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La pandemia abre servicios de lujo que pueden pagar los más adinerados

Dragana Milanovic se prepara para una depilación con cera de MySpa2Go, un servicio de belleza en casa, en Nueva York, el 3 de julio de 2020. (Natalie Keyssar/The New York Times)
Dragana Milanovic se prepara para una depilación con cera de MySpa2Go, un servicio de belleza en casa, en Nueva York, el 3 de julio de 2020. (Natalie Keyssar/The New York Times)

En el dormitorio de su apartamento en el East Village de Nueva York, Alison Mazur se relajó en su silla y suspiró contenta mientras una experta en belleza le pintaba las uñas con un barniz gris pardo. Era la primera manicura-pedicura profesional que le hacían en cuatro meses, desde que las restricciones por el coronavirus ocasionaron que los salones de belleza de todo el país cerraran sus puertas.

Mazur tuvo que suspender sus tratamientos de belleza habituales, los cuales incluyen manicuras frecuentes. Sin embargo, entre la ansiedad por el virus y el estrés de operar su negocio de fotografía, a la larga se dio cuenta de que deseaba tomarse un tiempo para consentirse.

“Pensé: ‘¿Qué demonios?, vivo en la ciudad de Nueva York, tiene que haber una compañía que esté haciendo algo para mantener las rutinas de cuidado personal en este momento’”, dijo.

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Una búsqueda en Google la llevó a MySpa2Go, cuya sede está en esa ciudad y brinda servicios a domicilio de uñas, depilación con cera, faciales, maquillaje, extensiones de pestañas, cortes de cabello y masajes, por un precio elevado. Una manicura-pedicura de lujo cuesta 125 dólares, una tarifa notablemente más alta que el precio habitual en un salón de belleza en la ciudad de Nueva York.

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“Al considerar que no me habían hecho una en tanto tiempo, fue un placer especial”, dijo Mazur.

Antes de la pandemia, recibir una manicura, comprar un boleto de cine, asistir a una clase de ejercicio o ir de compras eran pasatiempos relativamente asequibles para la clase media alta. Sin embargo, el virus ha hecho que esas actividades sean cada vez más exclusivas, disponibles a precios de lujo para quienes son lo suficientemente acaudalados como para disfrutarlos en un ambiente privado.

¿Extrañas ir al cine? Por unos 350 dólares puedes rentar una sala completa en Moviehouse & Eatery, una cadena de cines de lujo en Texas. ¿Estás ansioso por retomar tu rutina de ejercicio? Gymguyz, una compañía de entrenadores personales con sede en Plainview, Nueva York, ofrece rutinas individuales con distanciamiento social en los hogares o patios traseros de los clientes por entre 70 y 100 dólares.

Estos servicios son la extensión de una tendencia que precede al virus, una división invisible que se impone entre los estadounidenses más ricos y todos los demás en aviones, cruceros, incluso en el sistema de salud. Eso permite que los clientes acaudalados puedan saltarse la fila para ocupar los primeros lugares y así poder evitar las multitudes, las molestias y perder el tiempo.

Un grupo de Swimply, un servicio que te permite rentar una piscina privada en el patio trasero de otra persona por entre 45 y 60 dólares la hora, disfruta de una alberca alquilada en Woodmere, Nueva York, el 15 de julio de 2020. (Amr Alfiky/The New York Times)
Un grupo de Swimply, un servicio que te permite rentar una piscina privada en el patio trasero de otra persona por entre 45 y 60 dólares la hora, disfruta de una alberca alquilada en Woodmere, Nueva York, el 15 de julio de 2020. (Amr Alfiky/The New York Times)

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Sin embargo, en el mundo de la COVID-19, las multitudes y las filas son más que solo inconvenientes, son amenazas a la salud y, en algunos casos, a la supervivencia. Por ello, la pandemia ha dado a los clientes adinerados un mayor incentivo para aprovechar los servicios de lujo que los separan físicamente de las masas.

“La idea de que todos estamos juntos en esta pandemia es, de cierta forma, correcta”, dijo Eric Klinenberg, sociólogo de la Universidad de Nueva York. “Sin embargo, rápidamente es socavada cuando queda claro que millones se sienten atrapados y algunas personas selectas tienen su propio yate o avión de lujo y los usan como una vía de escape”.

Servicios a domicilio se duplican por la pandemia

La demanda por los servicios de MySpa2Go se cuadriplicó desde el inicio de la pandemia y la compañía tiene una lista de espera de entre diez y quince personas al día, dijo su propietaria, Lori Traub.

“Las personas han estado llamando y rogando por los servicios, nos han dicho que pagarían cualquier cantidad de dinero para que les prestemos nuestros servicios”, relató. “Literalmente nos dijeron: ‘Cóbrame el doble. Cóbrame el triple. Pagaré lo que sea para obtener el servicio’”.

Traub dijo que la compañía no había incrementado los precios de manera significativa durante la pandemia. MySpa2Go exige a todos los miembros de su personal que usen equipo protector, incluidos cubrebocas y guantes, mientras realizan los servicios, y que usen herramientas desechables tanto como sea posible.

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Blade, una compañía de helicópteros y aviones privados, ha registrado un aumento de clientes para sus vuelos, como uno que va desde Nueva York hasta Los Hamptons por 795 dólares. Elite Adventure Tours, con sede en Los Ángeles, está recibiendo más solicitudes para renta de yates para excursiones de verano con distanciamiento social, con un costo de 15.000 dólares por día.

Nemacolin Woodlands Resort, ubicado en 800 hectáreas de las montañas de Allegheny en Pensilvania, ofrece un retiro con distanciamiento social. Por una tarifa de hasta 900 dólares por noche, los huéspedes cuentan con un mayordomo que planea actividades recreativas privadas, incluyendo ver películas por su cuenta en el cine del complejo vacacional o disfrutar del uso privado de sus canchas de tenis, museos o tiendas.

Los negocios de gama alta también están comercializando una de las comodidades más anheladas en la era de la pandemia: el cuidado de los niños.

La agencia Westside Nannies de Beverly Hills, California, ha recibido una cantidad abrumadora de solicitudes de personas con experiencia como consejeros de campamentos de verano para cuidar a niños, o mejor aún, para planear actividades individuales al estilo de un campamento, dijo Katie Provinziano, la directora general de la agencia.

“Los padres realmente quieren que sus hijos tengan una sensación de normalidad y un poco de esa típica experiencia de verano pese a las restricciones de la pandemia”, dijo ella.

Victoria O’Flahavan de West Hollywood, California, contrató a una niñera a través de la agencia para que cuidara a su hijo de 3 años mientras ella atiende a su hija recién nacida. La niñera, que cobra 28 dólares la hora, organiza actividades de verano como plantar tomates en el jardín y montar un puesto de venta de limonada.

“Me alegra que tenga algo que le cause ilusión, porque ha pasado mucho tiempo sin interactuar con otros niños, algo que simplemente me rompe el corazón”, dijo O’Flahavan.

Westside Nannies dijo que ha visto un incremento del 300 por ciento en las solicitudes de padres que desean contratar a “educadores privados” en casa de tiempo completo, los cuales habitualmente cobran alrededor de 50 dólares la hora.

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Los padres también están encontrando maneras de que sus hijos sigan persiguiendo sus ambiciones atléticas. En Hopkins, Minnesota, 43 Hoops Basketball Academy ofrece entrenamientos privados con precios que oscilan entre los 75 y los 90 dólares la hora. Koa Sports, en Bethesda, Maryland, proporciona experiencias de campamento de verano con distanciamiento social para grupos pequeños de niños, siempre y cuando una de las familias participantes ofrezca de manera voluntaria su patio trasero para la diversión. Elite Method, en Englewood, Nueva Jersey, ofrece entrenamiento deportivo uno a uno “estilo ‘concierge’” y mentoría para niños en su propio patio por el precio de 250 dólares por cada sesión de noventa minutos.

“Las personas que pueden costear esto, las personas que pueden pagar 50 dólares la hora a educadores privados para que vayan y den clases a sus hijos o contratar a un consejero para crear un campamento de verano para sus hijos, son realmente el peldaño superior de la sociedad”, dijo Provinziano.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company