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Por qué al sector privado le cuesta acceder a créditos de organismos internacionales

Los organismos multilaterales y bilaterales de crédito tienen un rol muy trascendente, pero a veces poco conocido, para el sector privado de las naciones en desarrollo.

Al tiempo que los organismos centrales, como el Banco Mundial (BM) o el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), ponen el foco en el sector público de los países miembros, sus entidades especializadas dirigen la asistencia a las empresas de esos lugares, movilizando recursos propios y de terceros, y viabilizando desde pequeños proyectos, o startups, hasta grandes obras de infraestructura.

Entre estas entidades, puede mencionarse a la Corporación Financiera Internacional (IFC, según sus siglas en inglés) del Banco Mundial (BM) y al BID Invest, junto con agencias de desarrollo y crédito a la exportación como DEG, FMO, IFU, y ExIm Bank, entre otras.

De hecho, hoy podemos decir que la IFC y el BID Invest son los principales jugadores del mercado latinoamericano. Otras instituciones como la Corporación Interamericana para el Financiamiento de Infraestructura (CIFI) o la Corporación Andina de Fomento (CAF) son también muy relevantes. A su vez, las agencias europeas DEG, FMO, Porparco e IFU tienen un rol fundamental en la región de América Latina.

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A partir de su función como tales, respaldados por el acuerdo entre sus países miembros, estos créditos ofrecen como principal atractivo –para proyectos o sectores con gran demanda de fondeo– la posibilidad de movilizar grandes capitales bajo el “paraguas” de beneficios de los que gozan los organismos multilaterales, que quedan a salvo del devenir económico de los lugares más inestables.

En este contexto, la Argentina fue siempre un receptor muy importante de créditos multilaterales. Los organismos tuvieron siempre un papel cíclico. En épocas de crisis, apoyaron la subsistencia del ámbito privado y permitieron que siga con su normal funcionamiento.

En épocas de recuperación poscrisis, han sido los principales movilizadores de importantes montos para clientes existentes y para nuevos proyectos, desde pequeñas startups hasta grandes iniciativas de infraestructura.

Hoy la situación en Argentina es compleja, por el escenario político y la influencia que los países centrales tienen sobre los organismos. Por eso, se está manteniendo la cartera existente y se están canalizando recursos frescos hacia destinos más sólidos.

De hecho, en otros destinos de la región, que son más estables, estas entidades se encuentran más activas. Por ejemplo, Paraguay, Chile y Brasil son receptores de financiamiento multilateral más amplio y sostenido que la Argentina, por aportar mayores condiciones de previsibilidad.

En ese sentido, puede pronosticarse un 2022 no muy sencillo para nuestro país. Posiblemente, si el Gobierno ajusta el rumbo económico y presenta un plan más sustentable, los organismos renueven su apoyo y permitan la inyección de capitales, con alternativas como el fondeo a entidades financieras para su atomización en subpréstamos al sector de las pymes.

En ese mismo sentido, eventualmente, podría ayudar que el país pueda lograr un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), ya aclarado un poco mejor el panorama político luego de las elecciones legislativas del domingo 14 de noviembre.

Asimismo, será indispensable que el Poder Ejecutivo nacional logre el apoyo de la oposición para aprobar el Plan Plurianual que enviará al Congreso luego del recambio legislativo, y que resulta necesario para avanzar en un acuerdo con el Fondo.

Esa iniciativa, que el presidente Alberto Fernández anunció que será la base para negociar con el organismo, contendrá proyecciones de deuda, déficit fiscal, inflación y crecimiento económico.

Sin duda, el endeudamiento en monedas fuertes seguirá siendo el mayor obstáculo para la promoción y expansión de este tipo de créditos. A su vez, los organismos podrían darles un mayor respaldo a sus clientes estables para el financiamiento de sus actividades posCovid-19.

De hecho, se han diseñado alternativas muy innovadoras para ese fin, con condiciones flexibles y con aplicación de fondos para la recuperación económica.

El autor es abogado; socio a cargo del Área de Financiamiento Multilateral del estudio jurídico Nicholson y Cano