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Después de Manzanero. Quiénes son los artistas que mantienen vivo al bolero

Alejo “Chino” Amado comenzó como un juego con el género, para "desacralizar el amor", dice
Alejo “Chino” Amado comenzó como un juego con el género, para "desacralizar el amor", dice

“Sin ti… que me puede ya importar”, “cuánto tiempo disfrutamos este amor, nuestras almas se acercaron, tanto así”, “tú, que sabes que somos dos amantes que vivimos dos vidas diferentes”, “ya no estás más a mi lado, corazón”, “reloj, no marques las horas porque voy a enloquecer”, “espérame en el cielo, corazón”, “mujer, si puedes tu con dios hablar’'.

El bolero es un fragmento de un discurso amoroso. Un género que tiene, no ya una literatura propia (como el rock, los standards americanos de jazz o la canción italiana) demarcada, original y reconocible, sino todo un único tema, infinito, que lo atraviesa: el amor. Así, canciones como “Lágrimas negras”, “La gloria eres tú”, “Encadenados”, “Noche de ronda”, “Solamente una vez”, “Perfidia”, “Dos gardenias”, “Lo dudo”, “Perfidia”, “Abrázame así” componen, entre muchas, una lista interminable que ideó el cancionero, que acaso por el halo histórico de su época (antes de que el mundo se transforme para siempre con el fin de la Segunda Guerra Mundial), hoy permanece y retorna. O acaso nunca se haya ido por la cualidad y calidad de su clasicismo.

Mel Muñiz, la chica que le da nueva vida al bolero

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Cuando a fines de este año se cumpla el primer aniversario de la desaparición física del Rey del romanticismo Armando Manzanero (autor entre otras canciones de “Somos novios”, “Esta tarde vi llover” o “Contigo aprendí”), este género podrá hacerse muchas preguntas. Por qué, junto a la universalización de la bossa nova brasilera o el rock, fue tan popular en todo el mundo, con compositores e intérpretes tan disimiles. El arco que va de Chavela Vargas al chileno Lucho Gatica, o de Chico Novarro y a The Beatles, es global y amplio. De los Fab Four no solo suena convincente aún hoy la interpretación de “Bésame mucho” de Consuelo Velázquez, sino que canciones de la dupla Lennon–McCartney, como “And I Love Her’ o ‘If I fell’ tienen una impronta bolerística hasta en sus letras: “Si te amara yo también, oh por favor, no hieras mi orgullo como ella, no podría soportar tanto dolor, y me entristecería si nuestro nuevo amor fuese en vano”.

“Elegí el bolero por su espesor dramático, fatalista", cuenta Mel Muñiz, quien  con el bolero como base, sorprende con su primer álbum en solitario, "Aguerrida"
Archivo


“Elegí el bolero por su espesor dramático, fatalista", cuenta Mel Muñiz, quien con el bolero como base, sorprende con su primer álbum en solitario, "Aguerrida" (Archivo/)

Nació tanto en las costas del Caribe como en el golfo de Yucatán y de allí la matriz de sus dos grandes vertientes y aguas: el bolero mexicano y bolero cubano. Se cree que su origen es, como el de muchas músicas latinas, español. Existe un bolero español del siglo 18, pero que está más cerca de la música clásica y romántica y que originó boleros como el de Chopin o el famoso “Bolero” de Maurice Ravel. Cuba y México, meca de los amantes del bolero, desarrollaron desde los años 30 ese lenguaje específico y singular. Un tipo de acompañamiento, más de guitarras o de piano (con el irrepetible y artista único Bola de Nieve) en el primero y más orquestal en el segundo. De todas maneras, el bolero fue tiñendo con su discurso amoroso los sentimientos de todo un continente que encontró en el romanticismo de sus letras, una música para sus clases medias y populares.

Es la historia de un amor

Gracias a los bailes, también llamados “malones” y “asaltos”, la radio y la nueva invención del tocadiscos hogareño, el bolero floreció. Primo del tango y con la prematura muerte de su ídolo máximo, Carlos Gardel en 1935, el bolero llegó hasta lugares impensados.

Quiero emborrachar mi corazón

Para apagar un loco amor

Que más que amor es un sufrir

“Del bolero nos atrajo lo delicado; de ahí nuestro nombre" cuentan Los de Seda, un trío formado en Buenos Aires
archivo


“Del bolero nos atrajo lo delicado; de ahí nuestro nombre" cuentan Los de Seda, un trío formado en Buenos Aires (archivo/)

“En los 30 se pensó que el bolero era el gran rival del tango –cuenta Sergio Pujol, historiador de la cultura argentina, autor, entre muchos títulos, de Historia del baile–. Pero el bolero llega como una canción de delectación romántica. Su rasgo es que, tanto quien lo escucha (y hasta quien lo compone) entra en un círculo vicioso y romántico, un tono confesional y de diálogo íntimo. En todos los boleros estás oyendo a un tipo que le está hablando a la mujer (o viceversa), aunque no use la segunda persona del singular. Por otra parte, se bailaba muchísimo y era la gran oportunidad que tenían los adolescentes de los 40 y 50 de apretar en las pistas de baile. Para los que investigamos, el bolero es fascinante porque tiene lo que Ramón Gomez de la Serna llamaba una ‘sentimentalogía’, o sea, una sensibilidad erótica y una información de los códigos de una época: se trata en muchas de sus letras de amores prófugos, que no debieron haber sucedido o asignaturas pendientes. Y en este punto es más transgresor que el tango: no tiene esa carga admonitoria y moralizante respecto a la mujer”.

Canciones de amores clandestinos, imposibles e ilusorios. Una prueba de la relación de ese imperio y cancionero clásico de las pasiones con nuestra posmodernidad es el cine de Wong Kar-wai. Para su obra maestra, Con ánimo de amar (justamente sobre un amor trunco), y su secuela, 2046, utilizó casi exclusivamente boleros. Qué decir del universo autoral del cine de Pedro Almodóvar que dio vida nueva a las figuras de Chavela Vargas o La Lupe. Para Juan Pablo González, musicólogo chileno, el bolero se aproxima “políticamente” a nuestra época. Y por la arista menos pensada, la de la mujer. “Puede haber machismo en el bolero –contextualiza–, pero la mujer en el bolero no es aquello de ‘ya no sos mi Margarita, ahora te llaman Margot’. La mujer no está condenada como en el tango, puede desarrollarse, tener éxito en la vida”.

Manzanero junto a Omara Portuondo, en una presentación en La Habana en 2018
JORGE BELTRAN


Manzanero junto a Omara Portuondo, en una presentación en La Habana en 2018 (JORGE BELTRAN/)

Pero, ¿qué hay de la cualidad musical melódica del bolero, esa que lo inmuniza también del paso del tiempo? El bolero canción –explica Pujol– se expandió por el continente de una manera increíblemente rápida. En comparación con el tango, nadie le impugnaría a un cantante de boleros no ser mexicano o cubano, algo que sí sucede con nuestra música rioplatense que tiene una identidad muy fuerte con Buenos Aires. Otro rasgo de modernidad es que tiene similitudes con el jazz. Utiliza ciclos armónicos similares a los standards, por eso funciona tan bien un disco como Nocturne, del contrabajista Charlie Haden, o la versión de “Esta tarde vi llover”, de Bill Evans.

El bolero, continúa González, tiene un refinamiento desde sus orígenes, que jamás perdería. “Proviene en parte de esa canción romántica de piano y voz. Y sus letras son refinadas, como el modernismo de la poesía de Rubén Darío, pero con ‘calle’, popular. Pero incluso la historia de su éxito depende también de la tecnología y la música europea: con los discos de 78 rpm, de 3 minutos por cada lado, no se podía ni siquiera grabar el aria de una ópera. Y los grandes tenores s comienzan a registrar canzonettas y canciones populares italianas hasta llegar el repertorio del bolero. Y los arreglos musicales, dado el tipo de cantante lírico que eran, tenían que estar a la altura.

Sergio Pángaro es otra figura ineludible, tanto del bolero como de la estética de los 50
GUSTAVO SEIGUER


Sergio Pángaro es otra figura ineludible, tanto del bolero como de la estética de los 50 (GUSTAVO SEIGUER/)

La conexión local

Cada país produjo a sus boleristas (Lucho Gatica, por ejemplo, que triunfó en México, era chileno). Argentina alcanzó figuras prominentes como Mario Clavell y Estela Raval. Y el bolero, a medida que se seguía modernizando (y de la mano de las muchas encarnaciones del fundamental trío Los Panchos), tuvo en nuestro país intérpretes de talla internacional como María Marta Serra Lima o de ejemplar sutileza, como Chico Novarro. Les Luthiers llega al final de la era del bolero con sus exquisiteces lingüísticas e instrumentales, para hacer ironía y reconocimiento al mismo tiempo: allí las extraordinarias “Perdónala (bolérolo)” y el “Bolero de Mastropiero”, haciéndoles cosquillas a todas las consignas del género (“Te amo, te amo, te amo, te amo, te amo… En realidad, te aprecio, te estimo... bastante…”). Unos pocos artistas continuarían esta música: Horacio Molina, con su toque único para el tango o el bolero (escuchar si no sus versiones aboleradas de clásicos de Joan Manuel Serrat de fines de los 60) y mucho después el virtuoso del bajo eléctrico en el jazz, Daniel Maza, quien también le imprimió un estilo nuevo e inimitable. Y seguramente Sergio Pángaro, el referente del género en la actualidad, que desde Baccarat lleva más de dos décadas cantando boleros.

A fines de los 80, entre lugares como el Parakultural y la cultura under, el bolero asumió un nuevo resurgir. En parte gracias a Los Amados, que recogían todo aquel viejo kitsch del bolero para darle justo reconocimiento, entre devoción y desparpajo; entre puesta en escena lujosa e imaginativa y canciones románticas. Hoy, hace tres décadas que Alejandro Viola, o su álter ego en escena, Alejo “Chino” Amado, lidera este grupo que fue fundamental para que nuevas generaciones conozcan esta música.

-¿Qué te atrajo del bolero?

-En realidad llegué al bolero como un juego. Después de una primera presentación en 1989 cantando en una fiesta, sentí que me disparaban imágenes: imágenes de películas, imágenes de amor, de todo que tiene que ver con los sentimientos y de cómo lo vivimos y los idealizamos. Y noté cómo todos estos temas están arraigados en una parte importante de la sociedad y de la vida amorosa. Yo estaba estudiando Comunicación Social y sentí que aquello se relacionaba con comunicar mis propias ideas sobre las relaciones de pareja. Desacralizar el amor.

-¿Y qué opina del bolero en el siglo XXI?

-Que es muy importante el humor en una pareja, un ingrediente que debe mantenerla fresca, renovada. A veces la rutina diaria hace que se pierda vivir con humor. Creo que, si es importante en la actualidad escribir un bolero teniendo en cuenta los avances que ha tenido la sociedad, sin perder el objetivo principal que es hablar del amor, el sentimiento universal que siempre buscaremos.

Por suerte, Los Amados no están solos. Actualmente, hay una plétora de grupos, de generaciones aún más chicas, que dieron cuenta de su legado. El grupo Los de Seda, por ejemplo, toma la concepción minimalista y breve de Los Panchos, pero utiliza un instrumento bien de la época como el ukelele y la sofisticación del clarinete. Y todo a tres voces. Tienen composiciones propias, pero también interpretan una versión abolerada del clásico de Los Auténticos Decadentes “Loco (tu forma de ser)”. “Del bolero –cuenta el cantante principal, Nicolás Arevalo– nos atrajo lo delicado; de ahí nuestro nombre, Los de Seda: una tela agradable al tacto, al roce. Como una seda y la sensación de cariño que da el bolero, tanto en la música como en la letra. Al principio hacíamos standards de jazz, de Chet Baker, pero nos atrajo más el bolero y todos los integrantes nos dimos cuenta que de chicos en nuestras casas se oían boleros”.

Otros tantos artistas locales que se abocaron al bolero son Las Perlas (cuatro integrantes, tres argentinas y una chilena) con un notable y hasta ahora único EP disponible en plataformas digitales, donde se siente todo el brío de los conjuntos de la época dorada. O la agrupación Agua de Florero, que interpreta clásicos y canciones de Chico Novarro. Mel Muñiz, que viene de grupos disruptivos como Las Taradas, La Familia de Ukeleles y Bourbon Sweethearts, también se basó en el bolero para su asombroso disco debut, Aguerrida. “Elegí el bolero por su espesor dramático, fatalista. En el disco mezclo los géneros latinos, porque de hecho vos escuchás a músicos como Agustín Lara o Toña La Negra y toda la música se mezclaba. Los músicos eran músicos. En mi disco hay canciones de mujeres que se empoderan. Componer un bolero en el siglo XXI significa tomar prestados todos los recursos musicales de este género”.

De México a Chile, con Natalia Lafourcade o Lila Downs, con La santa Cecilia, Chico Trujillo o la cada vez más ascendente Mon Laferte, el género, bañado no en aguas de la pureza, sino de la libertad y el presente, respira.

O, como dice Alejandro Viola, líder de Los Amados, ‘’el bolero, más allá de algunas excepciones, seguirá siendo el género que le canta al amor”.