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¿Por qué es interesante incorporar insectos comestibles a nuestra dieta?

Muchos dicen que son el alimento del futuro, otros que son el sustituto de la carne roja. La realidad es que la entomofagia o consumo de insectos es una corriente que gana cada día más fuerza

Sostenibles en su producción y tan saludables como los alimentos de la despensa tradicional, los insectos comestibles han llegado para quedarse. (Foto: Getty)

¿Por qué no aliñar una ensalada con polvillo de gusanos? ¿Qué tal si añadimos un escorpión a una paella? Es lo que nos propone Isacc Petràs experto entomófago y durante años vendedor de insectos en el mercado de la Boquería de Barcelona.

Existen más de 1.600 variedades catalogadas en el mundo y más de 2.000 millones de personas en el planeta los consumen de forma habitual. A la cabeza de las más demandadas se sitúan los escarabajos (31 por ciento) y las orugas (18 por ciento), seguidas de las abejas, avispas y hormigas (14 por ciento) y los saltamontes, langostas y grillos (13 por ciento). Pueden adquirirse envasados, a granel, deshidratados, dulces…

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Aunque la investigación de los insectos para el consumo es incipiente, algunos estudios indican que la entomofagia podría ser una una alternativa a nuestra dieta tradicional; y la mayoría de los nutricionistas los contemplan como un complemento y no como sustitutivo de otros alimentos.

La propia Organización Mundial de la Salud (OMS) defendió el consumo de insectos en 2013 por su “potencial nutritivo envidiable”, de manera que hoy en día constituyen un campo por explorar, repleto de recovecos y sorpresas, en los países occidentales.

En comer insectos, Petràs narra las vicisitudes por las que tuvo que pasar cuando en un viaje a Perú, en el verano de 1998, le ofrecieron como suculento manjar.

“Si en aquella época incluso al sibarita más recalcitrante le parecería rarísimo comerse un ceviche, es fácil imaginar la cara que pusimos mi amigo y compañero de viaje y yo cuando nos plantaron ante los ojos una flamante tarántula a la brasa en medio del Amazonas de finales de los noventa. No había escapatoria, pese a que, en aquellos momentos, con la tarántula allí delante, nuestro único deseo era salir corriendo sin mirar atrás”, cuenta Petràs, hijo y nieto de mercaderes.

“En aquel momento, continúa, no podíamos imaginar que ese bicho que reposaba ante nuestros ojos convenientemente braseado y que logró acelerarnos el corazón como pocas cosas en la vida, no solo nos iba a hacer reír durante mucho tiempo cada vez que rememorásemos la anécdota, sino que a mí, personalmente, iba a cambiarme la vida de alguna manera”.

¿A qué sabe un insecto?

Cada vez que le hacen esta pregunta, responde lo mismo: no se puede definir, hay que probarlos. Aunque enseguida matiza, “es como comerse una gamba sin quitarle la piel”.

Por su parte Julieta Ramos-Elorduy, profesora del Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México, identifica algunas curiosas asociaciones entre especies y sabores por todos conocidos:

  • El dulzor de las hormigas y termitas evocaría al de las nueces.

  • Las larvas de los escarabajos (tenebriónidos) recuerdan al pan integral; las larvas de escarabajos (destructores de la madera), a la pechuga grasa con piel.

  • Las libélulas y otros insectos acuáticos, al pescado.

  • Las cucarachas, a los champiñones.

  • El insecto italiano rayado o trovador, a las manzanas.

  • Las avispas, a los piñones.

  • Las orugas de las polillas Mythimna impura, al maíz crudo.

  • Las cochinillas, a las patatas fritas.

  • Las huevas de barquero de agua, a caviar.

  • Y las orugas de las polillas Erebidae, al arenque.

Motivos para incluirlos en nuestra dieta diaria

“Para empezar, comenta Petràs, por la cantidad de población de otros continentes residente en España que se alimenta habitualmente de insectos en sus países de origen. De hecho, en el debate sobre la legislación europea relativa a nuevos alimentos que tuvo lugar antes de su aprobación, se invitó al Parlamento Europeo a diversos expertos mundiales en las diferentes materias; entre ellos, el embajador de México en Bruselas, que se mostraba maravillado, no sin cierta sorna, ante la fascinación repentina de los europeos por los insectos. También por otros alimentos que en su país se consumen de forma habitual desde la época de los mayas, como las semillas de chía”.

Los insectos piden paso en el mercado agroalimentario español y europeo. (Foto: istock/Getty)
Los insectos piden paso en el mercado agroalimentario español y europeo. (Foto: istock/Getty)

Petràs señala otros aspectos de índole medioambiental y económica relacionados con el consumo de insectos que conviene tener en cuenta en los países desarrollados. “El Nordic Food Lab alerta, como ya lo han hecho en diversas ocasiones instituciones como Greenpeace, de que la producción masiva de carne y lácteos es insostenible para el medio ambiente“.

Los datos hablan por sí solos:

  • Hasta un 80 por ciento de las tierras destinadas a la agricultura se utilizan para la producción extensiva de ganado, pese a que la carne supone, apenas, el 18 por ciento de las calorías que consumimos.

  • Si no se reducen al menos en un 74 por ciento las emisiones de gases de efecto invernadero y hasta un 60 por ciento los fertilizantes compuestos por nitratos antes de 2050, tal vez ya sea demasiado tarde para poner freno al cambio climático.

En este sentido, la producción y comercialización de insectos parece una buena manera de introducir proteínas de alto valor biológico (“30 gramos de insectos tienen las mismas proteínas que un bistec de 300 gramos”, apunta Petràs)en la dieta de muchas personas en el planeta que no tienen acceso al consumo de carne, pescado o huevos. Y son muchas, millones en todo el mundo.

Además de poseer proteínas de alta calidad, aportan otros nutrientes fundamentales como niveles elevados de ácidos grasos. También son ricos en fibra y micronutrientes como cobre, hierro, magnesio, fósforo, manganeso, selenio y cinc.

Así pues, los insectos se presentan como una buena alternativa ya que aportan proteínas, vitaminas, fibra y minerales, son baratos, fáciles y rápidos de criar y respetuosos con el medio ambiente (requieren escasa extensión de terreno).

“Era una costumbre que desconocíamos en Occidente y que la globalización y los vuelos low cost a ultramar han normalizado”, comenta aunque los paladares occidentales han sido tradicionalmente muy escrupulosos con los crujidos de los exoesqueletos de los insectos, o con la comida de larvas, pero se pueden ir adaptando.

Aunque aquí nos resulte extraño, lo cierto es que en un 80 por ciento de los países se consumen insectos de forma habitual. “Y en algunos de ellos, como Tailandia, México, China o Japón, estos forman parte de la dieta diaria, se venden por las calles y se disfrutan tanto como lo hacemos nosotros al degustar carne de conejo, percebes, gambas, caracoles o cualquier otro alimento que con toda seguridad pondría los pelos de punta en otras culturas”.

“Se consumen por muchos motivos, añade el entomófago, tanto por su extraordinario sabor“las hormigas culonas tienen un punto cítrico sensacional, mientras que el escorpión nos deja un retrogusto a fruto seco y la tarántula tiene un sabor cárnico más potente-, como porque son una fuente de nutrientes de gran valor, especialmente proteínas”.

¿Es peligroso comer insectos?

Según la FAO, no se conocen casos de transmisión de enfermedades o parasitoides a humanos derivados del consumo de insectos siempre que los insectos hayan sido manipulados en las mismas condiciones de higiene que cualquier otro alimento. No obstante, pueden producirse alergias comparables a las alergias a los crustáceos, y en comparación con los mamíferos y las aves, los insectos pueden plantear un riesgo menor de transmisión de infecciones zoonótica.

Algunas recetas ‘fáciles’

Si al final te animas, puedes probar algunas de las recetas que propone Isaac como tortillas de grillos, tartar de tomate y escorpiones, crema de guisantes y gusanos de seda, tacos de saltamontes, pasta fresca de escorpiones y gambas, estofado de garbanzos y larvas, fideuá de tarántulas y galeras,veggie burgers con gusanos de harina y hasta sangría blanca de hormiga cítrica.

¿Has probado ya los snacks de insectos? ¿Te atreverías a elaborar estas recetas?

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