Anuncios
U.S. markets close in 3 hours 58 minutes
  • S&P 500

    5,018.26
    -53.37 (-1.05%)
     
  • Dow Jones

    37,912.32
    -548.60 (-1.43%)
     
  • Nasdaq

    15,483.21
    -229.54 (-1.46%)
     
  • Russell 2000

    1,966.36
    -29.06 (-1.46%)
     
  • Petróleo

    82.45
    -0.36 (-0.43%)
     
  • Oro

    2,342.70
    +4.30 (+0.18%)
     
  • Plata

    27.32
    -0.03 (-0.10%)
     
  • dólar/euro

    1.0723
    +0.0022 (+0.20%)
     
  • Bono a 10 años

    4.7060
    +0.0540 (+1.16%)
     
  • dólar/libra

    1.2492
    +0.0029 (+0.23%)
     
  • yen/dólar

    155.5350
    +0.3060 (+0.20%)
     
  • Bitcoin USD

    64,110.32
    -479.56 (-0.74%)
     
  • CMC Crypto 200

    1,381.84
    -0.73 (-0.05%)
     
  • FTSE 100

    8,078.86
    +38.48 (+0.48%)
     
  • Nikkei 225

    37,628.48
    -831.60 (-2.16%)
     

Los problemas concretos de la economía real

PATRICIO PIDAL/AFV
PATRICIO PIDAL/AFV

Lo que le pase a un fabricante de zapatos no es independiente del acuerdo entre la Argentina y el FMI, pero él enfrenta muchísimos problemas que nada tienen que ver con las consideraciones financieras. Sin embargo, tanto la acción concreta de los funcionarios, como los debates profesionales y la correspondiente cobertura en los medios de comunicación parecen hoy absorbidos por el plano financiero, en detrimento del real.

Para saber si estoy equivocado o estoy exagerando entrevisté al checoeslovaco Walter Alfred Eltis (1933-2019), quien estudió en las universidades de Cambridge y Oxford, teniendo como compañeros a Jagdish Natwarlal Bhagwati, Sam Brittan y Amartya Sen. Tuvo el placer de escuchar a Harry Gordon Johnson, quien podía hablar media hora sin parar, para luego agregar: “Pero esto no tienen por qué saberlo para el examen”.

–Usted incursionó en los medios de comunicación.

–Efectivamente. A Robert William Bacon y a mí el Sunday Times nos ofreció nueve páginas, en tres ediciones sucesivas, porque el editor del diario pensaba que sus lectores estaban tan preocupados por sus finanzas personales que querrían leer algo los domingos. Utilizando un enfoque clásico, planteamos el efecto desestabilizador que sobre la economía inglesa estaba teniendo el aumento del gasto público. Parafraseando a Maquiavelo, Bruce Page me recomendó que comenzara mis escritos con una impactante media verdad. En 1974, con Bacon advertimos que no solamente en los países en vías de desarrollo el aumento de los empleos improductivos retardaba el crecimiento económico.

PUBLICIDAD

–En Historia del pensamiento económico usted contrastó las ideas de Francois Quesnay con las de Adam Smith.

–Quesnay fue indudablemente un genio: hijo de un granjero, llegó a la Academia Francesa de Ciencias, fue miembro distinguido de la Royal Society de Londres, médico personal de madame de Pompadour y uno de los médicos principales de Luis XV. Contrasté sus teorías con las de Smith, explicando la relevancia actual que las primeras tienen sobre países como la Argentina, India y Pakistán.

–Como comprenderá, el primer caso me interesa particularmente.

–En la Argentina la exportación paga muchos impuestos, como en la Francia del siglo XVIII. Por lo cual, no sorprendentemente la agricultura crece menos que lo que podría. El mundo debería aprender de Quesnay. Por eso, cuando en 1984 Guido José Mario Di Tella organizó en Toledo, España, un seminario sobre la evolución económica de la Argentina entre finales de la Segunda Guerra Mundial y 1982, a ustedes, argentinos, les dije lo siguiente: “En materia de políticas públicas referidas al sector agropecuario han cometido casi todos los pecados. Les falta uno, la reforma agraria. En cuanto lo cometan, terminarán importando alimentos”.

–¿De qué hablamos cuando los economistas nos referimos a la economía real?

–Una clarificación no está de más. Economía real no se contrapone a economía ficticia, sino a economía monetaria. Tampoco se refiere a esa aseveración tan popular entre los periodistas, según la cual “la macroeconomía andará fenómeno, pero los bolsillos de la gente no lo siente”. Economía real alude a volúmenes de producción, transporte y distribución de bienes, composición sectorial del PBI, grado de apertura comercial de la economía, empleo y desempleo, migraciones, etcétera.

–¿Qué lugar ocupó la economía real en el pensamiento clásico?

–Central. Además de Quesnay, de quien ya hablé, Smith se ocupó de los beneficios de la especialización; David Ricardo, de los rendimientos marginales decrecientes; Robert Thomas Malthus, de la explosión demográfica, etcétera. En Inglaterra, a comienzos del siglo XIX, se desarrollaron los debates monetarios; pero para el pensamiento clásico la moneda era un velo que había que correr para poder ver la realidad. El temido estado estacionario era el resultado de causas reales, no monetarias.

–¿Quién cambió esta visión?

–John Maynard Keynes, quien en la década de 1930 mostró que en contextos de fuerte incertidumbre una economía monetaria funciona de manera diferente a una economía de trueque. En la práctica, el dinero no se emite tirándolo desde un helicóptero; la neutralidad del dinero difícilmente se verifica en la realidad. Esto es hoy mucho más relevante que hace casi un siglo, por el tamaño que tienen los activos financieros y la facilidad con la cual se mueven.

–Entonces, tiene sentido prestarle particular importancia al componente monetario y financiero de cualquier economía.

–Sí, pero no al precio de ignorar todo lo demás.

–Explíquese por favor.

–Si en vez de imaginar, le pidiéramos a cualquier fabricante de bienes de la Argentina que liste los problemas que hoy enfrenta, sin duda mencionará dudas referidas al plano estrictamente político, así como interrogantes que tienen que ver con la posibilidad y el costo de obtener créditos bancarios. Pero no solo eso.

–¿Qué más?

–No soy un experto, por lo cual lo que sigue es meramente ilustrativo. Pienso en la cantidad de regulaciones de todo tipo: impositivas, aduaneras, laborales, intervenciones de la Secretaría de Comercio que insumen notable cantidad de energías de personas que tendrían que estar ocupadas en averiguar qué quieren los consumidores, en qué andan sus competidores, etcétera. Permítame seguir.

–Adelante.

–Pienso también en el sistema de coparticipación de impuestos, que inviabiliza los emprendimientos privados, porque no pueden competir con los salarios que paga el sector público; en los problemas de protección efectiva, por falta de relación entre el arancel de los insumos y el de los productos terminados. Pero como le digo, estoy simplemente ilustrando.

–Una implicancia de lo que usted está diciendo es que muy probablemente la ayuda que necesitan los empresarios que operan en la economía real no es un aumento sino una reducción del número de leyes, decretos, resoluciones, comunicaciones, etcétera.

–Efectivamente. No esperen milagros, porque cuando esto lo implementa un gobierno que tiene fuertes problemas de credibilidad, los resultados no siempre son significativos y mucho menos inmediatos. Pero igual tienen que intentarlo.

–Todo lo que estamos conversando, ¿impacta también en la formación de los economistas?

–Desde luego, y me alegra que haya planteado este punto. Espero que nadie se ofenda, pero el mundo financiero es un mundo de anotaciones; cambiar ingresos y egresos en una planilla Excel es juego de pibes. El mundo real es otra cosa. Quienes tienen que otorgar créditos bancarios a los pizzeros, deberían primero trabajar algún tiempo en alguna pizzería, para entender el desafío que plantea un aumento de las tasas de interés, en términos del número de pizzas que hay que fabricar, vender y cobrar, para honrar las deudas.

–Don Walter, muchas gracias.