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Pistacho y algo más. Agregado de valor con espíritu emprendedor para expandirse

Un kilo de pistacho vale 10 dólares. Y se pueden producir de 2500 a 4000Kg ha regada. Un camión con el producto, entonces, lleva US$ 300.000 . Compárese ese precio con el de un camión de maíz -US$ 4200- y se encontrará la razón por la que Jorge Comba, un productor de Escalada, en el centro de Santa Fe, decidió diversificar su empresa agrícola con la producción de pistacho en una finca de San Juan donde también produce pasas de uva. Además, en otra propiedad de esa provincia implantó olivos, que le permiten vender aceite a granel.

La familia Comba está compuesta por Jorge, de 61 años, ingeniero agrónomo; su esposa, Rita, ingeniera civil; tres hijos ingenieros agrónomos; una estudiante de ingeniería industrial y un estudiante de agronomía. Jorge comenzó trabajando para el campo familiar, con la posterior adquisición de un predio lindero al de su familia en Escalada, en el departamento de San Justo de la provincia de Santa Fe.

Con mucho trabajo y espíritu emprendedor se desarrolló brindando servicios de asesoramiento agronómico y administrativo a otros productores. Al mismo tiempo, adquirió maquinaria para implantación y cosecha del campo propio y para trabajar tierras de terceros, y creó una siembra asociativa con otros empresarios para cultivar soja, maíz, trigo, sorgo y girasol. Además, incorporó la siembra directa en 1989 como un desafío profesional para ese entonces.

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Olivos, la siguiente etapa

Más adelante, este miembro del CREA Elisa-Humberto Primo indujo a comprar campo a la familia, armó un grupo ganadero con otro socio y siguió alquilando campos. Siempre activo, gracias al título habilitante de Rita, realizó inversiones en el sector de la construcción en asociación con otros empresarios.

Comba no se detuvo allí porque la intención de crecer formaba parte de su ADN. Hace 15 años, para seguir desarrollándose, enfrentaba la disyuntiva de comprar más campo en Santa Fe o pensar en otras actividades y lugares.

Entonces, tomó la decisión de diversificar. Así fue que viajó con sus hijos explorando nuevos sistemas de producción. "Recorrimos campos en Uruguay, Mendoza y San Juan intentando producir algo distinto de lo que veníamos haciendo. Buscábamos diversificar la producción y por eso analizamos distintas actividades como ovinos, tomate y espárrago, pero focalizándonos en elaboración de productos no perecederos y que no tuvieran relación con los cultivos de Santa Fe", recuerda Tomás Comba, el hijo mayor de Jorge.

Con el correr del tiempo resolvieron vender las propiedades urbanas construidas y canalizar los recursos hacia una plantación de olivos en el pedemonte del valle del Pedernal, al sur de San Juan, en el límite con Mendoza. "Entre las primeras visitas y la decisión de comprar pasaron más de dos años, pero nos convenció la rápida amortización que se podía hacer del capital invertido en tierra sanjuanina: la compra de nuevas tierras en Santa Fe exigía 20 años o más para recuperar la inversión; en los olivos de la precordillera se obtenía en menos en la mitad de ese tiempo", diferencia Tomás.

El emprendimiento tomó una forma asociativa con otros empresarios. Así, compraron tierras vírgenes en block, con el objetivo de que la escala les permitiera reducir costos de inversión y de operación.

Hoy cuentan con una plantación de olivos que está en plena producción, que genera el equivalente de hasta dos toneladas de aceite por hectárea, que se produce a fason y se vende a granel a empresas nacionales. También han firmado un convenio de aprovisionamiento con una compañía de Estados Unidos que aprovecha el menor costo de producción del aceite sudamericano. Esta firma abastece el creciente consumo de la población americana, que está modificando sus hábitos hacia productos más saludables. Mediante este acuerdo especial se logra un mejor precio con respecto al mercado interno.

Con el correr del tiempo, Andrés -uno de los hijos de Jorge Comba- motivó a la familia a analizar otra actividad en San Juan: el pistacho. Y decidieron poner en marcha un proyecto con este cultivo, atraídos por su alta rentabilidad potencial.

Como una avellana

El pistacho es un fruto seco parecido a una avellana que se usa como snack salado acompañando aperitivos y para la preparación de platos gourmet, embutidos, helados, chocolates y manufacturas de panadería. Es un producto destinado básicamente a la exportación, con Estados Unidos como principal consumidor; en la Argentina es poco conocido. Es una especialidad con muy buen precio. Si se alcanza un rinde de 3000 kg/ ha puede generar un ingreso de 30.000 US$/ha, aunque luego de varios años de importantes inversiones en implantación y protección.

A partir de varios meses de investigación, consultas con especialistas, recorridas de fincas y diseño de un cuidadoso proyecto de factibilidad económica, compraron una finca en 25 de Mayo, en el sudeste de San Juan, asociados con otros integrantes de la familia y empresarios.

Al momento de adquirir la propiedad, una parte ya se encontraba en producción con vides en parral, para producir pasas y uva de mesa. Como el pistacho se produce con árboles que iban a tardar varios años para entrar en producción, se necesitaba otra actividad que diera recursos que fueran pagando los gastos mientras tanto. Así, "la producción de la vid permite apalancar la implantación del pistacho y tener ingresos hasta que éste empiece a dar frutos", proyecta Tomás Comba. Y agrega: "Ya hemos implantado pistacho este año y la idea es seguir en los próximos años hasta completar el área libre manteniendo la superficie de parrales". En tanto, para avanzar en la comercialización futura, están desarrollando conversaciones con brokers, exportadores directos y con la compañía californiana.

Por otro lado, hubo que aprender a manejar el negocio de las pasas de uva de la nueva finca. En la actualidad, la producción procesada se fracciona en cajas de diez kilos y se venderá con marca -Arivid- para abastecer la tradicional demanda en Brasil. Además, se vende uva en fresco Red Globe al mercado interno.

Manual práctico del pistacho

El pistacho es un árbol caducifolio con muchas ramas y copa densa, que puede alcanzar hasta 10 metros de altura, pero que se poda para cosechar con más facilidad.

Es una planta dioica, con pies femeninos y masculinos separados, que exigen polinización cruzada. Florece en abril-mayo en racimos. Los frutos son drupas que contienen una sola semilla alargada, de dos o tres centímetros de largo, que es la porción comestible.

La bibliografía le atribuye propiedades saludables, al ser fuente de ácido fólico, grasas monoinsaturadas, ácido oleico (reduce el colesterol LDL) y vitamina E, un antioxidante natural. También aporta elevados niveles de aminoácidos esenciales, vitamina A y potasio.

En la práctica, el diseño de una plantación es similar al del olivo y San Juan reúne condiciones adecuadas para su producción: clima templado semiárido, con gran amplitud térmica que favorece el desarrollo de las plantas. Los suelos son franco arenosos y con buen drenaje, sin problemas de anegamiento que perjudiquen el cultivo. Además, hay suficiente disponibilidad de agua en los acuíferos de la zona.

No obstante, la inversión para implantar el pistacho es alta: se calculan aproximadamente 1200U$S/ha en tierra, más otros 1000U$S entre desmonte, nivelado y subsolado. El sistema de riego por goteo exige 5700U$S/ha entre perforación, bomba, mangueras, tablero y línea eléctrica. La plantación demanda alrededor de 4300U$S/ha más entre plantas injertadas, plantado y tutoraje. A estos ítems se les debe agregar maquinaria, vehículos, instalaciones, etc.

Los árboles comienzan a producir a los cinco años y alcanzan el máximo a los ocho. Se pueden cosechar manualmente o con una máquina que hace vibrar el tronco y provoca la caída de los frutos. La unidad económica mínima son 50-70 hectáreas, que se pueden abastecer con un pozo común de riego en San Juan.

En la Argentina hay unas 2000 hectáreas implantadas, con el 75% en la provincia de San Juan. En el mundo hay 450.000 hectáreas en producción. Más del 95% de la cosecha se obtiene en el hemisferio norte, lo que da oportunidades a la Argentina para producir en contraestación. Los mayores consumidores mundiales son Estados Unidos, Turquía, Siria, Irán, Unión Europea y China.

Cinco cosas para saber sobre las pasas de uva

En una finca de la familia Comba se producen pasas a partir de uvas secadas al sol sobre piedras y redes. Las uvas se cosechan en febrero y, con la heliofanía y la poca lluvia de San Juan, en 15 días se convierten en pasas. Luego se recogen y se acondicionan seleccionando por calibre, al tiempo que se eliminan los cuerpos extraños como paso previo al envasado. "Cuando se compra una finca con el parral instalado, habitualmente la producción de pasas es un negocio rentable. Si se alcanza una cosecha de 8.000-10.000 kg/ha, con un precio histórico de 1,20U$S/kg se obtiene un ingreso de 9600 a 12.000 U$S/ha, si se logra acordar con los compradores", condiciona Tomás Comba. Las pasas de uva son la fruta desecada más consumida en el nivel mundial, con el 50% del total. Los principales países productores y exportadores son Turquía y Estados Unidos. El principal importador es la Unión Europea, con el 46% del total. Luego siguen, bastante, lejos, Japón y Kazajistan. En la Argentina se producen algo más de 30.000 toneladas de pasas de uva. La provincia de San Juan es la principal productora, con el 75% del total, concentrada principalmente en los departamentos de 25 de Mayo y Caucete. El 75% de la producción tiene como destino Brasil. En el mercado interno las pasas se usan para repostería, panadería, barras de cereal y galletitas. Las pasas de uva contienen principalmente carbohidratos, están libre de grasas y de colesterol, y son una buena fuente de fibra. Tienen alto contenido de antioxidantes, potasio, cobre, hierro y vitamina B.