La Mansión del Trap y el quiebre estético del triángulo de Duki para descubrir la esencia de todas las cosas
Las puertas están cerradas y eso las transformó en un mural digno de aquellos tiempos de Siqueiros quien buscaba espacios grandes porque sino sentía que no podría decir grandes cosas. En Antezana 247 había una casa habitada por una familia que supo ser un hogar para sus tres hijos. Pero el tiempo pasó, los padres ya no están, y ahí sucedió lo inexplicable, la casa se transformó en una Mansión que aprisiona diversos tiempos.
Miles de personas hoy se acercan, y si bien no pueden entrar sí dejan su mensaje, inscriben sus palabras en ese frente que ahora es un pergamino viviente. ¿Qué fue lo que pasó? ¿Quiénes estuvieron ahí? Y lo que es más misterioso: ¿Qué sucede si se logra ingresar?
Al contrario de lo que todos piensan el secreto para entrar en la Masión es que su entrada no está en la puerta. Por supuesto se debe pasar por ahí, y hacer todo un recorrido por el mítico lugar, algo que ya hicieron sólo algunos privilegiados, pero la puerta real nunca estuvo ahí. Para entenderlo primero hay que tener la fortuna de recibir una invitación especial.
En este caso se debió a un evento organizado por la agencia creativa A-Train Lab para mostrar cómo utilizaron sus espacios para realizar una campaña que acerque a las nuevas generaciones hacia la marca de stylling Roby. "Uno no se da cuenta pero en un año una persona realiza unos 10.500 cambios en su look, sea por la ropa, accesorios o peinados. Tenemos muchísimas formas de presentarnos al mundo", señala Ariel Traversor, CEO y Founder de la agencia. En Duki eso se ve hasta un extremo: hizo de su propio rostro un material de comunicación. Y el más mítico de sus tatuajes sucedió precisamente en La Mansión.
El recorrido por una casa de familia que muta en la materialización del Trap está lleno de sorpresas. Quedan vestigios de varias épocas que se mezclan para que el efecto sea difícil de olvidar. Hay pequeñas esculturas, toques góticos, objetos colocados en lugares insólitos, y otros que remontan a principios del siglo XX. También hay multitud de reformas que nos llevan por tiempos más modernos y hasta ahí mas o menos sería lo esperable. Pero aparecieron ellos.
Los chicos venía de su primer éxito. Las competencias de freestyle del Quinto Escalón. Eso les dió visibilidad, y Duky, YSY y NEO deciden comenzar una nueva etapa como artistas. Alquilan la casa quizá gracias a que Alejandro Farache, uno de los tres hermanos dueños de la casona, no los conociera ni sospechara lo que iba a suceder: un ingreso directo a "modo diablo". Esa forma apasionada y casi diabólica que todos llevamos dentro pero que ellos iban a exteriorizar.
La Mansión sería parte inevitable del nuevo arte que iban a crear. No sólo porque ahí Duki grabó uno de sus temas emblemáticos: Rockstar, sino porque testimonia algo que toda empresa debe conocer: el entorno es parte esencial de la innovación. Y así comienza su transformación. Los decorados clásicos son intervenidos de varias maneras, y todos los objetos hablan de una época que estaba creando su flow.
Quizá uno de los grandes misterios estaba en el sótano. Yendo hacia abajo esta el cuarto que usaron para tatuarse. Ahí Duki se tatuó debajo de cada ojo las alas de un ángel y un demonio. Un testimonio del yo y sus múltiples personalidades como lo expresara el poeta portugués Fernando Pessoa. Por ese viaje iniciático del yo comenzaron a suceder muchas cosas. Pero para eso hay que descubrir la otra puerta que no está abajo sino arriba.
La Mansion contiene la escalera de un faro. Casi sin proponérmelo comencé a subir. Y así seguí hasta el último piso que daba a la terraza. Del otro lado de la puerta se divisana un fantasma que comenzó a ser real: una chica estaba encerrada en el exterior. Golpeaba la puerta y no podía entrar. Estaba atrapada en el afuera, moviendo el picaporte nerviosa e infructíferamente. Bajo la mirada hacia el picaporte y veo que la llave existía y estaba ahí de mi lado. Si sí, le abrí. Pero el punto es que desde esa puerta se puede ingresar a la mansión, a la real, donde se ve una escalera espiral que va directo a un sótano. Una espiral que recorre todo tipo de emociones y que conlleva la estética del Trap: la que cuenta experiencias auténticas y la que duele porque alguien mas se llevó la llave.
Ese trap que nace quizás desde el momento en que "cada cada cual tiene un trip en el bocho" mientras Duki canta: "No soy Charly García / pero escribo poesía / cuando estoy en el cuarto". La Mansión tiene múltiples cuartos, y tiene como se dijo un sótano. "Lo que mas me sorprendió cuando los visité es que usaran tanto ese lugar. O sea la casa tiene mas de 620 metros cuadrados. Y cuando recuperamos vimos que hasta dormían ahí", dice Farache. La búsqueda de Modo Diablo implicó bajar a la oscuridad y La Mansión entre sus múltiples universos ofrecía el lugar del no Sol.
Ese viaje hacia el fondo esta tapizado por un escritor francés. Un hombre que se cansó de hacer biografías. Que huyó de la ocupación alemana para volver a luchar por su país. Y que escribió una novela: "Tierra de Intromisión". Sus páginas están pegadas sobre la pared. Algunos sólo miran que son páginas de un libro viejo, uno cualquiera que tomaron porque sí. Sin embargo André Maurois regresa y la Intromisión se hace carne en trap: los chicos iban a escupir todo lo que tenían dentro: "Mami no voy arma'o pero to'a mi' líricas son balas", dispara Duki que también es Mauro pero no sabemos si es Maurois.
A Duki no le importa mucho tener una voz de cantante profesional y usar autotune. Se subió a la ola tecnológica que ahora se ve en toda su dimensión con la Inteligencia Artificial Generativa. Lo que realmente importa es tener algo para decir. El pintor Peréz Celis una vez me dijo: "A mi una pintura me interesa cuando veo sangre. O sea no me fijo en la parte técnica, en si está bien o mal pintada, lo que me abre los ojos es cuando hay sangre". El Trap es una ametralladora de palabras, que buscan decir algo, que funciona cuando se habla de algo auténtico en el sentido de que sus protagonistas sí lo vivieron. Eso que se siente cuando se abre la otra puerta y se descubre que todo el faro nació de ese sótano.
La Mansión está intervenida de diversas formas. Una cerca blanca al fondo fue pintada y ahora contiene los nombre de las leyendas: Duki - YSY y Neo. Nada que al dueño del lugar le pudiera gustar. Los ruidos además eran molestos para los vecinos. El lugar vivía a pura fiesta ya que organizarlas fue una de las formas que buscaron para subsistir. No estuvieron demasiado tiempo ahí, sólo ocho meses, pero sin embargo la intensidad creativa que vivieron lo tranformó en la cuna del Trap argentino. Los dueños desean vender la casa pero con la idea de que se siga preservando la memoria del lugar. Lo que se supone que le quitaba valor es lo que ahora se lo está dando. Y sino también sirve para eventos, como bien lo vieron en A-Train Lab.
Duki hoy está sentado sobre las mieles del éxito. Llenó el Bernabeu y tiene vendidos dos Rivers pero sus fans deben esperar hasta diciembre. Además hasta dio una charla en Endeavor donde les destacó a los jóvenes lo increíble que es tener la magia de aprender. "Cuando aprendemos se nos abren posibilidades ilimitadas", dice.
Es bastante notable visto desde las bandas de los '80 como el Trap llegó a dominar la escena. Quizás es que ese plano de armonías sofisticadas y grandes voces formó un Everest. Quién puede ganarle después de todo a Rapsodia Bohemia. Pasaron los años y en plena era tecnológica la paleta de colores se fue sin embargo hacia algo más primitivo, con menos tecnicismo pero apuntando a lo esencial. A las palabras y las cosas.
El fundador de la semiótica Charles Peirce decía que se deben crear palabras nuevas para conceptos nuevos. El Trap es un arte para entrar en ese juego. El viaje de la música se dirigió hacia otro plano. Uno en el cual intenta rescatarnos porque estamos afuera. Y debemos atravasar una puerta. Pero la llave, la llave, siempre está del otro lado de las cosas que más nos importan.