¿Puede una receta de cocina ser ofensiva? El cocinero que ha optado por protegerse
¿Estamos llevando demasiado lejos el esfuerzo por no ofender a nadie? Muchos se han hecho esta pregunta a raíz de unas declaraciones del cocinero Jamie Oliver en las que confiesa que contrata a “especialistas en apropiación cultural” para revisar sus recetas antes de publicarlas.
Para quien no esté familiarizado con el término, la apropiación cultural consiste en el uso de ideas, costumbres, símbolos o indicadores de identidad pertenecientes a un grupo por parte de miembros de otro grupo que tienen mayor privilegio o poder, sin mostrar respeto o comprensión por su cultura y muchas veces por simple moda o para obtener un beneficio económico.
A veces, la línea entre la apreciación o el intercambio cultural y la apropiación no parece estar del todo clara. Sin embargo, la segunda se produce bajo una dinámica de poder y funciona en un solo sentido, alimentando con frecuencia estereotipos racistas y trivializando cuestiones que para otras personas pueden ser esenciales.
Sabiendo esto, ¿puede una receta de cocina pecar de apropiación cultural? El mundo de la gastronomía siempre se ha enriquecido del intercambio y la fusión de elementos del mundo, pero muchas versiones que Jamie Oliver ha realizado de platos tradicionales han acabado en polémica -cómo olvidar aquella “paella valenciana” con chorizo- y el chef ha sido acusado en varias ocasiones de apropiación cultural.
Oliver se ha llevado más de una reprimenda en las redes sociales tras celebrar "la historia de amor de Gran Bretaña con la India" con su pollo asado imperial o publicar una receta de arroz jerk, de inspiración caribeña, que llegó a ser criticada por la parlamentaria Dawn Butler. El chef parece haber escarmentado tras estos incidentes y ha acabado recurriendo a asesores para evitar estos tropiezos.
En los últimos años, las líneas entre lo aceptable y lo ofensivo han empezado a desdibujarse y es innegable que algunos cambios sociales han llegado para quedarse. Todos los sectores, y especialmente el publicitario, deben adaptarse a las nuevas sensibilidades si quieren sobrevivir. Puede que todavía nos parezcan exageradas algunas reacciones, pero a la larga a los pioneros, criticados o ridiculizados al principio, les suele salir rentable la valentía.
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