Yahoo Finanzas De Richard Branson a Jeff Bezos: los multimillonarios copian comportamientos de la monarquía
A comienzos del siglo XV muchos de los viajes de los portugueses por África y Asia fueron financiados por el príncipe Enrique de Portugal, al que los historiadores bautizaron “Enrique el navegante”. Cuando Cristóbal Colón buscó recursos para su viaje planeado hacia las “Indias” primero apeló al rey de Portugal antes de tener éxito con Fernando e Isabel de España. Los monarcas financiaban las exploraciones porque creían que estos viajes apuntalarían su poder y sus tesoros.
En el siglo XXI los ejecutivos corporativos se han involucrado profundamente en la aventura de la exploración. Sir Richard Branson de Virgin y Jeff Bezos de Amazon acaban de viajar a la frontera del espacio. Elon Musk de Tesla ha desarrollado el programa de SpaceX y habla de la eventual colonización de Marte. Musk y Bezos compitieron por el contrato para operar futuros aterrizajes en la luna. Bezos incluso ofreció financiar en parte el proyecto.
En sí mismo este es un proceso llamativo. Hace 60 años cuando la carrera espacial se daba entre Estados Unidos y la Unión Soviética pocos hubiesen imaginado que empresarios individuales tendrían jamás los recursos para entrar en la refriega. Este cambio dice algo respecto de los extremos a los que ha llegado la riqueza en el siglo XXI.
La semejanza con los monarcas absolutos no se limita a la exploración. Al igual que los gobernantes del pasado, los magnates modernos construyen sus propios monumentos en la forma de sedes corporativas, no solo los rascacielos en Londres y Nueva York, sino los vastos campus de Silicon Valley. Mientras los dinásticos de la antigüedad viajaban en carrozas tiradas por caballos, los CEO modernos se separan del público en limusinas conducidas por choferes y jets privados.
Al igual que los monarcas de la antigüedad, los grandes empresarios tienen que enfrentar fuentes rivales de poder. Se enfrentan al equivalente de barones feudales en la forma de directorios que pueden tratar de desplazarlos. Y tienen que contender con príncipes ambiciosos que en la era moderna son ejecutivos más jóvenes que querrían ocupar su puesto. La buena noticia es que mientras los monarcas destronados probablemente fueran ejecutados, un CEO destronado puede disfrutar de una generosa indemnización.
También está su capacidad de controlar el tiempo. En la corte de Luis XIV, el “Rey Sol” de Francia, el ritmo del día estaba completamente dedicado a los hábitos del monarca, y los cortesanos más afortunados podían verlo vestirse, almorzar e ir a la cama. Los CEO modernos también tienen la capacidad de modificar los horarios de los que los rodean. Si él o ella se levanta a las cinco de la mañana para enviar mensajes, alguien del personal se sentirá obligado a levantarse temprano y responder. De modo similar si al CEO le gusta realizar conferencias por Zoom los fines de semana o cenas de trabajo el viernes por la noche, la vida familiar de los subordinados se verá afectada.
Otro paralelo con los monarcas es la tendencia a la arrogancia. En su libro Fall John Preston cuenta que cuando Robert Maxwell, el magnate de los medios, estaba insatisfecho con su comida, a veces arrojaba el plato al suelo y dejaba que otros lo limpiaran. Maxwell también intervenía los teléfonos de su personal y escuchaba sus conversaciones, lo que también recuerda a Luis XIV, que interceptaba el correo de sus cortesanos.
Gustos excéntricos
El entretenimiento lujoso es otro denominador común. Los monarcas organizaban bailes sofisticados y competían para alardear de su riqueza. Los magnates modernos pagan a estrellas de rock para que actúen en sus cumpleaños. Carlos Ghosn, el CEO de Nissan, incluso organizó una extravagante fiesta en Versalles, el castillo del “Rey Sol”.
Las dinastías reales extendían sus imperios tanto a través de conquistas militares como de casamientos estratégicos. Los ejecutivos modernos logran el mismo efecto a través de fusiones y adquisiciones, usando su poderío financiero para comprar rivales más pequeños y reducir la amenaza de la competencia. En efecto los monarcas antiguos eran proveedores monopólicos de servicios de seguridad, que recibían pagos en la forma de impuestos y requisiciones. .
La misma trampa amenaza a los magnates modernos. A menudo cometen el error de asumir demasiada deuda adquiriendo negocios que no encajan con el resto de su empresa. Igual que muchos gobernantes antiguos cometen el error de combatir en dos frentes. Bezos, obsesionado con el espacio, sigue siendo presidente ejecutivo de Amazon. Musk está tratando de construir cohetes y fabricar autos Tesla. El mayor peligro para los monarcas puede venir cuando parecen estar en la cima de su poder.
VÍDEO | Jeff Bezos y su tripulación flotan en el espacio
