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Reseña de Malpaso: Desde Cuba, una compañía de repertorio en busca de sí misma

NUEVA YORK — Durante la mayor parte de su existencia, la Compañía de Danza Malpaso, fundada en Cuba hace 10 años, ha tenido un hogar seguro lejos de casa en el Teatro Joyce de Chelsea, donde se presentó por última vez en 2019, pero regresar al Joyce esta semana para su temporada fue toda una batalla.

Viajar aquí desde Cuba se volvió más difícil en 2017, cuando Estados Unidos cerró su embajada en La Habana. Los bailarines de Malpaso que quieren tramitar sus visas han tenido que viajar a embajadas de otros países (como México, Canadá o República Dominicana) y esperar ahí a que se las aprueben.

Eso era antes de la pandemia. Malpaso tenía previsto regresar a Nueva York en enero, pero Estados Unidos no admitió a la compañía, ya que las vacunas cubanas que les habían aplicado no estaban en la lista de vacunas aprobadas. Así que el Joyce envió a los bailarines al único país que los admitió: Serbia, donde ensayaron, se presentaron y recibieron la vacuna de Pfizer. (Malpaso es una compañía asociada a Joyce Theater Productions, que recibe apoyo fiscal y administrativo).

Fue entonces cuando llegó la variante ómicron y las funciones de enero se pospusieron hasta octubre. En septiembre, a la espera de las visas en República Dominicana, 11 miembros de Malpaso se quedaron atorados en el limbo burocrático llamado “tramitación administrativa”. Cuando por fin se aprobaron las visas, se canceló su vuelo a Miami a causa del huracán Ian. Al final, unos vuelos directos recién comprados los llevaron a Nueva York.

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Me enteré de todo esto antes del espectáculo del martes gracias a la directora ejecutiva del Joyce, Linda Shelton. Lo cuento porque estaba pensando en eso mientras veía la presentación, esperando que el programa estuviera a la altura del trasfondo. Así fue, pero lentamente.

Lo mejor de la pieza inicial (“Lullaby for Insomnia”, de Daileidys Carrazana, directora artística asociada de la compañía) es la música: obras para piano de Jordi Sabates al estilo del gran pianista cubano Bola de Nieve, interpretadas el martes en vivo por el gran Arturo O’Farrill. La danza es lo que sugiere el título: los giros de un insomne, encarnados por el flexible Heriberto Meneses. Un comienzo soñoliento.

Supongo que Malpaso considera un triunfo haber adquirido “Woman With Water”, un dueto de 2021 del coreógrafo sueco Mats Ek. No me encanta. En el escenario hay una mujer, un hombre y una mesa verde. La mujer, bien plantada con las piernas en forma de sentadilla, se mueve con obsesión sobre el mobiliario. El hombre le sirve un vaso de agua (aquí la música, de Fleshquartet, se vuelve siniestra) y el agua parece acabar matándola. El hombre la saca del escenario con una escoba.

El significado (¿o el humor?) que tiene esta escena queda oculto y apagado por los cansinos medios expresionistas. Dunia Acosta y Osnel Delgado, director artístico de Malpaso, ofrecen unas interpretaciones sólidas que no acaban de convencernos de que saben de qué va la cosa.

“Elemental”, realizada para Malpaso en 2019 por Robyn Mineko Williams, también es críptica pero mucho más animada. Despliega a toda la compañía en una serie de encuentros dramáticos (susurros, abrazos) que intrigan sin llegar a ser el centro de atención, pero al menos logra que estos bailarines hábiles se muevan, con una musicalidad extraña, pero a menudo persuasiva: deslizándose, midiendo el espacio, tocándose unos a otros con una banda sonora que mezcla a Ernesto Lecuona, Panda Bear y Arvo Pärt.

“Stillness in Bloom”, que Aszure Barton creó para la compañía en 2021, es por mucho la obra más coherente desde el punto de vista coreográfico. Se construye a partir de una única célula de movimiento: una contorsión que tira de la bailarina hacia atrás que se alterna con un movimiento para enderezarla que hace que la bailarina se detenga. Durante gran parte de los 30 minutos de danza, Barton utiliza con elegancia poco más que este patrón que simula la respiración, y añade y quita bailarines, disponiéndolos de maneras distintas. Con delicadeza, capta la sensibilidad lírica de la música: temas del trompetista de jazz Ambrose Akinmusire.

La pieza me recordó algunas de las primeras piezas prometedoras de Barton para la compañía de danza Ballets Jazz Montréal. La pieza hace aflorar la belleza de los bailarines de Malpaso, en especial de Meneses, quien la termina con un solo magníficamente alargado, un cierre satisfactorio y tranquilo para un programa que comienza con él de manera similar pero más sin rumbo.

No obstante, como todas las obras de este programa (como todas las obras que he visto interpretar a Malpaso) Barton ha hecho que me pregunte cuál es la verdadera identidad de Malpaso, como lo haría con una persona. ¿Qué la hace única en el ámbito estilístico? En algunas partes de “Elemental”, los bailarines parecen estar haciendo una audición para la antigua compañía de Williams, Hubbard Street Dance Chicago, una compañía de repertorio estadounidense que podría ser un modelo pero que no debería ser duplicada.

La falta de identidad es un peligro al que se enfrentan todas las compañías de repertorio cuando pasan de un coreógrafo a otro, pero esta parece seguir en la búsqueda, probando diferentes estilos. Mientras reflexionaba al respecto, me saltó la letra de “Elemental”: “You can’t get back/ You won’t come back” (No puedes Volver/No vas a volver), porque eso es lo opuesto de lo que sabemos de Malpaso, con la reafirmación de esta visita atribulada: sí van a volver.

Compañía de danza Malpaso

Hasta el domingo en el teatro Joyce; joyce.org.

© 2022 The New York Times Company