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Ahora puedo llamarme campeón. El Tren de Cuba alcanza la estación de la gloria en el boxeo profesional

MARCOS PEREZ

Cuba tiene un nuevo campeón mundial. Para Robeisy Ramírez se trató de una coronación y para su tierra de un motivo de orgullo, porque a pesar de los pesares, sumar una faja reconocida, será siempre la aspiración primera de cualquier boxeador.

De la mano de un pugilismo depurado, un derroche de habilidades y un golpeo acertado, Ramírez venció el sábado por la noche a Isaac Dogboe en Tulsa, Oklahoma, para reclamar la corona de la Organización Mundial del Boxeo que había dejado vacante Emmanuel “Vaquero’’ Navarrete.

Medallista de oro olímpico de Cuba en los Juegos del 2012 y el 2016, Ramírez se encumbró como profesional en una victoria por decisión unánime en 12 sobre un ex campeón mundial como Isaac Dogboe con boletas de 119-108, 118-109 y 117-110 a su favor.

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“Estoy viviendo una nueva etapa en mi vida’’, señaló Ramírez a Bernardo Osuna, de ESPN con los ojos a punto de reventar en llanto por la emoción. “Hice todo lo que me pidieron como amateur, gané dos medallas de oro. Ahora puedo llamarme campeón’’.

La primera señal de una larga noche para Dogboe llegó a mediados del segundo asalto cuando Ramírez asestó un izquierdazo a la guardia alta y cerrada del africano, seguido más tarde de un uppercut de izquierda que chocó en pleno rostro.

Dogboe, un ghanés que se trasladó a Londres y ahora entrena en Washington, se vio visiblemente afectado por el golpe y falló de forma salvaje con un derechazo de reacción, tras lo cual se aferró sabiamente para evitar un castigo mayor, pero las cosas no mejorarían para él.

Si acaso, Dogboe habría ganado dos o tres asaltos, porque todo lo demás fue un recital de Ramírez que, con ángulos y combinaciones, además de movimientos bien calculados sobre el cuadrilátero, frustró a un oponente que falló demasiado.

El cienfueguero aumentó su ventaja en los asaltos de campeonato al punto que en el duodécimo un golpe de izquierda provocó el único derribo del combate, que se produjo en un momento en el que parecía ir muy por delante en las tarjetas de puntuación.

Más allá de una coronación también fue el cierre de un ciclo para Ramírez, quien había culminado uno antes cuando conquistó dos medallas de oro olímpicas y decidió, cansado de injusticias e incomprensiones, convertirse en boxeador profesional.

Este nuevo período no comenzó de la mejor manera porque las expectativas era excesivamente altas y las preocupaciones surgieron cuando Ramírez cayó derribado en el primer asalto de su combate de agosto de 2019 contra Adán González, contra quien perdió por decisión dividida.

“Si no hubiera sido por esa derrota no estaría donde estoy hoy’’, señaló Ramírez. “Nunca me habría unido a Ismael Salas. Yordenis Ugás nunca me hubiera dicho que me mudara a Las Vegas y cambiara mi vida. Nunca habría conseguido que este equipo estuviera donde estoy hoy’’.

Ramírez (12-1, 7KO) fue descartado por la industria como alguien que nunca llegaría a cumplir su meta, pero desde entonces encadenó una racha de 11 victorias consecutivas, incluida una revancha contra González y un trío de nocauts en el 2022 que confirmaron su lugar entre los mejores pesos plumas y le garantizaron la presencia en la pelea titular frente a Dogboe.

Su nocaut en el quinto asalto sobre Abraham Nova el pasado verano y una posterior victoria por la misma vía sobre José Matías Romero obligó incluso a sus críticos más duros a detenerse y tomar nota, confirmando sus credenciales como aspirante válido a ser campeón.

Y ahora que inició este ciclo con la faja de la OMB, la pregunta que viene es: ¿podrá extender su dominio contra el resto de los campeones mexicanos de las 126 libras donde aparecen nombres como los de Luis Alberto López, Mauricio Lara y Rey Vargas?

Quién sabe lo que suceda en el futuro inmediato, pero este presente le pertenece por entero a El Tren de Cuba.