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Una pizzería gana dinero ordenando sus propias pizzas a través de una app

Una pizzería ganó dinero ordenando sus propias pizzas a través de una app que le había jugado una mala pasada. Foto: Getty Image.
Una pizzería ganó dinero ordenando sus propias pizzas a través de una app que le había jugado una mala pasada. Foto: Getty Image.

En medio de la actual crisis generada por la pandemia de coronavirus, casi todos los establecimientos comerciales han experimentado un descenso considerable en sus operaciones. Tanto, que muchos han tenido que pasar el cierre, devolver los locales donde operaban y despedir a sus empleados.

La situación de Aj’s NY Pizzeria, ubicada en Manhattan, no fue tan drástica. Su propietario, en cambio, sí empezó a notar que cada día bajaban las ventas a índices preocupantes.

Este era el escenario, cuando el hombre empezó a recibir llamadas y valoraciones negativas de clientes que se quejaban de la demora del servicio de envío a domicilio y hasta de que las pizzas llegaban frías, pues no habían sido transportadas correctamente.

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Lo llamativo e insultante a la vez, según testimonia el columnista Ranjan Roy para The Margins, es que el restaurante en cuestión no disponía hasta el momento de servicio de ventas a domicilio ni mucho menos se había aliado comercialmente con quien se declaraba como su intermediario en Internet: la plataforma digital DoorDash, dedicada precisamente a ofrecer todo tipos de comidas de establecimientos que no lo hacen de manera directa.

Lo otro que llamó la atención del dueño de la pizzería neoyorkina fue que, con tal que captar usuarios, la empresa fundada en 2013 en San Francisco les había bajado los precios a sus productos, tanto que las pizzas en cuestión eran ofrecidas en la página web a 16 dólares, en lugar de los 24 dólares que en realidad costaban.

¿Pero cómo?, se preguntó este hombre. Tras indagar, supo que DoorDash era subsidiado por fondos de capital de riesgo de SoftBank para cubrir la diferencia entre los 24 dólares que le pagaba al restaurante y los 16 dólares que el cliente había abonado.

Esto, multiplicado por miles y hasta millones de operaciones en el año: un dinero que tiene un solo objetivo, preparar el anzuelo con vistas a una pesca mayor: que el establecimiento blanco de la operación se suscriba a la plataforma.

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Símbolo de la app de DoorDash  (AP)
Símbolo de la app de DoorDash (AP)

Y efectivamente, más tarde el propietario se enteró de que su restaurante había sido colocado en la aplicación en un intento de medir la demanda de los clientes.

"Tienen un período de prueba en el que no le cobran ninguna tarifa a nadie, por lo que idealmente pueden ir al restaurante con datos de pedidos positivos para luego registrar el restaurante en la plataforma", escribió Roy.

Pero en el caso de la pizzería, los repartidores no tenían envases adecuados para entregar pizzas calientes y por eso el negocio empezó a recibir quejas. En otras palabras, a Doordash le salió el tiro por la culata.

La venganza: ganar dinero con ellos sin que se enteren

Fue entonces que este hombre se trazó un plan: se pediría él mismo sus propias pizzas a través de DoorDash, no tanto para ganar dinero (8 dólares por cada unidad), sino para darse el placer de hacer pagar a una compañía que ni siquiera se había comunicado con él para hacer uso de sus servicios, y para demostrarse a sí mismo y a la sociedad lo retorcido de lo que muchos llaman “economía colaborativa”, enfocada a veces más en la captación de clientes que en dar un buen servicio.

Lo primero que hizo fue hacer un pedido de 10 pizzas por un valor de 160 dólares a través de una app, para lo cual se valió de la dirección de un amigo, donde un mensajero de DoorDash las llevó. Al cierre de la jornada, la empresa intermediaria le había abonado los 240 dólares que le debía.

Pero ahí no quedó el experimento: la próxima vez se ahorraron la elaboración y el horneado de las pizzas. Hicieron un nuevo pedido de 10 unidades, pagaron los 160 dólares y DoorDash les transfirió 240, pero al repartidor le entregaron diez cajas llenas simplemente de una masa cruda, que luego pudieron recuperar.

En este caso, negocio redondo: la única inversión de Aj’s NY Pizzeria fue el costo de las cajas.

Mientras, este pizzero tenía una verdadera curiosidad en si Doordash se daría cuenta de su operación, pero esto nunca ocurrió.

Y así prosiguieron en varias ocasiones, atónitos ante lo perverso de ese sistema comercial que solo busca durante un tiempo captar clientes y generar operaciones, para luego demostrarles a otros restaurantes, a inversores y a anunciantes que hay solvencia y que la empresa tiene un peso en el mercado.

De acuerdo con Ranjan Roy, se trata de un esquema que parte de fondos de capital “increíblemente grandes que crean un modelo de negocio increíblemente ineficiente que pierde dinero”, pero que se utiliza para subsidiar una expectativa insostenible en el cliente.

“Engañar a los establecimientos para que entren en tu plataforma y crear dolores de cabeza adicionales a los propietarios de pequeños negocios en busca de un crecimiento es de lo peor que puede haber”, sentenció el cronista.

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