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Parálisis en las empresas: no saben con qué funcionarios sentarse a negociar

Integrantes de movimientos sociales controlan los Precios Cuidados en el supermercado Coto de Moreno, Provincia de Buenos Aires, el 13 de Febrero de 2021
Tomás Cuesta

Fue anteayer, el día de las renuncias de ministros y funcionarios que responden a Cristina Kirchner y pusieron en jaque al Gobierno. A las 11 de la mañana, Eduardo “Wado” De Pedro, ministro de Interior, presentó ante firmas norteamericanas del Consejo de las Américas las bondades del modelo de Alberto Fernández a la hora de invertir en la Argentina.

El mensaje, que incluyó una ronda de preguntas, fue de una hora y por zoom. Todos encantados. Pero, dos horas después de que comenzara esa reunión, De Pedro presentó su renuncia a través de un mensaje que distribuyó su oficina de prensa. ¿Qué habrá pensado Susan Seagal? “Viste que se fue…”, se mandaban mensajes de los hombres de negocios.

“Fue un diálogo muy abierto; dijo que lo que necesitáramos él estaba, se habló del litio como una oportunidad y te hablaba como parte del Gobierno”, contó uno de los presentes. “Las empresas vamos a seguir trabajando, pero ahora con esto [la crisis política] es difícil prever. El que tenía un proyecto en análisis va a esperar un poco”, afirmó el empresario.

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Las dudas que abrió la peligrosa dinámica en la que ingresó la crisis interna en el Gobierno se multiplicaban sobre la parte del gabinete económico en jaque, entre ellos Martín Guzmán, pero fundamentalmente sobre Matías Kulfas, el principal encargado del diálogo con el tejido productivo (cámaras empresarias, el comercio, la industria y el campo).

“¿Kulfas sigue?”, fue la pregunta que hoy se multiplicó entre gestores de grandes empresas en diferentes sectores de la economía. Kulfas siempre estuvo bajo fuego amigo. El ministro de Desarrollo Productivo es uno de los apuntados por Cristina Kirchner y su tropa, pero no desde el domingo de las PASO que el oficialismo perdió, sino desde el mismísimo comienzo de la gestión del Frente de Todos en el Gobierno. La ex presidenta nunca le perdonó ser crítico con su último mandato al frente del Ejecutivo en su libro “Los tres kirchnerismos: Una historia de la economía argentina, 2003-2015”. Ayer lo recordó la propia Fernanda Vallejos en su explosivo manifiesto cristinista en audio de Whatsapp.

Como respuesta a esa diatriba, en ese ministerio circulaba un tuit anónimo escrito por Pipendorf, que decía: “El audio de Vallejos es una estrategia para lograr que las distintas fuerzas políticas del país aprueben por unanimidad la propuesta de hacer Emperador Vitalicio de la Economía Argentina a Guzmán, entregándole un cetro creado por Pallarols con el rostro de Kulfas tallado en oro”. Era la resistencia del gabinete de cepa albertista, pero con humor de red social.

El Ministerio que conduce Kulfas, al que muchos califican de “racional” –igual que a Martín Guzmán- es una rotonda de intereses en el que se cruzan necesidades urgentes de las empresas, pero también del Gobierno. Por caso, por la falta de dólares en el Banco Central (BCRA) y la elevada inflación, muchas decisiones que deberían ser libres para el sector privado, como poder importar insumos para producir u otros bienes o subir precios, dependen de la venia oficial.

“¡Que no me saquen a Schale!”, se estresó un CEO de una empresa manufacturera sobre el secretario de Industria, hombre también de cepa pura albertista (integrante del Grupo Callao). Pese a que esta semana, contó el directivo, el funcionario estuvo extrañamente lejano para contestar mensajes es un hombre que atiende el teléfono a las empresas, sobre todo ante los reclamos para destrabar permisos de importación (SIMI, en la jerga del comercio exterior).

“Estamos con un tema de importaciones y de inversiones, ¿Kulfas se queda o se va?”, preguntó hoy un lobista de la industria alimenticia a LA NACION. Allí también reina la incertidumbre. No son los únicos problemas para las compañías. En la órbita de la secretaria de Comercio Interior, Paula Español, una de las renunciantes para presionar a parte del gabinete a renunciar, entre ellos su superior, Kulfas, se multiplican interrogantes. “Silenzio stampa”, contó otro empresario sobre las tratativas con esa secretaría que se encarga de Precios Cuidados y de los permisos informales de aumentos.

Paula Español, secretaria de Comercio Interior de la Nación Argentina
Comercio Interior


Paula Español, secretaria de Comercio Interior de la Nación Argentina (Comercio Interior/)

Desde que el Gobierno eliminó los Precios Máximos (el congelamiento total que se eligió para pasar la extensa cuarentena oficial) se mantiene aún un control –sin normativa- sobre los precios. “Pasamos de la formalidad a la informalidad regulatoria”, fue la forma de definirlo desde una cámara que cuestionó con dureza ese extendido programa.

La relación entre Kulfas y Español, que siempre estuvo teñida de sospechas ante la sensación de que respondían a jefaturas políticas diferentes pese a tener relaciones asimétricas en el Ministerio, hoy no existe. “Ayer sé que vino, porque me lo comentaron”, dijeron sobre Español cerca del ministro. Los voceros de Comercio Interior dejaron de responder en el momento en que la secretaria renunció a su cargo, pese a que en las últimas semanas -en medio de la campaña por las primarias que el Gobierno perdió con la oposición- buscaban mejorar los vínculos con la prensa.

El impasse administrativo existe, pese a que desde lo técnico las charlas se mantienen, según contaron en el mayor complejo industrial del país. “A nivel técnico estamos trabajando. Los temas de definición más política ni llamamos, por ahora, entendiendo que deben estar con otras prioridades”, contaron en una automotriz.

En ese sector hay nerviosismo sobre el futuro cercano que derivará de la crisis política oficialista. Cada una de las terminales automotrices negoció individualmente un cupo de importaciones anuales con Schale. Pese a que denunciaron algunos incumplimientos en agosto, el diálogo con el secretario de Industria es permanente. Temen lo que puede venir.

“Ante versiones de cambios en diversos ministerios que generan incertidumbre a la sociedad y al sistema productivo nacional en su conjunto, nos vemos en la necesidad de expresar nuestro apoyo al Presidente de la Nación”, escribió ayer en un comunicado Orlando Castellani, presidente de la Asociación de Industriales Metalúrgicos (Adimra).

En el sector eran maliciosos y hablaban de un “apoyo condicionado”. Decían las malas lenguas, que parte del financiamiento de esa institución depende de un 1% que se cobra a los empleados de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), que dirige Antonio Caló, pero que aportan las empresas metalúrgicas gracias al aval de la actual gestión oficial.