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Total, paga el Estado. La ineficiencia en las compras que genera sobreprecios y corrupción

Un kilo de fideos comprado en cualquier supermercado del país, ¿puede costar menos de la mitad que 680.000 paquetes comprados al por mayor? Depende de quién compra. Si alguien paga, por unidad, 680.000 paquetes al doble de lo que sale uno en el almacén de la esquina, se tratará, irremediablemente, de un organismo público.

La ineficiencia en las compras públicas se ha convertido en un debate central en la Argentina. No es para menos. Al abrigo de la pandemia de coronavirus, el Gobierno convalidó precios de alimentos de la canasta básica que se convirtieron en un escándalo. Compró 4,76 millones unidades repartidas en paquetes de arroz, lentejas, fideos y azúcar, además de un millón de botellas de aceite. El ticket sumó $543 millones. Si hubiese pagado el precio que cualquier argentino abona en el almacén de la esquina se podría haber ahorrado, al menos, $220 millones.

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La operación sospechosa

El ministro Daniel Arroyo, junto al renunciado Calvo

El precio al que se adquiere un producto es una combinación de varios factores. La burocracia, las demoras, la desidia y la corrupción son algunas de las excusas que se escuchan cuando se ingresa al oscuro mundo de las compras del Estado. A nadie le interesa la eficiencia. Se negocia con intermediarios y allí hay una fauna diversa. Compañías enormes con miles de empleados y sellos con un monoambiente y una cadena de contactos para quedarse con el negocio, aunque se tenga que devolver una parte.