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Por qué los bancos centrales se han apuntado a la fiebre del oro

Hasta las guerras mundiales, muchas economías se basaban en el ‘patrón oro’. El metal precioso, a diferencia de otros bienes utilizados como dinero (como la sal o el ganado), es duradero, divisible, homogéneo y difícil de falsificar. Como consecuencia, el valor de diversas unidades monetarias estuvo basado en una cantidad determinada de oro (o, en el caso del patrón bimetálico, de oro y plata). Pero al terminar la Primera Guerra Mundial, muchos gobiernos se vieron incapaces de respaldar sus monedas con el oro, por lo que el sistema financiero internacional tomó carácter fiduciario. Con este nuevo sistema, modelo actual del euro, el dólar estadounidense y todas las otras monedas de reserva, el dinero se respalda con una promesa de pago por parte de la entidad emisora, asegurando el valor del billete o la moneda.

A pesar de esta evolución, el oro sigue teniendo valor más allá de su apariencia. Es considerado un ‘activo refugio’: un bien muy seguro para la inversión, especialmente en momentos de incertidumbre. No significa que su valor no pueda bajar, pero en momentos de turbulencias en los mercados, es más probable que su valor se mantenga predecible. A diferencia algunas divisas que también se consideran activos refugio, el oro no cuenta con ninguna autoridad monetaria o gobierno que controle su valor. El metal precioso tiene un valor intrínseco que nadie puede negar, y eso lo convierte en un bien codiciado y relativamente estable.

El oro es considerado un activo refugio, uno de los más demandados y codiciados en cualquier situación pero, especialmente, cuando la incertidumbre es alta. Foto: Getty Images
El oro es considerado un activo refugio, uno de los más demandados y codiciados en cualquier situación pero, especialmente, cuando la incertidumbre es alta. Foto: Getty Images

Recientemente, los bancos centrales han comprado la mayor cantidad de oro desde el final de la Segunda Guerra Mundial. El metal cotiza a 1.328 dólares la onza (aquí puedes seguir su cotización), un incremento del 10% respecto a su reciente mínimo, marcado en septiembre del 2018. ¿A qué se deben estos cambios?

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Consideremos el máximo histórico del valor del oro: en agosto del 2011, cuando llegó a valer 1.930 dólares la onza. Esta revalorización ocurría paralelamente a los eventos geopolíticos que causaban tensiones en el mercado: los rescates de países como Grecia y Portugal, la incertidumbre sobre el futuro del euro o la desaceleración de Estados Unidos, por ejemplo. Desde ese momento, a medida que se estabilizaba relativamente el mercado y que el dólar (divisa con la cual se paga el oro) se iba encareciendo, el valor del oro iba bajando.

Los factores que explican lo que está pasando con el oro

La firma de análisis Bernstein atribuye los recientes cambios a diversos factores. El nivel récord de la deuda de Estados Unidos reduce la confianza en otros activos seguros y amenaza con elevar la inflación. A su vez, hay ciertos eventos a nivel geopolítico, tales como las negociaciones del Brexit o las guerras comerciales, que aumentan la incertidumbre en los mercados.

Los bancos centrales, incluyendo aquellos que llevaban mucho tiempo inactivos en la compra de oro (como India, Polonia o Hungría), consideran que la seguridad del oro serviría como una primera línea de defensa ante estos cambios y ante la incertidumbre, y potencialmente como un ancla de estabilidad a largo plazo. Globalmente, compraron 651,5 toneladas de oro en 2018, un incremento del 74% mayor que las adquisiciones del año anterior.

Se espera que la demanda por el oro se incremente, especialmente en términos de la tenencia pública y privada, aunque la demanda de oro por parte del sector tecnológico y de joyería vaya cayendo. Es más, la demanda por parte de los bancos centrales ya ha superado la de estos sectores.

Por su parte, el Banco de España mantiene la misma posición que tiene desde el 2007, con 281,6 toneladas de oro (un 17% del total de las reservas). Este nivel se ha mantenido tras un periodo de venta entre el 2005 y el 2007, cuando el organismo se deshizo de casi 175 toneladas. España está en el puesto número 19 en el ranking de países con más reservas de oro.

Con la inflación, la debilidad del dólar, y los otros factores mencionados anteriormente, quizá sea momento de que también nos contagiemos de la nueva fiebre del oro y nuestro banco central vuelva a invertir en el activo refugio por excelencia.

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