Martín Guzmán, en la mira del kirchnerismo: por qué ahora adopta la "doctrina Guido Kaczka"

Martín Maximiliano Guzmán está en boca de todos. Las especulaciones sobre su suerte se multiplican por estas horas. Al ritmo vertiginoso de la inflación aumentan también las versiones sobre su futuro.

¿Sigue? ¿"Lo van"? Como el movimiento se demuestra andando, el paso de los días y las semanas nos dará la respuesta certera. Mientras tanto, más allá de los interrogantes sobre el devenir del ministro de economía, su presente y su pasado inmediato resultan de interés para el análisis.

Si las voces que se escuchan desde el kirchnerismo dicen la verdad, el titular del Palacio de Hacienda le mintió nada menos que a "la Jefa" sobre las características que finalmente adoptó el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. ¡Tomá mate con chocolate!

¿Guzmán logró engañar a Cristina Kirchner? Un logro inesperado para el economista.

La gambeta de Guzmán a Cristina

El economista platense, posdoctorado en la Universidad de Columbia y con muy poco recorrido por las calles argentinas antes de asumir su responsabilidad, logró lo que nadie en estos años: sorprender a Cristina combinando astucia con rosca nativa y global. El pupilo de Stiglitz, experto en papers académicos y -según Wikipedia- miembro del grupo de investigaciones sobre "Inestabilidades y Externalidades Macroeconómicas del Institute for New Economic Thinking´s Taskforce de Nueva York" parece haber hecho uso de sus habilidades intelectuales y también de las futbolísticas para dejar en orsay al equipo de la más talentosa jugadora del torneo local.

La confesión de los máximos referentes de "La Cámpora" es un reconocimiento implícito, casi un elogio. Y también la aceptación de cierta debilidad. ¿O acaso hubiese sido pensable poco tiempo atrás que un funcionario a tiro de decreto como "El Chapo" argento lograra semejante hazaña? Claro que concederle tanta estatura no es parte de los planes K. La forma de devaluar sus méritos es señalar que pudo realizar su tarea por el madrinazgo de Kristalina y la tolerancia presidencial. Y sobre esta hipótesis contraatacar señalando que el acuerdo es letra muerta por la guerra internacional y el conflicto interno que ocasionó.

Vayamos por partes. Es cierto que Georgieva demostró empatía para con el joven economista y él le devolvió la cortesía. Ninguno exigió demasiado. Por mutuo consentimiento bajaron banderas incómodas. No hubo demandas de reformas previsionales y laborales ni plazos de pago a veinte años o reducción de sobretasas. Por ahora, ambos se consuelan con patear el asunto para adelante.

En cuanto al rol de Alberto Fernández, es evidente que tiene más dudas que certezas respecto de la receta macroprudencial de Guzmán "para tranquilizar" la economía. Pero aun así dejó y deja hacer para fastidio de su mentora y de la progresía vernácula.

Bajo asedio, Guzmán acude a la doctrina de Guido Kaczka.

Guzmán y la "doctrina Guido Kaczka"

Juntos, Presidente y ministro, adhieren a la doctrina Guido Kaczka para articular su relato: la economía "está mal, pero no tan mal". Se apoyan en datos objetivos respecto al nivel de actividad, la recuperación de empleo, la estabilidad del mercado de cambios y la reducción de la brecha entre el dólar oficial y los alternativos.

Claro que la inflación en los niveles de estos meses opaca los indicadores con mejor desempeño. Y a falta de soluciones para el problema que más inquieta a la población, al menos se requieren culpables.

"Juntos, Presidente y ministro, adhieren a la doctrina Guido Kaczka para articular su relato: la economía 'está mal, pero no tan mal'"

Un candidato natural, por responsabilidades objetivas, es el ministro. El otro debiera ser, también apelando a las responsabilidades objetivas, Miguel Pesce. Pero el presidente del BCRA tiene la suerte de no padecer el fuego amigo. Para él no hay un Feletti que le recuerde sus obligaciones en vivo y en directo.

Mientras tanto, el team de la vice tiene que sacar del medio después de comerse el gol mientras el otro equipo, que ni siquiera amaga con ponerse un nombre o elegir una camiseta de distinto color, se concentra defensivamente en su propia área esperando que le lluevan los pelotazos. Busca hacer tiempo y confía más en la carencia de definición ajena que en las fortalezas propias. Elementos para alimentar esa fe no les faltan.

Detrás del "fulbito para la tribuna" no parece haber mucha sustancia en el ala crítica del Frente de Todos. Las reiteraciones del estilo: "hay que cerrar los números de la economía con la gente adentro" suenan a chamuyo. No responden a la pregunta obligada: ¿cambiar por quién y para qué?

Posiblemente, en ello radique la secreta esperanza de Martín Maximiliano Guzmán para continuar en el cargo. Con resignación cristiana digna de los tiempos de Pascuas, el 60% de la sociedad (según Aresco) juzga al acuerdo con el Fondo como una necesidad tan amarga como inevitable. Los indignados son minoría y no tienen programa ni referentes alternativos. Quizás el éxito temporal del ministro sea encarnar el posibilismo colectivo.