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El proteccionismo de Sri Lanka vacía las despensas de la vital cúrcuma

Colombo, 26 nov (EFE).- El curri de la esrilanquesa Samantha Karunathilaka no luce igual, ni desprende su aroma a cocina casera, desde que agotó su reserva de cúrcuma, una especia fundamental para los hogares de la nación isleña que prácticamente ha desaparecido del mercado por las políticas proteccionistas del Gobierno.

La decisión de las autoridades de Sri Lanka de prohibir la importación de esta especia en diciembre del año pasado, con la esperanza de dar un empujón al cultivo local, ha resultado en un auge del contrabando y en productos adulterados o de mala calidad.

"Es lo que da al curri su color y aroma; la cúrcuma no afecta realmente al sabor, como sí lo hacen otras especias, pero sin ella la comida no tiene un aspecto tan bueno para comer", explicó a Efe Karunathilaka.

Esta mujer de 45 años residente en Borelasgamuwa (oeste) agotó en junio sus últimas reservas de cúrcuma, que no solo se utiliza para cocinar sino también para lavar las verduras al ser considerado como un agente antibacteriano.

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Tras varios intentos infructuosos de adquirirla, Karunathilaka localizó al fin la especia, comúnmente procesada y vendida como un polvo de intenso color amarillo. Pero descubrió después que se trataba de un producto adulterado: harina de arroz con colorante o quizá ralladura de pan, no está segura.

BAJA PRODUCCIÓN LOCAL, ELEVADA DEMANDA

"Ahora no hay buena cúrcuma en el mercado, estamos animando a la gente a que la hagan crecer en sus jardines", dijo a Efe Deeptha Panagoda, asistente de investigación en un departamento del Ministerio de Agricultura encargado de aconsejar a los agricultores, conocido como Govijana Seva.

Aunque la especia es esencial para la cocina esrilanquesa, la nación isleña solo produce una fracción de la cantidad consumida cada año, y hasta hace un año dependía especialmente de las importaciones de la India.

Ahora, el Gobierno ofrece semillas y fertilizantes de forma gratuita a través de funcionarios como Panagoda para que los esrilanqueses hagan crecer sus propias plantas de cúrcuma.

Pero esta medida provisional de poco ha servido. A principios de año, el kilo de especia costaba 425 rupias esrilanquesas (unos 2,2 dólares), y ahora ronda las 6.000 rupias (unos 33 dólares).

Esta situación ha sido aprovechada por los contrabandistas, que no han dudado en llenar barcos con fardos de este polvo amarillo. En una de las incautaciones más recientes, el pasado 12 de noviembre, la Marina esrilanquesa descubrió 800 kilos de cúrcuma seca.

La escasez es tal que la especia es introducida en el país como si se tratase de oro o droga, escondida en los lugares más insospechados, explicó a Efe el portavoz de la aduana de Sri Lanka, Sunil Jayarathne.

En lo que va de año se han incautado unos 500 kilos en la frontera, mientras que el castigo contra los traficantes suele quedarse en una multa.

UNA SITUACIÓN INSOSTENIBLE

Algunas voces desde la industria han calificado la situación de insostenible, y la política proteccionista del Gobierno esrilanqués ha suscitado incluso una reciente advertencia por parte de la Unión Europea.

"El presidente ha sido inducido a creer que esta decisión es sostenible. No lo es, porque no ha habido una planificación adecuada", dijo a Efe el director de la Organización Popular para el Desarrollo de la Importación y la Exportación, Tyrell Fernando.

Según Fernando, el Gobierno debería haber dado un plazo de dos años a los agricultores y a las familias para empezar a cultivar la cúrcuma.

"En vez de eso, han detenido las importaciones completamente. Lo que ha pasado es que la gente ha empezado a utilizar la producción doméstica para replantar, y no tenemos bastante cúrcuma en los mercados", explicó.

Una situación cíclica que no tiene una pronta solución, según Fernando, y que en todo caso mantendrá el alza de los precios para desazón de los hogares esrilanqueses.

"Era más barato importar la cúrcuma desde la India porque sus costes laborales son más bajos en comparación", dijo.

Pero el Gobierno de Sri Lanka no está dispuesto a abandonar su ambicioso plan de "construir una agricultura y una industria fuerte", como justificaron la prohibición de las importaciones hace un año las autoridades.

Durante la presentación del presupuesto estatal, el pasado 17 de noviembre, el presidente Gotabaya Rajapaksa afirmó que "la importación de jengibre y cúrcuma se han detenido por completo para alentar el cultivo de éstos".

Este tipo de políticas proteccionistas no han gustado a la Unión Europea, que en un comunicado publicado el pasado 19 de noviembre afirmó que el comercio "no es una calle de una sola dirección".

Por ahora, Karunathilaka tiene todas sus esperanzas puestas en la pequeña planta de cúrcuma que crece en su jardín. Sabe que no bastará para satisfacer a su familia y devolver el color a su curri, pero es la única solución a corto plazo.

Aanya Wipulasena

(c) Agencia EFE