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REPORTE ESPECIAL-PDVSA y Trenaco: el acuerdo que fue demasiado lejos en Venezuela

Por Alexandra Ulmer y Girish Gupta CARACAS/BOGOTÁ (Reuters) - En agosto del 2015, la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) hizo pública una de sus mayores licitaciones en los últimos años: un multimillonario proyecto en la Faja del Orinoco, el mayor reservorio de crudo del mundo, diseñado para apuntalar su declinante producción. De la nada, una pequeña empresa de transporte y comercio de petróleo de Colombia, sin experiencia relevante, venció a líderes de la industria para quedarse con el contrato de unos 4.500 millones de dólares, según un documento de PDVSA. Incluso para la opaca economía venezolana, fue un acuerdo que llegó demasiado lejos: inmediatamente, las alarmas se encendieron entre los socios extranjeros de PDVSA. Trenaco, con sede en Suiza, pero principalmente manejada desde Colombia, se impuso sobre las principales compañías de servicios petroleros -Halliburton, Schlumberger y Weatherford- después de reuniones con altos ejecutivos de PDVSA en los seis meses previos a la licitación del proyecto. Segura de que obtendría el enorme contrato para perforar 600 pozos petroleros, Trenaco comenzó la contratación de personal y la compra de equipos meses antes de ganar la licitación, de acuerdo con cuatro fuentes de alto rango de la compañía ahora liquidada, así como mensajes de texto y audio de WhatsApp del personal de la firma colombiana revisados por Reuters. En un giro sin precedentes, sin embargo, las petroleras extranjeras -que habrían tenido que trabajar con Trenaco al ser socios de PDVSA en varias empresas mixtas- protestaron que la firma estaba poco calificada y descapitalizada, según algunas copias de las cartas de quejas enviadas a PDVSA el año pasado y que fueron vistas por Reuters. Los ejecutivos de las empresas que enviaron las misivas las mostraron a Reuters bajo la condición de no ser identificados. Las empresas internacionales dijeron que también temían que por involucrarse en un enorme proyecto público liderado por una contratista pequeña y opaca, se exponían al escrutinio de entes reguladores en sus países. "Había señales de peligro por todos lados", dijo un socio de una empresa mixta en Caracas. En una carta de queja revisada por Reuters, una compañía petrolera multinacional escribió que Trenaco "no estaba calificada, ni técnica ni económicamente" para el proyecto. A pesar de los intentos de PDVSA por convencer a sus socios de aceptar el contrato, las firmas extranjeras se negaron y el acuerdo se derrumbó entre diciembre del 2015 y enero de este año, según socios de empresas conjuntas. Los ministerios de Petróleo e Información de Venezuela ni PDVSA respondieron a las preguntas sobre el proyecto de Trenaco. Entre los socios de PDVSA, la estadounidense Chevron, la india ONGC Videsh, la rusa Rosneft, la española Repsol y la japonesa Inpex declinaron hacer comentarios. Por su parte, la japonesa Mitsubishi Corp dijo que "no se quejó de este acuerdo". La italiana Eni, la china CNPC, la india Reliance, Oil India y Suelopetrol, de Venezuela, no respondieron a las solicitudes de comentarios. ECONOMÍA OPACA El acuerdo con Trenaco expone la opacidad y disfuncionalidad de la economía socialista venezolana. El país, hogar de las mayores reservas de crudo del mundo, atraviesa por una severa recesión, escasez de alimentos y medicinas e inflación de tres dígitos, mientras su población se debate entre calles azotadas por la delincuencia y largas filas para abastecerse en supermercados, panaderías y farmacias. Reuters revisó documentos de PDVSA y entrevistó a decenas de ejecutivos petroleros extranjeros y locales, empleados y ex trabajadores de la empresa venezolana, sindicalistas, abogados y políticos. Las fuentes describieron una cultura de corrupción que va desde lo trivial -un regalo a una secretaria para conseguir una cita con un alto ejecutivo de PDVSA- a lo sistémico, como la canalización de sobornos a cambio de jugosos contratos. El Departamento de Justicia estadounidense dijo que hay una investigación en curso más amplia sobre los sobornos en PDVSA. En uno de los casos más sonados, autoridades de Estados Unidos detuvieron en diciembre a dos magnates petroleros venezolanos, Roberto Rincón y Abraham Shiera, alegando que formaron parte de una millonaria trama para obtener contratos de PDVSA. Ambos se declararon culpables. El petróleo representa el 94 por ciento de los ingresos por exportación de Venezuela. PDVSA, el motor financiero del Estado, originalmente se defendió acusando una "campaña de desprestigio" desde Estados Unidos. Pero en el informe de sus estados financieros del 2015 divulgado hace dos semanas dijo que una investigación interna descubrió que había sido "víctima de un fraude", en referencia al caso de Rincón y Shiera. "PDVSA no tolera actos de corrupción y continuará investigando y actuando con el propósito de determinar responsabilidades sobre los hechos identificados", agregó. Además, enumeró una serie de acciones en curso para prevenir la corrupción, como nuevos procedimientos de pago a proveedores y controles y actualización del código de ética interna. La economía venezolana ha crecido y se ha desmoronado a la par del comportamiento de los precios internacionales del crudo durante un siglo. En ese mismo lapso, las acusaciones de corrupción han sido endémicas en la industria local. La oposición sostiene que el problema se ha agravado durante los gobiernos socialistas del presidente Nicolás Maduro y de su predecesor, el fallecido Hugo Chávez. Los adversarios de Maduro, que son mayoría en el parlamento, acusan a las autoridades de bloquear los intentos de auditoría a PDVSA. REUNIONES DE ALTO NIVEL El acuerdo de Trenaco comenzó a tomar forma a principios del 2015, cuando un puñado de altos ejecutivos de la firma se embarcó en viajes semanales en jets privados a Caracas para luego ser conducidos en caravanas de vehículos blindados a un piso del lujoso hotel Marriott de la ciudad, dijeron cuatro ejecutivos de alto nivel de Trenaco en Bogotá. Los visitantes llegaban a Caracas para asistir a reuniones en la sede de PDVSA y las oficinas de Trenaco. Los cuatro directivos dijeron que, en ese momento, un nuevo jefe había tomado el timón en Trenaco: Alex Saab, un empresario de 44 años, de la ciudad costera colombiana de Barranquilla. Saab tenía nexos con poderosas fichas del Gobierno de Maduro y había hecho negocios con autoridades durante el mandato de Chávez, agregaron. También era cercano a gente en las altas esferas de PDVSA. "Alex Saab tenía muy buenas relaciones con los ejecutivos de PDVSA", dijo un alto ejecutivo de Trenaco. En noviembre del 2011, Saab firmó un acuerdo en nombre de otra de sus empresas, una firma de construcción con sede en Bogotá llamada Fondo Global de Construcción, para edificar viviendas sociales para el Gobierno de Venezuela. Incluso apareció en la televisión estatal firmando el acuerdo junto a Chávez y al presidente de Colombia, Juan Manuel Santos. Saab niega tener algo que ver con Trenaco. Ni los registros corporativos suizos, ni las cientos de páginas de archivo del registro colombiano obtenidos por Reuters, especifican quién es el propietario de Trenaco. "No soy ni he sido empleado, ni accionista de la empresa que usted menciona, por lo cual no tengo nada que comentar al respecto", contestó Saab a Reuters en un intercambio de mensajes de WhatsApp. No respondió a una serie de preguntas detalladas. Su abogado, el colombiano Abelardo de la Espriella, dijo que ejecutivos de Trenaco se habían acercado a Saab para "hablar de negocios", pero que no estaba involucrado con la compañía. Entrevistas y otras pruebas sugieren lo contrario. Cuatro altos directivos de la empresa ya desaparecida dijeron a Reuters que Saab estaba en pleno control de Trenaco. Ellos mostraron correspondencia interna de Trenaco y archivos de audio de WhatsApp con la participación de Saab. Reuters autenticó la participación de Saab en los intercambios, poniéndose en contacto con él a través del número que utilizó en las conversaciones de WhatsApp. Los cuatro ejecutivos de Trenaco han sostenido que la compañía estaba dirigida por Saab y otros dos hombres: Carlos Gutiérrez, el hijo de un barón agrícola de Colombia, y un compañero de negocios, el colombiano Álvaro Pulido. El trío se hizo cargo de la gestión de la empresa entre 2012 y 2014, cuando Trenaco estaba en la búsqueda de capital, dijeron las fuentes. Los detalles de la estructura de su propiedad, en el pasado y en la actualidad, son oscuros. Gutiérrez no respondió a una solicitud de comentarios. Reuters no pudo contactar a Pulido. INVESTIGACIÓN DE LA DEA Por separado, la Administración para el Control de Drogas (DEA) de Estados Unidos viene investigando empresas propiedad de Saab y Pulido bajo sospecha de lavar dinero proveniente de operaciones de narcotráfico, en su mayoría cocaína de Colombia, dijo a Reuters un funcionario de seguridad estadounidense. El estatus de esta investigación no está claro y es posible que no se levanten cargos. Saab no respondió a una pregunta sobre la investigación de la DEA. Un documento de PDVSA del año pasado tasó el precio de referencia del proyecto Trenaco en 4.500 millones de dólares, aunque personas familiarizadas con el asunto dijeron que el valor se redujo más tarde. Cuando la licitación de PDVSA fue publicada en agosto, Schlumberger, Halliburton y Weatherford solicitaron una prórroga de unas dos semanas para presentar propuestas, según aparece reflejado en el documento de PDVSA. De las tres empresas, sólo Schlumberger presentó una oferta, y fue descalificada. La propuesta de Schlumberger fue desestimada porque la firma estadounidense "no aceptó los términos y condiciones del modelo de contrato", señala el documento, sin dar más detalles, y porque el esquema financiero propuesto por la firma, que parecía involucrar el pago de dividendos que PDVSA le debía a sus empresas mixtas, no fue considerado adecuado. En época de bajos precios del petróleo, fuentes de empresas extranjeras dijeron que PDVSA estaba buscando que la contratista financiara el proyecto con músculo propio, como propuso Trenaco. Schlumberger se negó a comentar. Halliburton dijo que no tenía "ninguna información adicional que añadir". Weatherford no respondió a una solicitud de declaraciones. Ejecutivos extranjeros dijeron que no recibieron una explicación de PDVSA sobre por qué el acuerdo con Trenaco se cayó. En todo caso, fue una sentencia de muerte para la empresa colombiana que entró en liquidación en marzo de este año, de acuerdo a documentos de registro. Los altos ejecutivos de Trenaco atribuyen el cierre de la compañía al colapso del acuerdo con PDVSA. Incluso, algunos partidarios del Gobierno están cuestionando la gestión de Maduro en el sector petrolero. "Somos chavistas, somos revolucionarios, pero no somos estúpidos", dijo Johnny Jiménez, un operador y dirigente sindical de PDVSA en Maracaibo. Agregó que la empresa ha ignorado las peticiones del sindicato de auditorías dirigidas por los trabajadores. "¿Cuál es el temor?, ¿a quién se protege?" Preocupados por la corrupción y la ineficiencia, las empresas extranjeras en Venezuela dicen que ahora están presionando por un mayor control sobre los contratos que logran con PDVSA, reduciendo el papel de Bariven, su brazo de procura, que ha estado involucrada en el pasado en otros escándalos. Sin embargo, debido a que PDVSA tiene una participación de al menos 60 por ciento en todas las empresas mixtas, los socios extranjeros por lo general no pueden tomar las riendas. La determinación de Venezuela para limpiar la industria pronto podría ser puesta a prueba. Fuentes en Caracas y Bogotá aseguraron que PDVSA está preparando una nueva licitación para perforar pozos petroleros en la Faja del Orinoco. Mientras tanto, ejecutivos extranjeros en Caracas se quejan de que PDVSA ha estado firmando contratos inesperados con empresas nuevas e inexpertas. En un caso, por ejemplo, una fuente de una empresa extranjera dijo que los trabajadores estaban alquilando luces de un contratista para iluminar campos petroleros, durante el día. (Reporte adicional de Mircely Guanipa en Punto Fijo, Venezuela; Marianna Párraga en Houston; Nelson Bocanegra en Bogotá; y John Walcott y Julia Harte en Washington; Traducido por Diego Oré y Eyanir Chinea en Caracas; Editada en español por Silene Ramírez)