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Putin se enfrenta a los límites de su poderío militar mientras Ucrania recupera terreno

Tropas ucranianas se trasladan por el este del país
Tropas ucranianas se trasladan por el este del país - Créditos: @NICOLE TUNG

WASHINGTON.- El presidente Vladimir Putin apuesta a que la inminente llegada de los reservistas reclutados en la reciente leva cambie la dinámica en el campo de batalla en Ucrania, pero los analistas internacionales dicen que el tiempo pasa y la contraofensiva ucraniana no da tregua, dejando al descubierto que las fuerzas militares rusas necesitan mucho más que refuerzos de tropas mal entrenadas para recuperar la iniciativa bélica.

Putin ha logrado distraer la atención de su sombrío panorama en el campo de batalla celebrando referéndums de pantomima, declarando la anexión de regiones de Ucrania, y lanzando amenazas nucleares, en un intento por congelar las ganancias territoriales que Rusia acumuló desde la invasión de febrero y que va perdiendo día tras días por el avance ucraniano.

Pero esas maquinaciones políticas del Kremlin, anunciadas con bombos y platillos, no han logrado disfrazar la realidad de lo que ocurre a 1000 kilómetros de distancia, en Ucrania, donde las fuerzas rusas están muy golpeadas y mal manejadas, y sin que en el horizonte inmediato haya una bala de plata que pueda revertir la situación.

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Los analistas militares coinciden en que la improvisada leva de al menos 300.000 reservistas difícilmente ayuden a Putin a cambiar las cosas en cuestión de días. Y ni siquiera hay certeza de que esas tropas ayuden al Kremlin a estabilizar la situación a largo plazo, llegado el invierno y luego la primavera boreal.

Un soldado ucraniano en Kharkiv
Un soldado ucraniano en Kharkiv - Créditos: @YASUYOSHI CHIBA

El impacto que pueda tener la llegada de esas tropas dependerá del entrenamiento que reciban previamente y del modo en que los comandantes rusos las organicen y desplieguen sobre la línea de frente.

“Las unidades militares están compuestas por personas, y las personas no son garbanzos”, dice Frederick Kagan, director del proyecto de amenazas críticas del Instituto Americano de Empresas. “Un montón de seres humanos desmoralizados, enojados, atemorizados, sin entrenamiento y arrojados al campo de batalla con un arma al hombro, no son soldados.”

Primero Putin tendrá que lograr restaurar la capacidad básica de combate de un ejército diezmado que además necesita ser reequipado urgentemente, algo difícil de lograr en las actuales circunstancias. “Más que inundar la zona con reclutas, de lo que estamos hablando es de que las unidades existentes recuperen una mínima capacidad de combate”, señala Kagan.

Moscú no sabe cuánto territorio perderá antes de la llegada de los refuerzos. Ucrania está haciendo retroceder sostenidamente a las fuerzas rusas en dos frentes desde hace más de un mes. Pero tampoco se sabe cuánto tiempo más podrán sostener su contraofensiva los ucranianos, que también están sufriendo bajas.

Un cartel de reclutamiento en San Petersburgo
Un cartel de reclutamiento en San Petersburgo - Créditos: @OLGA MALTSEVA

“No hay nada más difícil que saber cuándo frenar, porque cuando un ejército avanza y logra una importante conquista territorial, a continuación tiene que extender sus líneas de suministro y de logística hasta esa nueva posición, y con personal que ya ha estado en combate activo durante días”, dice Christopher Doherty, miembro del Centro para la Nueva Seguridad de Estados Unidos. “Los triunfos y la actitud ofensiva son un fuerte impulso psicológico, pero en algún momento todo ejército se queda sin aire.”

Por ahora, Ucrania mantiene ese impulso. Durante el fin de semana, sus fuerzas recuperaron la ciudad de Lyman, en el este del país, y ahora se adentran en las zonas ocupadas de la región de Lugansk. Mientras tanto, en el sur, la contraofensiva ucraniana se aceleró en los últimos días, y las fuerzas de Kiev ya avanzan por la ribera del Dniéper rumbo a la ciudad de Kherson.

Cuándo y dónde frenarán finalmente su contraofensiva los ucranianos dependerá de su provisión de armas y municiones, gran parte de las cuales llegan desde Estados Unidos.

Rusia se ocupa regularmente de advertir sobre las consecuencias de que Estados Unidos y sus aliados siguen armando a Ucrania, pero hasta ahora sus amenazas no han cortado el flujo de armas. El martes, el ministro de Relaciones Exteriores ruso dijo que la cantidad de armas norteamericanas enviadas a Kiev había alcanzado “un peligroso límite”.

Problemas en el frente

No hay demasiados indicios de que Rusia haya resuelto alguno de los principales problemas que acosan a sus ejércitos desde el comienzo de la invasión. Hace meses que tienen problemas para llevar a cabo ataques combinados tierra-aire, para comandar tropas con muy variable voluntad de lucha, y para aceitar la complicada logística que implica hacer llegar suministros al frente.

La campaña militar rusa ya lleva siete meses y todavía no ha surgido un comandante claro de sus fuerzas, y los informes recientes sugieren que Putin interviene personalmente en la toma de decisiones del campo de batalla. Dentro de Rusia, los halcones del nacionalismo han atacado públicamente a los generales por sus malas decisiones.

Vladimir Putin, durante un encuentro con docentes
Vladimir Putin, durante un encuentro con docentes - Créditos: @Gavriil Grigorov

Los problemas que enfrenta Putin en Ucrania se ven agravados por los riesgos internos en casa. Para muchos rusos que hasta ahora se sentían al margen, la leva de reservistas hizo que de pronto la guerra en Ucrania se vuelva una realidad tangible.

A partir de ahora, lo más probable es que muchos rusos, sobre todo los que tienen hijos, hermanos y esposos que van camino a la guerra, quieran saber cómo les está yendo a las fuerzas rusas en el frente de batalla.

“Le han regalado a la gente una excelente razón para estar atenta a lo que sucede en el campo de batalla”, dice Sam Greene, profesor de política rusa en el King’s College de Londres. “Mientras no estabas involucrado directamente, podías mirar la televisión y conformarte con lo poco que informaban. Pero ahora, de repente, lo que pasa en Ucrania ha cobrado una importancia personal.”

Para colmo, la leva fue fallida, y el Estado ruso les mandó la notificación de reclutamiento a muchos hombres no aptos para luchar.

Hace 10 años, Rusia reestructuró su Ejército y desmanteló gran parte del sistema de movilización de tropas, que era costoso de mantener y era considerado en gran medida innecesario. Y todo eso ahora se nota, dice Dara Massicot, investigadora principal de políticas de la Rand Corp.

Como hay poca información pública y confiable sobre los planes de Rusia para entrenar y desplegar a esos reclutas, Massicot dice que todavía no es posible determinar el verdadero impacto que tendrá la movilización, y advierte que probablemente las nuevas tropas tengan poca capacidad de combate, pero que el Kremlin podría decidir la rotación de soldados de la retaguardia para luchar en el frente, suponiendo que le queden soldados para rotar…

“Crear un batallón de tanques con estos muchachos recién llegados tendría el resultado que todos podemos prever”, dice Massicot. “Pero si les asignan funciones auxiliares o no combativas en los territorios ocupados, probablemente logren una ventaja significativa en su objetivo actual, que es simplemente aguantar”.

De hecho, la situación deja al descubierto los límites de la capacidad de Putin para controlar las funciones de su propio gobierno y de sus ejércitos.

“Si hay algo que hemos aprendido de toda esta situación es que hay varias cosas que Putin no sabe. Entre otras cosas, no sabe ni qué tan bueno es su ejército, ni qué tan efectivo es su Estado”, dice Greene, del King’s College de Londres. “Son cosas que nunca tuvo ocasión de poner a prueba, y por lo tanto, hasta que llegó el momento no tuvo forma de saber si iban a funcionar o no.”

Por Paul Stone

Traducción de Jaime Arrambide