza con placeres instantáneos, o con puestos de trabajo, o con empleos indirectos.

Y casi sin pensarlo, de nuevo estamos a dos ‘clicks’ de la comodidad total, esa que justifica todo aquello que también adoramos criticar.

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