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Sentido común y bajos impuestos: la receta suiza para triunfar en los negocios

El portafolio de chocolates de Nestlé tiene hoy un énfasis en marcas masivas como Crunch y KitKat
El portafolio de chocolates de Nestlé tiene hoy un énfasis en marcas masivas como Crunch y KitKat

Grandes figuras del mundo de la política, los negocios, la investigación académica, los medios y las artes, llegaron a Davos el 22 de mayo para el primer encuentro presencial del Foro Económico Mundial en más de dos años. Por más de medio siglo los hombres más poderosos del mundo han usado el encuentro anual para rumiar los problemas más urgentes a nivel global. Se sienten como en su casa en Suiza. Así como la pequeña aldea de montaña adquiere un peso mucho mayor como centro de las conversaciones, Suiza ha prosperado como paraíso para los negocios mucho más allá de lo que podría esperarse de un pequeño país sin salida al mar y con pocos recursos naturales. Alberga 13 de las 100 firmas europeas de mayor capitalización de mercado y 12 de las mayores a nivel mundial. ¿Cuál es la receta secreta de los suizos?

Algo notable debe estar sucediendo en el país de las montañas y los valles que antes de convertirse en sede de multinacionales contaba entre sus mayores logros el canto a la tirolesa. Hoy las grandes empresas contribuyen alrededor de un tercio del producto económico suizo, una proporción mucho más elevada que en otros países de tamaño comparable. Las firmas foráneas se ven atraídas a Suiza: Google estableció su mayor centro de ingeniería fuera de Estados Unidos en Zurich. Las firmas suizas con alta cotización tienen mejor desempeño que sus rivales europeas: el índice de la bolsa suiza ha trepado 29% en los últimos cinco años, comparado con el 3% de Euro Stoxx 50, un índice dominado por gigantes franceses y alemanes.

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El reconocimiento del nombre de firmas suizas se ha extendido mucho más allá de las fronteras en la banca (UBS y Credit Suisse), los seguros (Swiss Re y Zurich, farmacéutica (Roche y Novartis), los alimentos (Nestle), el comercio de commodities (Glencore y Gunvor), la relojería (Richemont, Patek Philippe y Rolex), la hotelería (César Ritz fue el menor de los 13 hijos de un granjero suizo) e, inevitablemente, el chocolate (Lindt & Sprüngli y Barry Callebaut, el mayor productor de chocolate del mundo).

Hay varias explicaciones de la superioridad corporativa suiza. Una de ellas es que la característica que define al país es el “sentido común”, dice Paul Bulcke, presidente de Nestlé. Esto se manifiesta en un modelo político particular en el que se mezcla el federalismo con la democracia directa, un gobierno central débil, escasa regulación, universidades de investigación de primer nivel y rivalidad en educación e impuestos entre los cantones que conforman la confederación Suiza.

Paul Bulcke, presidente ejecutivo de Nestlé, habla en Vevey, Suiza
European PressPhoto Agency


Paul Bulcke, presidente ejecutivo de Nestlé, destaca que uno de las claves que explica el éxito de las empresas suizas es el "sentido común" que reina entre su clase dirigente (European PressPhoto Agency/)

Cambio de tendencia

Durante gran parte de su historia Suiza fue pobre. La tierra infértil, a menudo cubierta de nieve la mayor parte del año, la hacía inhospitalaria. Por lo que cuando Suiza comenzó a desarrollarse económicamente en el siglo XIX ciudades cantones como Zurich o Basilea comenzaron a especializarse en industrias de alto valor agregado. San Galo se concentró en los textiles; Zurich en la seda y el hilado; Berna fue el centro del comercio de quesos y Basilea se convirtió en un centro para nacientes industrias farmacéuticas y químicas. La fabricación de relojes estaba localizada principalmente en el arco que va de Ginebra a Basilea, y la banca y los seguros prosperaron en Ginebra y Zurich.

Suiza es uno de los principales jugadores en el negocio de las commodities con gigantes como Glencore
Suiza es uno de los principales jugadores en el negocio de las commodities con gigantes como Glencore


Suiza es uno de los principales jugadores en el negocio de las commodities con gigantes como Glencore

Estos esfuerzos se vieron asistidos por la “eterna neutralidad” de Suiza, que le fue otorgada en el Congreso de Viena de 1815. Se libró de dos guerras mundiales que devastaron al resto de Europa en el siglo pasado. Al mismo tiempo se vio beneficiada por un influjo de gente capacitada que escapaba de los problemas en otras partes del continente y por el dinero que depositaban en cuentas bancarias suizas. Para James Breiding, autor del libro Hecho en Suiza: la historia no contada de lo que hay detrás de su éxito, el ingrediente vital es una apertura al mundo que atrae el talento internacional, incluyendo minorías perseguidas como los hugonotes de Francia en el siglo XVII y los judíos alemanes en las décadas de 1930 y 1940.

Los extranjeros han sido centrales en el éxito empresario suizo. Henri Nestlé, el epónimo fundador de la compañía, era oriundo de Frankfurt. Antoni Norber Patek, el relojero pionero y creador de Patek Philippe, era un oficial de caballería polaco. Leo Sternbach, judío polaco que escapó de los nazis, inventó el Valium, que se convirtió en el tranquilizante de enorme venta de Roche. Nicolas Hayek, cofundador de Swatch, una fábrica de relojes popular, era de descendencia libanesa. Alrededor de la mitad de los CEO de las mayores firmas suizas son extranjeros. Severin Schwan de Roche es austríaco, Gary Nagle de Glencore es sudafricano y Vasant Narasimhan de Novartis es indo-estadounidense.

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Autosuficiencia

La apertura a los extranjeros de Suiza contrasta fuertemente con las relaciones internas. Los suizos no tienen ninguna afinidad particular con sus compatriotas de otro cantones. Las ciudades estado del país sin duda hubieran preferido mantenerse independientes, y sólo se convirtieron en un ente unificado mayor para defenderse de sus vecinos rapaces, pero se unieron de tal manera como para promover la autosuficiencia y la responsabilidad. “Como campesinos comprando repollo en el mercado, las ciudades estado buscaron el contrato social más barato que pudieran conseguir y cedieron la menor cantidad de libertad personal que les diera las mayores ganancias”, dice Breiding.

Esta postura genera poca regulación desde arriba. El Consejo Federal, la rama ejecutiva del gobierno federal, no tiene líderes reconocibles. El gabinete tiene siete miembros con igual poder. Cada uno de ellos actúa un año como presidente, asegurando que nadie recuerde su nombre por mucho tiempo.

Los cantones son responsables por la salud, el bienestar, la educación, la imposición de la ley y la política fiscal. Eso les permite competir para atraer empresas y sus trabajadores. Los impuestos corporativos son bajos. Lucerna redujo su tasa a la mitad en 2012. Zug tiene la tasa de impuestos corporativos más baja, del 11.9%. Solo centros financieros “offshore” como Guernsey y Qatar tienen tasas impositivas más bajas que las de los cantones de bajos impuestos, según el informe de la consultora KPMG.

Competencia ampliada

La competencia no se limita a los bajos impuestos. Los cantones ayudan a financiar universidades de primer nivel. Eidgenössische Technische Hochschule (eth) de Zurich, uno de los dos institutos federales de tecnología, figura habitualmente entre las mejores universidades de Europa continental. Los fuertes vínculos entre las empresas y la actividad académica significan que los graduados tienen las capacidades adecuadas. Por ejemplo, en enero del 2020 Nestlé, la Ecole Polytechnique Fédérale de Lausana, el otro Instituto Federal de tecnología, el cantón de Vaud y la Escuela de Administración de Hospitalidad Suiza de Lausana, lanzaron “El Valle Suizo de Nutrición de los Alimentos”, un programa de investigaciones para promover la innovación en la producción de alimentos sustentables. Logitech, que hace Software, y Cisco, una firma de tecnología, tienen centros de investigación en el campus de Lausana.

A pesar de todos sus éxitos Suiza se ha vuelto menos atractiva como centro para multinacionales en las últimas tres décadas. En 1990 dos tercios de las 20 compañías principales de Estados Unidos (incluyendo General Motors, Hewlett-Packard e IBM) tenían su sede europea en Suiza.

En 1992 los votantes suizos decidieron no seguir el ejemplo noruego y no se sumaron al área económica europea con acceso al mercado único de la UE. Como resultado de ello algunas de las firmas más exitosas a nivel mundial, tales como Apple, Alibaba y Samsung, se establecieron en Amsterdam, Dublín u otros centros de negocios de la UE. El año pasado Suiza perdió otra oportunidad de lograr fácil acceso a uno de los mayores mercados del mundo cuando su gobierno abandonó los planes de convertir 120 acuerdos bilaterales en un tratado general con la UE.

Y mucho de lo que sostiene la fuerza corporativa Suiza está cuestionado. La guerra en Ucrania hace que algunos suizos ponderen el estatus neutral del país; para sorpresa generalizada, su gobierno se ha sumado a las sanciones occidentales contra Rusia. En el pasado cualquier cosa que afectara la neutralidad era considerado una traición a la nación, dice André Hoffmann, vicepresidente de Roche. Lo que es más el país aún está tratando de rehabilitar su sector financiero, que se ha visto obligado a hacer una limpieza en los últimos 15 años desde que Estados Unidos le declaró la guerra a bancos suizos que habían ayudado a sus ciudadanos a evitar el pago de miles de millones de dólares en impuestos. Por su parte, el sector farmacéutico se debate con el rápido alza de los costos de la innovación en drogas.

Pero los suizos han demostrado en el pasado que pueden superar los problemas con trabajo duro e ingenio. La relojería suiza parecía estar recorriendo el camino a su extinción hasta que Swatch revivió la industria haciendo más divertidos los relojes baratos y más apreciables que los caros. Es probable que los millonarios de Davos se sigan sintiendo como en su casa en Suiza por muchos años.