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Más ruido que certezas: la cultura y el negocio del eBook no despegan

En la era de la digitalización, los soportes tradicionales están cayendo en desuso. En los últimos años, los CD están siendo sustituidos por Spotify; los DVD, por Netflix y la prensa impresa está perdiendo fuerza en favor de la digital. Sin embargo, las librerías no se han visto amenazadas ante estas nuevas tendencias, y es que los eBook, o libros digitales, no han llegado a calar del todo en la sociedad.

Los primeros lectores de eBook se empezaron a comercializar entre 2006 y 2007, de la mano de grandes empresas como Sony o Amazon. En la Feria de Fráncfort de 2008, conocida como ‘el mayor evento editorial del mundo’, se pronosticó que el libro digital iba a sustituir casi completamente al libro físico en un futuro cercano. En concreto, los resultados de una macroencuesta de la organización entre mil editores de 30 países reflejaron que 2018 sería el año en el que el libro electrónico superaría en volumen de ventas al negocio tradicional. Una previsión, cuanto menos, desencaminada: las ventas no solo han crecido de forma muy paulatina, sino que han experimentado incluso un leve retroceso.

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MUJER LEE EN LA PLAYA EN UN EBOOK FOTO: CLARA MARGAIS /GETTY IMAGES
Mujer lee en la playa en un eBook. Foto: Clara Margais / Getty Images

Un estudio sobre 450 editoriales estadounidenses calculó un descenso del 10% en 2017 respecto al año anterior, aunque no contabilizaba las operaciones de Amazon, que aseguraba que sus ventas sí habían crecido. En Europa, el eBook nunca ha superado el 10% dentro del sector, excepto en Inglaterra, con un 15%. Alemania y Holanda están a la cabeza de la lista, con un 8% y un 6,6%, respectivamente.

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En España, por otra parte, el peso del eBook frente al libro tradicional ha decrecido considerablemente: las publicaciones en formato digital pasaron de representar un 14% del mercado editorial en 2017 a un 8% en 2018. Aún así, este país representa más de la mitad de las unidades de libros digitales en lengua española vendidos en todo el mundo (en concreto, un 61,2%), seguido de México, con un 26,6% del total, y de Estados Unidos, en el que suponen un 10,3%.

¿Por qué seguimos comprando libros en papel?

Los eBook ofrecen importantes ventajas frente a los libros impresos. Por un lado, está la posibilidad de portar decenas de libros al mismo tiempo, cambiando entre uno y otro cuando lo deseemos, y con marcapáginas incorporado para no perdernos. Muchos de ellos admiten también la posibilidad de realizar anotaciones al margen, y de editarlas o borrarlas cuando nos convenga. Por supuesto, los libros digitales son mucho más ecológicos, al eliminar directamente la necesidad del papel. Con la crisis medioambiental, los soportes electrónicos se presentan como una alternativa que cuida los bosques, un motivo con suficiente peso para decantarse por su adquisición.

Sin embargo, estas utilidades no consiguen ganarle la batalla al papel. Primero, porque para los aficionados de la lectura, pueden resultar muy rentables, pero para una persona que no tenga tiempo para leer, o que lo haga de forma más esporádica, su precio puede percibirse como caro. Segundo, por la sensación de desconfianza que genera los soportes electrónicos. Pese a los avances en la tecnología de tinta digital, una buena parte de la población sigue creyendo en los efectos nocivos para los ojos que puede conllevar la lectura a través de una pantalla. Tercero, por el ‘valor simbólico’ que aportan los libros. Las ediciones impresas admiten la posibilidad de ir acompañadas por llamativas portadas, además de contar con el característico olor agradable de sus páginas. Los libros físicos pueden ser almacenados en estanterías, siendo un elemento decorativo importante en hogares, o en empresas. Además, hay que tener en cuenta otros tipos de publicaciones, como los comics o los libros de determinados géneros, como la poesía: al contar con ilustraciones, cuesta mucho más adaptarlos al soporte digital.

Por tanto, serán las nuevas generaciones de lectores las que decidan sobre el futuro del eBook, ya que el negocio depende de la tecnología que está por venir. La cultura del libro digital no calará en los próximos años, al menos, hasta que no se ofrezca un producto tan innovador que sea capaz de sustituir al libro tradicional.

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