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Pompa y circunspección: los vínculos de África con China y Occidente empiezan a verse más parecidos

China y África han “forjado una amistad inquebrantable”, declaró Xi Jinping
BBC Mundo

Cuando el presidente Xi Jinping se encuentra con líderes africanos, abundan las afirmaciones grandiosas. Al menos en este aspecto el evento diplomático trianual conocido como Foro de Cooperación China-África (FOCAC es la sigla en inglés), que se realizó recientemente en Senegal, no fue una desilusión. China y África han “forjado una amistad inquebrantable”, declaró Xi, que habló desde China por vídeo. Xi presentó un cuadro deslumbrante de los vínculos sino-africanos, diciendo que incluyen “sincera amistad e igualdad, mutuo beneficio y desarrollo en común, equidad y justicia y progreso de acuerdo con los tiempos y apertura e inclusividad”. En verdad las relaciones entre los países africanos y China están un poco menos soleadas y mucho menos equitativas. Pero son profundas.

China ha financiado, desarrollado u opera 35 puertos africanos grandes y miles de kilómetros de caminos y ferrocarriles. El comercio en productos entre África y China, que alcanzó casi los US$200.000 millones en 2019, sobrepasó en mucho el comercio con Estados Unidos (aunque es menos que con la unión europea). Los créditos para infraestructura han hecho de China el mayor acreedor bilateral de África. Desde hace algún tiempo a los africanos les preocupa que China esté creando trampas de deuda prestando demasiado o con condiciones que puedan permitirle apoderarse de puertos o aeropuertos si no se cumple con los pagos. Pero luego del último evento a muchos puede preocuparle ahora que, lejos de prestar demasiado, China esté perdiendo interés en África. La ayuda ofrecida en el FOCAC por cierto sugiere que China está reduciendo el flujo de dinero. En cada una de las reuniones anteriores, en 2015 y 2018 anunció que proveería 60.000 millones de dólares de financiación nueva. Esta vez sus compromisos de financiación sumaron 40.000 millones de dólares. Esto incluirá unos US$ 10.000 millones de nuevas reservas de China (conocidas como derechos especiales de giro) del FMI, US$10.000 millones en préstamos a instituciones financieras chinas, US$ 10.000 millones para financiación de comercio y un objetivo de inversiones por US$10.000 millones de firmas chinas. También prometió 1000 millones de dosis de vacunas para el covid-19.

Las promesas reducidas de generosidad futura equiparan lo que ya se está viendo en la realidad. En 2019 el crédito chino a África cayó a US$7000 de un pico de US$28.000 millones en 2016, de acuerdo a la iniciativa de investigación China-África de la Universidad Johns Hopkins. Esto se debe en parte a que varios países africanos tuvieron dificultades para pagar sus créditos y pidieron mejoras en los términos del repago a China. Mientras tanto los ingresos de las firmas de construcción e ingeniería chinas provenientes de África han venido cayendo sostenidamente desde 2015.

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Pero el dinero no es lo único que China tiene que ofrecer para cementar sus vínculos con los países africanos. Su política de no interferencia en asuntos internos significa que está igualmente contento tratando con déspotas como con demócratas. Proclama esto diciendo que su ayuda no viene con ataduras políticas, aunque en la realidad espera que los países que reciben ayuda China le den su apoyo en organizaciones internacionales y para silenciar las críticas sobre sus propios abusos de los derechos humanos. Cosa importante, promete tratar a los africanos con respecto y como iguales. Pero en las reuniones del FOCAC los líderes africanos rinden pleitesía, cantan las alabanzas de China y obedecen su demanda de que traten a Taiwán como parte de China, antes de ir gorra en mano en busca de ayuda. Resulta claro quién es el primus inter pares.

Pese a esta actitud servil muchos delegados africanos al FOCAC no estaban muy contentos con el involucramiento chino en África. Félix Tshisekedi, presidente del Congo, argumentó que la asociación beneficiaría más a África si se le diera a los países africanos mejor acceso al mercado chino. En los corrillos del evento algunos delegados cuestionaron las promesas de Xi. “¿Esto se traducirá en hechos?”, preguntó uno. “Soy escéptico”. Tales preocupaciones son comunes también en conferencias africanas encabezadas por occidente, aunque China por lo general cumple más sus promesas, dice Deborah Brautigam de Johns Hopkins University.

Aún así la ayuda China ahora es menos distintiva de lo que en el pasado, cuando estaba más dispuesta que otros donantes a financiar proyectos de infraestructura grandes que apuntaban a ayudar a África a industrializarse, lamenta Carlos Lopes, economista de la Universidad de Ciudad del Cabo. En estos tiempos “de lo que se trata es de África como un mercado de consumo”, dice.

Al momento en que el involucramiento chino en África comienza a parecerse más al de occidente, los países occidentales están comenzando a copiar a China. En una visita reciente a Nigeria, Anthony Blinken, el secretario de Estado de Estados Unidos, sonó casi chino cuando dijo que Estados Unidos había provisto vacunas contra el covid-19 “sin condicionamientos políticos”. Esta semana la UE anunció un esquema de infraestructura global por US$ 340.000 millones llamado Portal Global, que se presenta como un rival de la iniciativa china de cinturón y camino, que financia puertos, caminos y otra infraestructura. En junio Estados Unidos encabezó la formación de Build Back Better World, una iniciativa del G7 para hacer lo mismo.

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Los vínculos chinos con África son menos distintivos y menos amenazantes de lo que se sostiene a veces. Algunos líderes occidentales en privado pueden estar festejando el retroceso chino considerándolo un golpe a la influencia china. Pero no hay ninguna ganancia si África pierde no sólo los caminos, puertos y puentes que China construye, sino también el poder de negociación que le da contraponer a China con occidente para conseguir mejores condiciones.

Traducción de Gabriel Zadunaisky