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¿Nos compensa realmente repostar con gasolina premium?

Pese a tratarse de una acción cotidiana y sencilla, repostar gasolina puede generar importantes dudas, casi siempre, en torno a la elección adecuada de un tipo u otro. El típico debate de si es conveniente gastar más dinero, a cambio supuestos beneficios a largo plazo, o no.

Frente a la creencia popular de que calidad y precio van de la mano, es necesario aclarar que el producto de cualquier gasolinera, sea low cost, o premium, es siempre el mismo: ni peor ni mejor. De hecho, si este no cumpliera unos estándares mínimos fijados por ley, nunca podría llegar a ser servida. Las gasolineras no reciben la gasolina directamente de la refinería, sino que pasa primero por una compañía que se encarga de su distribución. Después, cada empresa expendedora puede añadirle los aditivos que considere, siendo su objetivo principal vender la imagen de una gasolina respetuosa, no solo con el motor del vehículo, sino también con el medio ambiente. Por tanto, el término low cost suele traducirse en ‘autoservicio’, y en un producto libre de los aditivos empleados por las grandes marcas.

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Operario echando gasolina (ISTOCK / Joá Souza) Getty
Operario echando gasolina (ISTOCK / Joá Souza) Getty

Desde RACE explican que actualmente en Madrid el litro de gasolina 98 cuesta 0,138 céntimos más que la gasolina 95, mientras que en Barcelona la diferencia está en 0,11 céntimos. Esta diferencia significa que llenar un depósito de 50 litros te costará entre 6,9 y 5,5 euros más si optas por la de mayor octanaje.

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Otro mito gira en torno a la potencia: se tiende a pensar que la gasolina del 98 tiene una mayor energía que la del 95, además de propiedades limpiadoras y anticongelantes, que cuidan del motor y alargan su ciclo de vida. Sin embargo, la clave a la hora de decantarse por la primera o por la segunda reside en el mismo motor, es decir, en si está preparado para sacarle rendimiento o no a un octanaje mayor.

En un coche de altas prestaciones, el nivel de compresión dentro del motor es más alto, y viceversa, por lo que es necesario elegir la gasolina en base a esta capacidad. Un motor de alta presión solo puede recibir gasolina del tipo 98, puesto que un octanaje más bajo causaría el conocido como ‘autoencendido’, que se produce cuando esta se prende sola, por su poca resistencia a la compresión. Dicho efecto debe ser evitado en la medida de lo posible, ya que hace que el motor sufra y puede causar daños irreparables. Por otro lado, el motor de un coche convencional (aproximadamente, un 80% de los vehículos), que emplea una presión menor, no tiene por qué limitarse a la gasolina 95, sino que puede funcionar perfectamente con ambos tipos.

Aquí es cuando entra la cuestión del dinero y de los posibles efectos beneficiosos de repostar con gasolina premium. Aunque se vende como un producto capaz de limpiar y lubricar el motor de una forma muy eficaz, lo cierto es que no hay pruebas reales de que esto sea así. Pero sí existen evidencias de que la conducción brusca, el empleo incorrecto de las marchas o llevar los filtros sucios son mucho más perjudiciales para el motor que el uso de gasolina de menor coste.

Por tanto, a no ser que seamos propietarios de un coche de carreras, o de que en nuestro modelo de automóvil venga indicado expresamente, no compensa invertir más en un producto que podemos adquirir por una cantidad menor, y no estaremos haciendo daño a nuestro coche ni a nuestro bolsillo.

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