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La reforma de las pensiones, 3 décadas de agitación en la política francesa

París, 9 feb (EFE).- Pocos temas despiertan tantas pasiones en la vida política francesa como la reforma de las pensiones, que una vez más ha echado a la calle a los sindicatos en este 2023 frente a un nuevo intento del Ejecutivo por reformarlas.

Los expertos señalan que este asunto ha marcado de forma clara la relación de los Gobiernos con el pueblo durante ese período, aunque no suelen figurar entre las principales preocupaciones de los franceses.

"Hay una sensibilidad especial por la jubilación en Francia y ninguna de las reformas ha sido lo suficientemente profunda como para acabar con el debate", señala a EFE el responsable del Observatorio de la Vida Política de la Fundación Jean Jaurès, Émeric Bréhier.

Pero de todas las reformas emprendidas, aquellas que tocan la edad mínima de jubilación son las que más protestas y oposición han generado en Francia desde 1995.

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Los franceses consideran que acceder a la jubilación ya es más duro en su país que en otros del entorno europeo, porque aunque la edad mínima de jubilación es más baja, necesitan más años cotizados para lograrlo.

Desde que el socialista François Mitterrand introdujo a principios de los 80 la edad mínima de jubilación a los 60 años, poco después de su llegada al Elíseo, el sistema ha estado sometido a tensiones financieras generadas por el aumento de la esperanza de la vida de los franceses.

"Cuando Mitterrand coloca la jubilación en los 60 años los franceses lo viven como un logro social al que no quieren renunciar", recalca a EFE el politólogo y experto en demoscopia Yves-Marie Cann, que ha trabajado en varios gabinetes ministeriales.

REFORMAS REPETIDAS QUE NO SON DEFINITIVAS

El también socialista Michel Rocard, entonces primer ministro, fue el primero en afrontar una reforma del sistema a principios de los 90, lo que empezó a levantar la susceptibilidad de los sindicatos.

"Desde entonces ha debido de haber cuatro o cinco reformas, pero ninguna sistémica, todas destinadas a solucionar el problema en lo más inmediato", sostiene Brehier.

Cann agrega que "cada Gobierno nuevo que llega asegura que hay que salvar el sistema, porque ninguno hace una reforma en profundidad y de futuro".

Eso, sostiene, "acrecienta la oposición de los ciudadanos, que ven a sus gobernantes incapaces de afrontar reformas válidas y les hace perder crédito".

En 1995, cuando el presidente conservador Jacques Chirac encargó a su primer ministro, Alain Juppé, una profunda reforma de las pensiones no podía imaginar el descontento que eso generaría en las calles, donde los sindicatos llegaron a paralizar amplios sectores de actividad.

Chirac mantuvo el pulso y, convencido de que contaba con respaldo popular, disolvió las cámaras y convocó legislativas para tapar la boca a los sindicatos, pero perdió los comicios.

"La reforma de las pensiones se ha ido arrastrando a lo largo de los años. Unos apuestan por exigir más años cotizados. Otros por aumentar las cotizaciones. Y otros por retrasar la edad de jubilación", recuerda Brehier.

Esta última receta es la que genera mayor oposición. "La edad mínima de jubilación tiene un componente simbólico muy fuerte en Francia. Cada vez que se plantea, los sondeos muestran que es una medida muy impopular", sostiene este analista.

Se vio en 2010, cuando durante el mandato del conservador Nicolas Sarkozy el gobierno de François Fillon rompió el tabú de la edad mínima de jubilación a los 60 años y lo elevó, de forma progresiva, hasta los 62, lo que tuvo un coste electoral y contribuyó a su derrota dos años más tarde.

Su sucesor, el socialista François Hollande, optó por no tocar la edad de jubilación, pero elevó hasta 42 los años cotizados para cobrar la pensión plena, y terminó por no presentarse a la reelección ante sus bajos niveles de popularidad.

"De facto, aquello suponía un retraso de la edad de jubilación para muchos franceses, porque la incorporación al mercado laboral se ha retrasado en los últimos años, pero despertó menos oposición sindical", señala Brehier.

EL LABERINTO DE MACRON

En su primer mandato, Macron también optó por no tocar la edad de jubilación y puso sobre la mesa una reforma integral del sistema que generaba derechos de pensión en función de los años trabajados.

El proyecto, que despertó mucha oposición, acabó enterrado por la pandemia, que obligó al Gobierno a concentrar todos sus esfuerzos en luchar contra el coronavirus.

Ahora, Macron ha decidido retrasar dos años más la edad mínima de jubilación y adelantar el incremento de los años cotizados (43 a partir de 2027) para disfrutar de la pensión completa, un proyecto que según los sondeos rechaza el 70 % de los franceses.

"Esa medida ha ocultado el resto, incluso los aspectos positivos, como la subida a 1.200 euros de la pensión mínima. El rechazo es total", asegura Cann.

Luis Miguel Pascual

(c) Agencia EFE