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Pasta de dientes para hombres: ¿por qué algunos productos son diferenciados por sexo?

Una pasta Colgate Max “para hombres” con “poderoso” sabor a menta que se vende en el extranjero es el último en una larga lista de productos absurdamente diseñados para uno de los dos sexos.

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Pasta Colgate para hombres. Foto: Twitter de @bastorena.

Esa lista incluye productos tan diversos como patinetas, tapones para los oídos, hisopos de algodón, sodas, chocolates, servilletas y hasta martillos. ¿La diferencia? En casi todos los casos el color y el envase.

¿Por qué los fabricantes optan por adjudicarle un género a sus productos? La respuesta es simple: porque en ocasiones impulsa las ventas.

Un comercial de Legos en 2012 -con bloques rosados, dirigido a las niñas- impulsó nada más y nada menos que en un 25% los ingresos globales de la compañía.

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Los productos con género no sólo responden y refuerzan estereotipos, sino que además vienen con un cargo adicional para los destinados a mujeres.

Un reportaje del diario The Washington Post en 2015 revelaba que el Departamento de Asuntos del Consumidor de Nueva York comparó cerca de 800 productos en sus versiones masculina y femenina y determinó que eran prácticamente idénticos, excepto para el envasado.

También descubrió que los artículos comercializados para las niñas y las mujeres cuestan como promedio 7 por ciento más que productos similares destinados a los niños y hombres, algo que algunos medios han dado en llamar “el impuesto rosa”.

La mayor diferencia de precio se detectó en la categoría de cuidado de cabello: las mujeres, en promedio, pagan un 48 por ciento más por bienes como champú, acondicionador y gel. Las cuchillas de afeitar quedaron en segundo lugar, pues su costo para compradores femeninos es de un 11 por ciento más.

En Nueva York, sin embargo, tal diferencia está prohibida por regulaciones estatales. También el estado de California y el condado Miami-Dade de Florida prohíben cobrar más a un sexo que a otro por el mismo servicio.

Ravi Dhar, director del Centro de Ideas para el Cliente de la Escuela de Administración de Yale, dijo que la manera en que percibimos productos “de las mujeres” podrían ayudar a explicar por qué las diferencias en los productos de género persisten en el mercado.

“Muchos productos de los hombres no son vistos como productos de los hombres”, dijo. “Sólo pueden ser vistos como productos genéricos”.

Esto convierte la versión “rosa” de un producto en especial, dijo. En resumen, nuestro apetito por artículos diseñados especialmente mantiene en pie los estereotipos y la diferencia de precios que conlleva.

"La gente ve un mayor ajuste entre el producto y sus gustos”, dijo Dhar, “y pueden estar dispuestos a pagar más.”