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Un insólito ponche de químicos tóxicos es la guinda del pastel de sus teorías conspirativas

A sticker that references the QAnon slogan is seen on a truck that participated in a caravan convoy in Adairsville, Georgia, U.S. September 5, 2020.    REUTERS/Elijah Nouvelage
Una calcomanía de Qanon/ REUTERS/Elijah Nouvelage (Elijah Nouvelage / reuters)

El fanatismo, entendido como la adhesión total, incondicional e irracional a un dogma, una ideología política, es peligroso y hasta letal.

Las sectas y los partidos políticos extremistas han sido la semilla de genocidios, guerras y masacres a través de la historia de la humanidad, como el nacionalsocialismo que llevo a Adolfo Hitler al poder, o el grupo apocalíptico Templo del Pueblo que causó la masacre de Jonestown en Guyana en 1978.

Lo grave es que no se trata de un problema del pasado. Las agrupaciones de fanáticos conspiranóicos siguen dando dolores de cabeza a los organismos de seguridad y autoridades sanitarias con sus delirantes iniciativas para hacer del mundo el lugar utópico que han forjado en sus cabezas.

A man holding a sign referencing QAnon speaks as supporters of U.S. President Donald Trump gather to protest about the early results of the 2020 presidential election, in front of the Maricopa County Tabulation and Election Center (MCTEC), in Phoenix, Arizona November 5, 2020. REUTERS/Cheney Orr
Un seguidor de la teoría de la conspiración QAnon durante la campaña presidencial de Donald Trump en noviembre de 2020. Otros seguidores esa agrupación asaltaron el Congreso en enero de 2021 y ahora estarían tomando bebidas con lejía para mantener alejado el coronavirus. (REUTERS/Cheney Orr) (Cheney Orr / reuters)

Una de las sectas que más problemas causado recientemente en Estados Unidos es el movimiento QAnon, que nació en 2017 del rumor infundado de que el entonces presidente Donald Trump estaría librando una guerra secreta contra poderosos pederastas adoradores de satán infiltrados en las élites del gobierno, el comercio y los medios.

El asalto al Congreso y el regreso de JFK Jr.

La agrupación atrajo a millones de seguidores durante los meses duros de la primera ola del COVID. El confinamiento y los incesantes mensajes intercambiados en redes como 4chan alimentaron nuevas teorías de la conspiración, como las supuestas intenciones de los líderes de las farmacéuticas de dominar el mundo con los planes masivos de inmunización.

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Lo que parecían reuniones virtuales indefensas de excéntricos se convirtieron en un problema de seguridad nacional cuando una facción de negacionistas y seguidores de QAnon protagonizaron un inusitado ataque al congreso estadounidense para evitar la transición de la presidencia de Trump a su sucesor demócrata Joe Biden.

Otra de las teorías de QAnon defiende es que el hijo de "JFK", John F. Kennedy Jr., muerto en 1999 con su esposa Carolyn cuando su avión cayó al mar en Massachusetts, reaparecerá pronto para anunciar la vuelta de Donald Trump a la presidencia

Cientos de personas se congregaron a principios de noviembre en la Plaza Dealey de Dallas, donde el presidente John F. Kennedy fue asesinado en 1963. Y aunque la reaparición no se produjo para convertir a Trump en "el rey entre reyes", los seguidores de QAnon aseguran que tarde o temprano ocurrirá.

Advertencia: tomar lejía es nocivo para la salud

Para ponerle la guinda al pastel, los acólitos de la secta ahora estarían tomando químicos tóxicos de un ponche comunal preparado presumiblemente para alejar el coronavirus.

Los familiares de una mujer que habría abandonado a su familia para unirse seguir al líder del culto Michael Brian Protzman a Dallas denunciaron que ahora prepara un brebaje con dióxido de cloro, el principal componente de la lejía industrial, para compartirlo en la secta.

Aunque los familiares de la mujer no explicaron el motivo de la ingesta de la sustancia tóxica, revelaron que ella es una activista ardiente contra cualquier método de inmunización.

Su hijo, Sean Leek, dijo a la prensa estadounidense que su madre era partidaria de los remedios naturistas. Pero esa creencia se radicalizó hasta oponerse por completo a las vacunas y el activismo contra las vacunas la llevó a unirse a QAnon.

La Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) asegura que no existen pruebas de que el uso del dióxido de cloro sea efectivo o seguro como medicamento para combatir ninguna enfermedad, incluyendo la COVID-19, pero sigue siendo vendido como remedio para tratar el autismo, el cáncer, el sida, la hepatitis y la gripe a pesar de sus efectos nocivos.

Se comercializa con distintos nombres como la Solución Mineral Mágica, Suplemento Mineral Milagroso, Protocolo de Dióxido de Cloro.

Los expertos dicen que su ingestión puede causar fallos respiratorios, potenciales arritmias letales, peligrosas hipotensiones, fallas hepáticas agudas y la destrucción acelerada de los glóbulos rojos.

Una familia que distribuía dióxido de cloro la congregación de Genesis II Church of Health and Healing, en el estado de Florida, fue arrestada luego de vender un millón de dólares en dosis de su elixir mágico.

Hay políticos que alientan el fanatismo

La profesora Christine Sarteschi, que se dedica a investigar grupos extremistas en la Universidad Chatham en Pittsburgh, dijo a la publicación The Daily Beast que algunos líderes políticos son responsables por el surgimiento de comportamientos extremos como tomar lejía.

“Desafortunadamente, hay una gran apoyo republicano para no vacunarse o para los que creen que el Covid no es peligroso”, dijo Sarteschi.

La académica cree que cualquier partido político que se aparta de la ciencia o de la lógica pone en peligro a sus seguidores.

Las personas que estarían tomando cloro son discípulos de Protzman, un influenciador de 58 años de QAnon y negacionista del holocausto que ha sido acusado de violencia doméstica.

Los partidarios de tomar lejía recibieron un espaldarazo de Trump en una rueda de prensa televisada en la que se maravillaba de la posibilidad de usar desinfectante para combatir el Covid.

Lo que vino fue un aumento desproporcionado de casos de envenenamientos en los centros de control de tóxicos al punto que fabricantes como Lysol se vio en la necesidad de emitir un comunicado para advertir a los estadounidenses que no debían usar sus productos como sugerían el presidente.

Luego, el American Cleaning Institute, un cuerpo colegiado que representa a la industria de los productos de limpieza anunció en un comunicado: “Los desinfectantes son para matar gérmenes o virus en superficies duras. Bajo ninguna circunstancia debe ser usado sobre la piel, ingerido o inyectado internamente”.

Los extremos nunca han llevado a nada bueno. Una cosa es sentir temor a la vacuna del Covid o hasta criticar el aceleramiento de los procesos que culminaron en su aprobación y en su uso masivo. Pero hay un trecho muy largo entre eso y decidir que la alternativa a la vacuna es tomar ponche con lejía.

Fuente: The Daily Beast, Dallas Observer

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