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Ricos no escatiman por coronavirus: antibacteriales caros y consultas médicas boutique

Adilisha Patrom (C) and her assistant (L) speak to a customer in her coronavirus pop-up store in Washington, DC, on March 6, 2020. - As supplies of face masks and hand sanitizer have dwindled due to the outbreak of Covid-19, Adilisha Patrom, owner of the Suites DC, a co-working and event space, who had bought a stock of face masks for her father who is suffering from cancer, decided to share her trove with the community. US lawmakers passed an emergency  USD 8.3 billion spending bill to combat the coronavirus on Thursday as the number of cases surged in the country's northwest and deaths reached 12. Since then the toll has risen to 12 and the virus has spread to at least 15 states -- the latest being Maryland adjacent to the nation's capital Washington. (Photo by NICHOLAS KAMM / AFP) (Photo by NICHOLAS KAMM/AFP via Getty Images)
Los cubrebocas escasean debido a las compras compulsivas de las personas. (Foto: NICHOLAS KAMM / AFP/ Getty Images)

El nuevo coronavirus no conoce fronteras nacionales ni sociales. Eso no significa que las fronteras sociales no existan.

“En camino a París”, escribió Gwyneth Paltrow en Instagram la semana pasada, debajo de una imagen suya en un aeroplano con destino a la Semana de la Moda de París y usando un tapabocas negro. “Ya salí en esta película”, agregó, refiriéndose a su papel en el “thriller” sobre una pandemia “Contagion” (2011). “Cuídense”.

Paltrow no posó con un tapabocas cualquiera, a diferencia de Kate Hudson y Bella Hadid, por ejemplo, que también publicaron selfis hace poco con tapabocas desechables más baratos. En cambio, la fundadora de Goop e influente de influentes optó por un “tapabocas urbano” elegante de una compañía sueca llamada Airinum, el cual cuenta con cinco capas de filtración y un “acabado ultrasuave e ideal para el contacto con la piel”.

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Poco importa que Jerome Adams, cirujano general, le rogara a la gente que evitara ceder ante la manía de los tapabocas en Twitter el fin de semana pasado. Con un precio de 69 a 99 dólares, el cubrebocas Airinum, que apareciéndose ha estado viendo en los expertos en estilo de Instagram, está agotado en su sitio web hasta abril. (También está agotado en la Tienda de Diseño del Museo de Arte Moderno de Nueva York, donde también se vendía el tapabocas).

En C.O. Bigelow Apothecaries, una farmacia venerable en Greenwhich Village, Nueva York, los tapabocas N95 que pueden filtrar virus han estado agotados desde hace semanas, dijo Justin O’Connor, que trabaja en el departamento quirúrgico de la tienda. Hay una lista de espera de 300 personas.

“Muchas grandes personalidades vienen a C.O. Bigelow; generalmente son muy humildes”, dijo O’Connor. Ahora algunas personas están tratando de usar su celebridad para obtener tapabocas. “Me dicen cosas como: ‘¿Sabes para quién trabajo?’, pero jamás nos impresionan”, comentó.

Cambridge Mask Co., una compañía británica que usa lo que llama “capas de filtrado de partículas y carbono de grado militar”, ha visto cómo la demanda de sus tapabocas de 30 dólares aumenta de veinte a treinta veces respecto de los niveles normales, dijo Christopher Dobbing, su fundador.

Los ricos no están reparando en gastos para minimizar su experiencia con el coronavirus.

Los ejecutivos de negocios están haciendo de lado la primera clase y optan por aviones privados. Los viajeros adinerados están cambiando sus destinos de viaje a otros más aislados. Y los clientes ricos están consultando a médicos de boutique y otros servicios de salud de lujo.

¿Por qué gastar 3,79 dólares en una botella de gel antibacterial en Target cuando Byredo, una marca europea de lujo, fabrica lo que llama “antibacterial para manos sin enjuague” con aromas florales de pera y bergamota por 35 dólares (aunque ese producto también está agotado)?

Quizá tengas más suerte con Olika, una compañía que fabrica un antibacterial con forma de polluelo modernista y cuesta 14,62 dólares por un paquete de tres. Alastair Dorward, director ejecutivo de Olika, dijo que la compañía recibe varios pedidos por minuto, y agregó: “No sabemos bien cuántos días más nuestros productos estarán en existencia”.

Volando por los cielos libres de virus

Incluso en los buenos tiempos, hay gérmenes en los aviones. Nos tallamos las manos en los baños estrechos de los aviones, evitamos comernos la galleta Biscoff que cae de la charola del asiento y, si somos muy quisquillosos, limpiamos los descansabrazos con toallitas húmedas. Ya sabes: solo para estar seguros.

Pero no estamos viviendo en los buenos tiempos.

En un momento en que todos los ataques de tos que se escuchan tres filas atrás suenan a un saludo fantasmagórico de María Tifoidea, quienes pueden permitírselo están pagando más para evitar las filas atestadas de seguridad y los aviones saturados, optando por los vuelos privados, algo que podría ser una idea atractiva para quienes desean escapar de las ciudades plagadas para dirigirse, por ejemplo, a una casa segura en Telluride, Colorado.

Algunas personas adineradas le han dicho a Bloomberg News que se han estado quedando en sus casas de los Hamptons y están preparados para volar a cabañas en Idaho si las cosas empeoran. Además, The Guardian informó que hay ejecutivos que han alquilado aviones para “vuelos de evacuación” fuera de China y otras zonas afectadas.

Para algunas aerolíneas privadas, el temor equivale a oportunidades. Southern Jet, una compañía de alquiler de aviones en Boca Raton, Florida, hace poco envió a ciertos clientes un correo electrónico publicitario de prueba con la frase: “Evite el coronavirus con un vuelo privado… ¡Solicite una cotización hoy!”.

La compañía vio un aumento en las solicitudes de vuelo (que pueden costar cerca de 20.000 dólares por un viaje en un avión mediano de Florida a Nueva York) pero también un par de respuestas con las que tacharon la campaña de “repugnante” y “de mal gusto”, comentó Eric Sanchez, director de ventas de la compañía.

“No estábamos tratando de incitar miedo con ese correo electrónico”, dijo Sanchez. “Simplemente queríamos mostrar que el coronavirus quizá sea una amenaza grave para los ciudadanos, y nos alegra ofrecer un servicio que posiblemente proporciona seguridad adicional”.

Otros viajeros adinerados que estaban planeando vacaciones en países afectados, como Italia, en cambio están optando por el aislamiento marítimo de los yates, para descansar bajo el sol del Mediterráneo, lejos de las costas infectadas.

¿Pero adónde ir? Los calendarios sociales de los acaudalados se han desacomodado, pues los festivales de arte, las ferias de lujo y los retiros exclusivos se han pospuesto o cancelado.

La semana pasada, la industria de los relojes de lujo canceló dos de sus eventos más grandes del año: Watches & Wonders Geneva (antes SIHH) y Baselworld.

“Baselworld fue fundado en 1917, durante la Primera Guerra Mundial, y entre 1917 y este año, jamás se había cancelado”, dijo Joe Thompson, director ejecutivo de Hodinkee, un sitio y tienda minorista de relojes. “Y eso incluye crisis como la Segunda Guerra Mundial, el virus del SRAS de 2003 y varios reveses más. Así que este es un suceso sin precedentes”.

Art Basel Hong Kong fue cancelado y Art Dubai se pospuso. El Armory Show comienza en la ciudad de Nueva York el 5 de marzo, aunque hayan surgido los primeros casos de coronavirus en el estado de Nueva York en días recientes.

Jerry Saltz, crítico de arte de la revista New York, dijo que espera que los asistentes a la feria sigan disfrutando del arte, aunque para saludarse quizá toquen sus codos como un saludo libre de gérmenes. “Deshacerse de los apretones de mano y los saludos elaborados está bien para los que somos tímidos”, dojo Saltz. “De cualquier manera siempre creo que estoy haciendo mal el doble beso en las mejillas”.

Una sala de emergencia propia por coronavirus

¿Otra cosa que la gente trata de evitar, incluso en los buenos tiempos? Las salas de urgencia. Los adinerados que desean tener acceso a médicos las 24 horas del día, tener citas urgentes con especialistas y comodidades hospitalarias solo para miembros están recurriendo a los servicios médicos de boutique. Un proveedor neoyorquino, Sollis Health, ofrece membresías familiares por casi 8000 dólares al año, con centros —básicamente, salas de urgencias VIP— en el Upper East Side de Manhattan (donde se puede apreciar un Chuck Close original en el vestíbulo), Tribeca y, en el verano, un servicio a domicilio en los Hamptons.

Desde que llegaron los temores del coronavirus a Estados Unidos, han aumentado las indagaciones sobre membresías, dijo Ben Stein, director médico de Sollis. La ansiedad entre los miembros actuales ha provocado que algunos de ellos acumulen medicamentos antivirales como Tamiflu y Xofluza para la gripe, medicamentos respiratorios como inhaladores Albuterol y Sudafed, además de antibióticos como Levaquin y Azithromycin.

También están llamando para expresar preocupación sobre los hospitales saturados y los tapabocas agotados, dijo Stein.

Dijo que un miembro, una actriz, llamó para hablar sobre la ansiedad que le provocaba un viaje a Japón, donde debía filmar la escena de un beso. Quería asegurarse de poder evitar salas de urgencia abarrotadas en caso de regresar con síntomas de gripe.

¿Ese tipo de medidas son exageradas? Waris Ahluwalia, diseñador y actor miembro de Sollis, no deja nada al azar ante tanta incertidumbre.

Como preparación para un retiro de bienestar en el hotel Le Sirenuse en Positano, Italia, Ahluwalia llamó a Sollis para solicitar una entrega a domicilio de cubrebocas, junto con una receta preventiva de Xofluza, aunque sus médicos le dijeron que quizá no sea efectiva contra el coronavirus. (No hay tratamiento antiviral recomendado actualmente para el COVID-19, la enfermedad provocada por el nuevo coronavirus).

Pero después hubo un brote de coronavirus en Italia y el retiro de Positano se canceló. Su siguiente viaje de negocios es a Estambul en un par de semanas. Quizá no vaya, dijo.

“No sé si es una situación que pasará o es el comienzo del final”; comentó Ahluwalia said. “Me entristecería mucho que fuera el inicio del fin, porque tengo muchas cosas en las que estoy trabajando”.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company