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Muebles, cash y apartamento: escritor desalojado encuentra ‘amigos en tiempos difíciles’

Con 76 años, Ismael Lorenzo se vio en la calle, sin muebles, unas pocas ropas y el dolor de cabeza de conseguir una nueva vivienda, con solo $900 de ingresos al mes, en Miami, donde los apartamentos de un cuarto cuestan más de $2,000.

Su caso conmovió a muchos y alertó a otros que vieron “las barbas del vecino arder” y se imaginaron ancianos y sin un lugar decente donde vivir, después de haber trabajado toda su vida como él, en su caso como profesor de español y traductor.

Dos meses después de ser desalojado de un dúplex al norte del condado que estaba en foreclosure porque, aunque él pagaba su renta a tiempo la dueña no pagaba la hipoteca, el escritor cubano tiene un nuevo apartamento que pudo alquilar con su retiro.

Tiene además muebles nuevos y un título para el libro que está escribiendo, “Amigos en tiempos difíciles”.

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“Los otros, los amigos de muchos años no aparecieron”, explica Lorenzo sobre las “lecciones” que aprendió del desalojo. “Aparecieron esos nuevos, que sí me ayudaron un montón”.

Lorenzo aún no ha recuperado los $3,300 del depósito de seguridad y el último mes que había dado para mudarse al dúplex de North Miami.

“Me estafaron”, dijo entonces, con la memoria muy fresca del mal momento que pasó en febrero cuando dos policías abrieron la puerta con una llave y lo encontraron trabajando en su computadora.

“Me sacaron todo a la calle, y me dijeron: ‘Tienes que irte’, y no había discusión”, recuerda sentado frente a lo primero que salvó de esa debacle, su computadora, lo más valioso que tenía.

Ismael Lorenzo recibió ayuda en efectivo, muebles nuevos y alquila un apartamento a módico precio que la dueña le ofreció después de conocer su difícil situación de vivienda por artículo del Herald.
Ismael Lorenzo recibió ayuda en efectivo, muebles nuevos y alquila un apartamento a módico precio que la dueña le ofreció después de conocer su difícil situación de vivienda por artículo del Herald.

Atrás quedaron un colchón y varios muebles, que ya ha sustituido con los generosos regalos que recibió de un “grupo de urbanizadores”, que lo fueron a ver al efficiency en Hialeah, sin refrigerador ni aire acondicionado, al que fue a carenar después del desalojo.

“Estoy muy agradecido con los que me ayudaron”, dice Lorenzo, que recibió como donación un juego de cuarto nuevo y dinero en efectivo de los urbanizadores.

Escritor que fue víctima de desalojo tiene nuevo apartamento

La ayuda clave vino de una propietaria de Miami que se puso en contacto con el Nuevo Herald y le ofreció a Lorenzo un apartamento que no vivía porque se casó y tiene otra casa.

“Leí el artículo que ustedes escribieron y me dio pena”, cuenta Adriana Campa. “Yo tenía un apartamento vacío, no estaba segura si quería alquilarlo o venderlo, y me dio pena con él porque lo habían estafado”.

Ismael Lorenzo disfruta la vista desde el balcón del apartamento de dos cuartos que alquila en el suroeste de Miami, después que una buena samaritana que lo tenía vacío leyó la triste historia de su desalojo en el Nuevo Herald y decidió alquilárselo a un precio razonable.
Ismael Lorenzo disfruta la vista desde el balcón del apartamento de dos cuartos que alquila en el suroeste de Miami, después que una buena samaritana que lo tenía vacío leyó la triste historia de su desalojo en el Nuevo Herald y decidió alquilárselo a un precio razonable.

Campa decidió alquilarle su apartamento a Lorenzo por un precio razonable que el retirado puede pagar, y al mirar cómo se lo mantiene, parece que tuvo una buena idea al poner disponible una vivienda que nadie usaba.

“Nosotros somos inmigrantes, y estamos aquí para ayudarnos unos a otros”, afirma Campa.

Lorenzo es meticuloso, ordenado y prioriza la sencillez. “Esto es un apartamento de lujo que me dieron a muy buen precio”, dice el escritor, que invita a un tour por su reino de dos cuartos y dos baños en el suroeste de Miami –cerca de la Universidad Internacional de la Florida, como le gusta puntualizar a él.

“Yo sigo escribiendo en épocas malas, en épocas peores y en épocas mejores”, comenta sobre su nueva vida.

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Lorenzo sabe bien lo que son los cambios, ha vivido en varias ciudades del país y en múltiples vecindarios de Miami, aunque siempre prefirió La Pequeña Habana, que la sentía muy familiar y le servía de inspiración para sus libros.

Le gusta decir que nació en Estados Unidos, que “salió del vientre de un barco y lo recibió un marine”. Así describe su llegada a este país por el puente marítimo Mariel-Cayo Hueso, en el que más de 120,000 cubanos fueron recibidos en Estados Unidos después de pasar muchas vicisitudes para salir de la isla.

Lorenzo no maneja –hace años que vendió su carro porque no podía con los gastos– y una de las dificultades que encuentra ahora es que tiene que ir al mercado en bus. Un Uber le cuesta como $10 y un retirado no puede pagar eso.

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“Me aumentaron $48 por mis contribuciones al Seguro Social, y me rebajan $48 como si yo estuviera ganando tanto”, detalla Lorenzo, que ya tiene su estrategia para ir al mercado.

Su situación está lejos de ser perfecta, pero,en medio de la crisis de la vivienda en Miami-Dade, al menos tiene un lugar agradable para esperar a que llegue su hija de Grecia. La joven es venezolana, se crió en Miami y espera volver a reencontrarse con su padre. En el segundo cuarto la espera un sofá cama y la oportunidad de empezar de nuevo en la ciudad donde pasó su niñez y adolescencia.

Si tiene problemas para pagar el alquiler, puede solicitar ayuda del Programa de emergencia con el Alquiler de Miami-Dade (ERAP).