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"Esto está muerto": la lenta salida de China del "cero COVID"

Un guardia de seguridad con mascarilla vigila una calle del distrito financiero de Lujiazui, mientras continúa el brote de la enfermedad por coronavirus (COVID-19), en Shanghái

Por Ryan Woo, Martin Quin Pollard y Josh Horwitz

PEKÍN, 9 dic (Reuters) - A juzgar por la tranquilidad que reinaba el viernes en las calles de Pekín, la capital de China, y por el cumplimiento de las restricciones sobre el virus por parte de algunos restaurantes de la ciudad, es probable que la ansiedad generada por las políticas de "contagio cero" obstaculice el rápido restablecimiento de la salud de la segunda economía mundial.

Aunque el Gobierno relajó el miércoles partes sustanciales de los estrictos controles que mantuvieron a raya la pandemia durante los últimos tres años, muchas personas y empresas parecen recelosas a la hora sacudirse las cadenas demasiado rápido.

En la ciudad central de Wuhan, donde la pandemia estalló a finales de 2019, había más señales de vida con algunas zonas ocupadas por los viajeros el viernes. Pero los lugareños dicen que la vuelta a la normalidad aún está muy lejos.

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"Han relajado las medidas, pero aun así, no hay nadie", dijo un taxista apellidado Wang, que no quiso dar su nombre completo.

"Ves estas carreteras, estas calles... deberían estar, concurridas, llenas de gente. Pero no hay nadie. Esto está muerto".

Sin embargo, China ha sido cualquier cosa menos plácida durante las últimas semanas, con protestas contra las restricciones de COVID en muchas ciudades de todo el país que marcaron la mayor muestra de descontento público desde que el presidente Xi Jinping llegó al poder hace una década.

Algunos de esos manifestantes, detenidos por el aparato de seguridad chino, se enfrentan ahora a una angustiosa espera sobre su destino.

CAMBIO DE MENTALIDAD

Poco más de un mes después de que la Comisión Nacional de Salud subrayara el compromiso con su estricta política de contención del virus, afirmando que "lo primero son las personas y las vidas", ha dado un paso atrás en el "cero-COVID" y las autoridades dicen ahora a la gente que tiene menos que temer.

Zhong Nanshan, un destacado epidemiólogo chino, afirmó que el 99% de las personas infectadas por el virus se recuperarían en un plazo de 7 a 10 días, en declaraciones recogidas por el Diario del Pueblo, controlado por el Partido Comunista en el poder.

Pero hay indicios de que el nuevo mensaje tranquilizador aún no ha convencido a muchos de los 1.400 millones de habitantes del país.

Con la supresión de la necesidad de someterse a pruebas y la posibilidad de que la mayoría de los infectados se aíslen en casa, algunos han abrazado la libertad recién recobrada. Para otros, los hábitos formados durante meses de encierros asfixiantes están resultando difíciles de romper.

El viernes por la mañana había varios asientos vacíos en lo que debería haber sido la hora punta para los viajeros en el metro de Pekín, a pesar de que la ciudad eliminó esta semana la necesidad de dar negativo en las pruebas para viajar en tren o entrar en las oficinas. Algunos restaurantes del centro de la ciudad estaban desiertos a la hora de comer.

CAOS

Las fábricas también se muestran cautas y mantienen las restricciones de COVID-19 hasta que tengan una idea más clara de cómo afectará a los lugares de trabajo la relajación de las estrictas medidas.

Empresas consultadas dijeron a Reuters que esperan tener que lidiar con largos periodos de ausencia de los trabajadores enfermos que podrían obstaculizar las operaciones, tal vez durante meses.

El viernes, en el centro de Pekín, un restaurante de un centro comercial que sirve cocina local seguía sin ofrecer servicio de restauración, mientras que otros de la misma planta sí lo hacían.

"Aunque ahora se nos permite reanudar el servicio de comidas, nuestro personal está enfermo y sigue en casa, por lo que no tenemos suficientes manos para servir comidas", dijo un empleado a Reuters, solicitando el anonimato.

La cifra actual de 5.235 muertes relacionadas con el COVID en China es minúscula en comparación con una población de 1.400 millones de habitantes, y extremadamente baja en comparación con los niveles mundiales. Algunos expertos han advertido de que la cifra podría superar el millón y medio si la salida es demasiado precipitada.

Analistas y empresarios esperan que la economía china repunte a finales del próximo año, a medida que avance por el rocoso camino recorrido por el resto del mundo para abrirse y convivir con la enfermedad.

La maltrecha moneda china, el yuan, subía a primera hora del viernes a máximos de tres meses, ya que los inversores miraban más allá de los malos datos recientes, hacia las perspectivas de crecimiento futuro.

Noel Quinn, director ejecutivo de HSBC, que obtiene la mayor parte de sus ingresos en la región de la Gran China, declaró en un foro financiero celebrado en Shanghái que las nuevas medidas de China representaban un "progreso significativo".

"Espero que sean un paso importante hacia la plena reapertura de las fronteras de China continental tan pronto como sea posible", declaró en la Cumbre del Bund de Shanghái por videoconferencia.

Sin embargo, es probable que el aumento de las infecciones deprima el crecimiento económico en los próximos meses.

"China lleva tres años de retraso, así que lo que va a ocurrir en China es lo que ocurrió en el resto del mundo", dijo Jeffrey Goldstein, un consultor con sede en China que ayuda a marcas extranjeras a fabricar productos en Asia.

"Va a haber caos".

Una encuesta de Reuters pronosticó que el crecimiento de China se ralentizará hasta el 3,2% en 2022, muy por debajo del objetivo oficial de alrededor del 5,5%, lo que supondría uno de los peores registros en casi medio siglo.

(Reportes de Ryan Woo, Bernard Orr y la redacción de Pekín, Brenda Goh, Josh Horwitz y Jason Xue en Shanghai, Martin Pollard en Wuhan y Selena Li en Hong Kong; Redacción de John Geddie; editado en español por Tomás Cobos)