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Se termina la autopista soñada de Sergio Massa

La acumulación de dólares desvela al Gobierno
La acumulación de dólares desvela al Gobierno - Créditos: @Pixabay

En la autopista por la que circulaba Sergio Massa empezaron a aparecer señales que presagian el fin del asfalto y el comienzo del ripio. El despertar del dólar y una inflación que sigue fuera de control aceleran los tiempos en busca de soluciones para el día después del final del dólar soja, previsto para este viernes.

El Gobierno imagina un camino hacia el “ordenamiento” de la economía con baches que solo puede ir tapando la acumulación de reservas; es la condición para poder revertir las restricciones que no paran de sumarse, como las nuevas trabas a compras hechas en el exterior desde la Argentina, y para cumplir con la exigente meta con el FMI a fin de año.

En despachos oficiales trazan un mapa de ruta con mojones para acumular dólares: reducción del déficit fiscal, tasa de interés real positiva, inflación en baja y achicamiento de la brecha cambiaria. En la economía real, aumentar exportaciones, fomentar proyectos de inversión y construir el gasoducto Néstor Kirchner para reducir las importaciones de energía.

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La realidad por ahora hace ver lejanas esas pretensiones. Un informe del Ieral, de la Fundación Mediterránea, señala que la elevada comercialización de soja y liquidación de divisas –US$6000 millones– es un fenómeno excepcional y pronostica una caída para el último trimestre del año. Según el trabajo, la cifra estaría entre US$4600 y US$6000 millones. Para el director de Ciara-CEC (Centro de Exportadores de Cereales), Gustavo Idígoras, el cálculo es demasiado optimista porque el éxito del dólar soja se basó en el adelantamiento de liquidaciones que se iban a hacer entre octubre y marzo. Y recuerda que si bien quedan el maíz y el trigo, están amenazados por la sequía más severa de los últimos 20 años. Como solución, prescribe la medicina más amarga para el kirchnerismo: bajar las retenciones al sector, que están en 33%.

¿Volverán los días del goteo incesante de reservas? “La economía son incentivos; si no se espera devaluación, no hay crédito regalado para los productores y la tasa de interés acompaña, el campo va a liquidar; no vas a tener el golpe de las compras de energía ni las importaciones de bienes intermedios volando por miedo a una devaluación fuerte”, confía una fuente oficial.

Pero los pronósticos no siempre se cumplen. Acertó Massa, e incluso se quedó corto, en el monto esperado por el mecanismo del dólar a $200, pero no en qué haría el agro con los pesos recibidos, que se volcaron al dólar por miedo a una devaluación brusca e hicieron subir, en una semana, entre $10 y $11 el MEP y el contado con liquidación.

Similares expectativas hay en el sector industrial, y la Aduana las corrobora con sus partes de prensa diarios en los que denuncia la intención de las empresas de acceder al dólar oficial para sobrestockearse. “Hay que evitar que nos sigan choreando con los amparos”, dice una fuente oficial.

Los reclamos para poder importar gracias a esa vía judicial suman US$2600 millones, según declaraciones del secretario de Industria y Desarrollo Productivo, José Ignacio de Mendiguren. Economía analiza revisar los precios de referencia. Pero los casos denunciados no siempre comportan un delito, a menudo la intención es anticiparse a una devaluación. Como dijo Miguel de Unamuno, “vencer no es convencer”.

La suba de los dólares financieros atenta contra uno de los objetivos centrales del plan Massa. “¿Cómo estamos viendo lo que pasó esta semana?, como el culo; queremos bajar la brecha”, se sinceró un integrante del equipo económico.

No es gratis ni fácil armar esquemas a medida, pero en Economía dicen que analizarán en las próximas horas propuestas de las principales cámaras industriales para encarecer el dólar al turismo. En el Banco Central lo ven con buenos ojos y el ala cristinista del Gobierno deja hacer. Están decididos a avanzar para demostrar que los dólares conseguidos se van a cuidar, pese a las dudas técnicas y políticas.

La tentación del dólar Qatar es que el Gobierno gana a dos puntas: desaliento a la demanda por parte del turismo emisivo y aliento a la oferta del receptivo, que liquidaría sus dólares en el mercado formal y no en el blue, un objetivo que, tras un par de alternativas extravagantes lanzadas por el BCRA, como las cuentas para extranjeros, el Gobierno no logró alcanzar.

El dilema político pasa por la reacción de la opinión pública. “Se está viendo, pero si podés evitar meterte con la clase media mejor, mirá lo que pasó en 2001″, exagera el funcionario. El Gobierno hace equilibrio: la clase media no es el único público para atender. “Irrita a los tipos a los que les estás administrando los dólares”, admite la fuente oficial. “En privado te piden el dólar Qatar, pero cuando les decís que lo digan en público te contestan que no se quieren pelear con nadie; no hay magia, los dólares no están”, señala. El sábado, Mendiguren pareció solidarizarse con el reclamo industrial, su origen: “Lo que gastamos los argentinos en viajes al exterior son unos 460 millones de dólares por mes”, lamentó. Un guiño en esa dirección.

Mientras tanto, un caramelo. Economía anunciará que cada permiso para importar (SIMI) saldrá con la fecha precisa de entrega de los dólares necesarios.

Banalidades y temas de fondo

La necesidad de conformar a todos lleva a veces a errores no forzados, como en el caso de la promocionada intervención del Estado por el faltante de figuritas del Mundial. Fue el secretario de Comercio, Matías Tombolini, el que comunicó la novedad por Twitter, acompañada de una foto que generó revuelo por la liviandad de la problemática abordada y por la gran cantidad de funcionarios reunidos en torno de la mesa. Incluso los involucrados conceden que la difusión del encuentro fue una torpeza. Los kiosqueros plantearon a Panini que haga lugar a una distribuidora manejada por ellos; pese a la resistencia de la empresa, Tombolini pareció respaldar la idea. Quedaron en volver a reunirse. El enfoque intervencionista del Gobierno abarca todas las áreas de la economía, incluso las más triviales. Un revuelo anecdótico frente al que provocará un encarecimiento de los viajes al exterior.

Lejos del ruido, el Palacio de Hacienda empezó a mirar de reojo qué puede pasar el año próximo con las compras de energía, que explican gran parte del drenaje de divisas del invierno que acaba de terminar. El rubro combustibles y lubricantes insumió US$10.423 millones en ocho meses de este año. Las primeras licitaciones de compras de combustibles para 2023, tanto de gas como líquidos, podrían empezar a ser convocadas en diciembre.

Aunque la gran apuesta es tener el gasoducto Kirchner listo para junio próximo para reducir las necesidades de importación, funcionarios de la Secretaría de Energía saben que están justos con los tiempos. Por eso están en contacto permanente con la empresa dueña de los buques que transportan gas natural licuado (GNL), para no correr riesgos. El barco que este invierno atracó en el puerto de Bahía Blanca para reforzar el abastecimiento se fue el 30 de agosto a Finlandia con un contrato a 10 años y no volverá. La incertidumbre por la continuidad de la guerra en Ucrania hace que Europa busque previsibilidad y, a medida que se acerca el invierno en el hemisferio norte, se dispara la demanda global. “Será cuestión de sentarse, agarrar pochoclo y ver cómo van subiendo los precios”, anticipa un experto del sector.

Ahora el Gobierno negocia con Excelerate Energy y con Alemania para que un barco contratado por ese país para el otoño boreal de 2023 permanezca la primera mitad del año en la Argentina. El objetivo de las conversaciones, lideradas por el subsecretario de Hidrocarburos, Federico Bernal, es que el país no se quede “en banda” .

Un mal cálculo en esta materia sale mucha plata; lo saben los exfuncionarios de Mauricio Macri, que en 2018 despidió públicamente al barco de Bahía Blanca. Aquel acto simbólico costó US$200 millones extras en 2019 porque tuvo que recurrir a alternativas de abastecimiento más caras. Con un año electoral por delante, además de la pérdida de dólares escasos podría haber un costo en votos. A menudo las lógicas de la política y de la economía entran en colisión. Mucho más que el derecho de viajar y los puestos de trabajo.