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La pandemia obliga a trabajadores a reinventarse en oficios para subsistir

Debido a la pandemia de la COVID-19, algunos trabajos de antes podrían dejar de existir, en especial en las industrias de servicio, y hay programas de capacitación que buscan brindar habilidades para puestos más resilientes. (Chloe Cushman/The New York Times)
Debido a la pandemia de la COVID-19, algunos trabajos de antes podrían dejar de existir, en especial en las industrias de servicio, y hay programas de capacitación que buscan brindar habilidades para puestos más resilientes. (Chloe Cushman/The New York Times)

Rob Siminoski ha estado en el teatro, de una forma u otra, desde que se tituló de la universidad. Sin embargo, después de diez años en el parque temático de Universal Studios en California, apenas es el número trece en la lista para ser director de escena. Aunque el parque, cerrado desde marzo, reabra algunas atracciones —por ejemplo, el espectáculo de dobles de WaterWorld o el juego de luces Nighttime Lights en el castillo de Hogwarts—, es poco probable que sea de los primeros en recibir el llamado.

Siminoski tiene la suerte de que su sindicato, la Hermandad Internacional de Trabajadores Eléctricos, ofrece un programa de aprendizaje para eléctricos en los platós de las películas. Dura cinco años y Siminoski, de 33 años, tendrá que desempolvar su álgebra de bachillerato para poder entrar. No obstante, ofrece un buen equilibrio entre riesgo y gratificación.

“Todo el mundo necesita electricidad”, comentó. “Se ganan cientos de miles de dólares al año”.

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Hasta cierto grado, la recuperación económica nacional de la pandemia de la COVID-19 depende de qué tan rápido los directores de espectáculos se puedan convertir en eléctricos, si los choferes de taxi se pueden convertir en plomeros y cuántos cocineros puedan manejar el software de un banco.

El mercado laboral de Estados Unidos ha recuperado 12 millones de los 22 millones de trabajos perdidos de febrero a abril. Sin embargo, muchos puestos podrían no regresar pronto, aunque se despliegue una vacuna.

Es probable que esto sea especialmente problemático para millones de trabajadores de bajos ingresos en las industrias del servicio como la minorista, la de hospitalidad, la de mantenimiento de edificios y la del transporte, las cuales podrían sufrir un daño permanente o una transformación fundamental. ¿Qué harán los conserjes si trabaja menos gente en las oficinas? ¿Qué harán los meseros si el ecosistema de los restaurantes urbanos nunca recupera su densidad?

El diagnóstico es desalentador. Marcela Escobari, economista del Instituto Brookings, advierte que, aunque la economía agregue trabajos cuando disminuyan los riesgos por el coronavirus, “la recuperación no le servirá a la gente que haya sufrido más”.

Tras analizar más de dieciséis años de datos, Escobari encontró que a los trabajadores en los puestos que han recibido el impacto más fuerte desde la primavera les costará reinventarse. Los choferes de taxis, los bailarines y los recepcionistas tienen trayectorias precarias al moverse a trabajos como, digamos, enfermeras acreditadas, instaladores de tuberías o técnicos de instrumentación.

“A muchos de los trabajadores que están desempleados en la actualidad se les podría dificultar más que antes encontrar nuevos empleos y avanzar por el mercado laboral”, escribió Escobari.

De repente, la COVID-19 está eliminando una franja de los trabajos que eran considerados comparativamente resilientes, en servicios que necesitan contacto personal con los clientes. Además, la sacudida ha golpeado de lleno a los trabajadores con poca o nula educación superior, que se esfuerzan por ganar salarios bajos en la economía de servicio.

El mercado laboral ha recuperado 12 millones de los 22 millones de trabajos perdidos de febrero a abril. Sin embargo, muchos puestos podrían no regresar pronto, aunque se implemente una vacuna.
El mercado laboral ha recuperado 12 millones de los 22 millones de trabajos perdidos de febrero a abril. Sin embargo, muchos puestos podrían no regresar pronto, aunque se implemente una vacuna.

“Es probable que el daño a la economía y en particular a los trabajadores dure más de lo que pensamos”, opinó Peter Beard, vicepresidente sénior para desarrollo regional de fuerza laboral en Greater Houston Partnership, una agrupación de desarrollo económico.

Según Beard, por otro lado, la COVID-19 intensificará las dinámicas subyacentes que ya estaban transformando el lugar de trabajo. Por su parte, la automatización probablemente se acelerará conforme los empleadores busquen proteger sus negocios de las pandemias futuras.

Cuando la reinvención de los trabajadores llega por obligación

El desafío no es insuperable. Stephanie Brown, quien pasó once años en la Fuerza Aérea, encontró tranquilidad con relativa rapidez después de que en marzo perdió su empleo de cocinera en un hotel en Rochester, Míchigan. Aprovechó un programa de capacitación que ofrecía Salesforce, la gran plataforma de software para negocios, y en octubre obtuvo un trabajo de tiempo completo como administradora de Salesforce para Pymetrics, una empresa de software con sede en Nueva York, desde su casa en Ann Arbor, Míchigan.

No obstante, a pesar de los casos aislados de éxito, mover a millones de trabajadores a nuevos empleos sigue siendo un desafío enorme.

Derrius Gosha, de 30 años, había estado en Los Ángeles tan solo unos meses cuando en febrero la pandemia le puso fin a su trabajo en el piso de ventas de Bath and Body Works. Ahora está de vuelta en su casa en Birmingham, Alabama, viviendo con su madre y abuela. John Restrepo, de 25 años, con permiso desde marzo de su trabajo de mesero en Tony’s Town Square Restaurant en Magic Kingdom de Disney en Orlando, Florida, está aguantando en un apartamento con dos de sus compañeros de casa. Bárbara Xocoyotl, de 57 años, con permiso desde marzo de su trabajo de limpieza en el hotel Omni en New Haven, Connecticut, tuvo que dejar su apartamento y está viviendo con una de sus hijas en Nueva York.

Todos están esperando que la economía les devuelva los trabajos que conocían.

“Si no hay trabajos en tiendas, podría trabajar en un almacén, y soy bueno con una cinta transportadora”, comentó Gosha. “Lo único que no me gustaría hacer es usar un casco y cavar una zanja”.

Después de semanas a la caza, Gosha encontró un puesto de temporada en la sección de casa y jardín de Lowe’s.

A menudo, los trabajos de antes nunca regresan. Mientras busca una vacante en CVS, Walgreens u otro restaurante en la ciudad, Restrepo deposita sus esperanzas en un acuerdo al que su sindicato local, UNITE HERE, llegó con Disney para que los empleados que despidió tengan la primera oportunidad de trabajar cuando se reanuden las actividades comerciales y volverlos a capacitar para otros puestos en Disney si eliminaron los que tenían.

“Si somos optimistas, para el verano de 2022, la mayoría de nosotros habrá regresado”, opinó.

Xocoyotl tiene un plan para el día del juicio final en caso de que los trabajos de antes dejen de existir: regresar a su ciudad natal en el centro de México para estar cerca de su madre.

“He estado buscando trabajo, pero nadie me regresa las llamadas, nadie me dice nada”, comentó. Según ella, a su edad, “la gente ya ni siquiera te pregunta para qué eres buena”.

La capacitación siempre ha sido un desafío para los formuladores de políticas, y la pandemia complica empatar las nuevas habilidades con los empleos. Austin Urick, de 31 años, volvió a la escuela después de que el año pasado perdió su trabajo como vendedor de equipo para la industria del petróleo y el gas. Urick se inscribió a San Jacinto College cerca de Houston para aprender instrumentación y sistemas eléctricos. Urick espera titularse este mes, certificado para calibrar y remplazar los calibradores y las bombas que usan las empresas del petróleo y el gas.

Sin embargo, la industria ha sufrido durante la pandemia. Aunque ha tenido algunas buenas oportunidades, su búsqueda de trabajo no ha producido ninguna oferta.

“Es preocupante”, opinó Urick. “Pero mi plan B no es solo el petróleo y el gas”.

El título en instrumentación puede tomar varias direcciones.

“Puedo trabajar en una empresa de ascensores o en un hospital, cualquier lugar que tenga calibradores”, agregó Urick. “Puedo ir a Budweiser, sobre esta misma calle”.

El condado de Harris, donde se ubica la mayor parte de Houston, perdió unos 160.000 empleos en el año que terminó en septiembre. Con dinero de emergencia que aprobó el Congreso conforme la ley CARES, el condado ha colaborado con universidades comunitarias y agrupaciones sin fines de lucro con el objetivo de desarrollar programas de capacitación para que 3000 trabajadores que vieron sus empleos afectados a causa de la pandemia se muevan a puestos más resilientes: plomería o contaduría, enfermería o cifrado.

“El desarrollo de la fuerza laboral fue una de las principales prioridades cuando empecé a trabajar en la oficina”, comentó Adrian Garcia, comisionado de uno de los distritos más pobres del condado. “Ahora, en medio de la pandemia, es crucial”.

Ahora que el programa de capacitación se está llenando, cuenta con que el condado encuentre dinero para expandirlo. No obstante, a escala, será un desafío considerable ayudar a los trabajadores en la transición a una nueva economía en la cual muchos empleos ya no existen y los disponibles a menudo requieren competencias en herramientas digitales sofisticadas.

“Necesitamos un nuevo pacto para habilidades”, opinó Amit Sevak, presidente de Revature, una empresa que contrata trabajadores, los capacita en el uso de herramientas digitales y les ayuda a encontrar empleo. “El presidente Roosevelt desplegó la inmensa cantidad de trabajadores desempleados en la Gran Depresión a proyectos que crearon muchas de las presas, los caminos y los puentes que tenemos. Necesitamos algo por el estilo”.

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This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company