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Silicon Valley ya tuvo su auge. ¿Será que ahora pueden crecer ecosistemas tecnológicos al interior de la nación?

Steve Case, fundador de AOL y director ejecutivo del fondo de inversión Revolution, en una gira en autobús de "The Rise of the Rest" en Columbus, Ohio, el 13 de octubre de 2017. (Maddie McGarvey/The New York Times)
Steve Case, fundador de AOL y director ejecutivo del fondo de inversión Revolution, en una gira en autobús de "The Rise of the Rest" en Columbus, Ohio, el 13 de octubre de 2017. (Maddie McGarvey/The New York Times)

Desde hace mucho, Steve Case ha dicho que los ecosistemas tecnológicos pueden —y deben— ampliarse más allá de las principales ciudades costeras.

En 2014, Case, cofundador de AOL, emprendió una iniciativa en su empresa de capital de riesgo, Revolution, enfocada en la inversión fuera de los centros tecnológicos como Silicon Valley y Nueva York. Él ha promovido que se inyecte más capital de riesgo en el interior del país.

Sin embargo, el panorama tanto en Estados Unidos como en el mundo de los negocios está cambiando con rapidez. La pandemia les ha dado la oportunidad a los oficinistas de trabajar desde donde quieran en estados como California, Nueva York y Massachusetts, que han recibido el 75 por ciento de los dólares de capital de riesgo en la última década. Los políticos en estados como Florida y Texas —donde se han instalado muchas empresas con posturas sociales de izquierda en los últimos años— han promulgado prohibiciones al aborto. Florida revocó la designación de Disney World como un distrito fiscal especial después de que la empresa se opuso a una ley que prohíbe hablar sobre la orientación sexual y la identidad de género en las escuelas.

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Ahora que las empresas intentan atraer a los trabajadores de vuelta a sus escritorios en un ambiente político convulsionado, durante un año que ha sido particularmente nefasto para las acciones del sector tecnológico, ¿acaso pueden prosperar los ecosistemas de emprendimiento fuera de los principales centros tecnológicos?

Antes de la publicación de su nuevo libro, “The Rise of the Rest”, que saldrá a la venta el martes, DealBook habló con Case sobre cómo la política influye en los centros tecnológicos, cómo se compara la depresión actual del sector con el colapso tecnológico de los noventa y más.

La entrevista se editó y resumió con fines de claridad.

P: ¿Qué piensas del argumento de que desarrollar un puñado de ecosistemas de gigantes tecnológicos es mucho más eficaz y productivo —en términos de mayor innovación— que diez o veinte centros diseminados por el país?

R: No estoy de acuerdo con eso. La diversificación es saludable. Sobre todo en esta nueva ola de innovación, que está transformando sectores como la atención médica, los alimentos y la agricultura, la especialización sectorial que existe en otras partes del país y las colaboraciones que podrían formarse en otras regiones son útiles.

Estoy de acuerdo en que hay algo de valor en la concentración de empresas. Es valioso poder unirnos, incluso en un mundo en el que más personas trabajan a distancia. Nuestra visión es que, en lugar de que sean solo unas cuantas ciudades, en particular San Francisco, Nueva York o Boston, que tengamos decenas de ciudades y desarrollemos un ecosistema sólido ahí en torno a sectores específicos que favorezcan a ciertas ciudades.

P: Durante la pandemia, vimos a compañías importantes abrir sucursales en ciudades distintas, a menudo yendo de estados demócratas a estados republicanos. Pero ahora, se han aprobado leyes en algunos estados republicanos que parecen entrar en conflicto con las políticas de esas empresas. ¿Qué esperas que pase con estas empresas y las personas que se mudaron a lugares como Texas y Florida?

R: Aunque es muy pronto para saber cómo influirán las leyes estatales y las opiniones sobre ciertos temas sociales en las decisiones de las personas de mudarse —o no mudarse— a ciertos lugares, sí creo que no se está prestando suficiente atención a este tema. La pandemia hizo que muchos se replantearan dónde y cómo quieren vivir y trabajar, y aceleró la dispersión de talento a lugares que desde hace tiempo han estado luchando para ser considerados centros tecnológicos emergentes. Ahora las comunidades reconocen que están compitiendo para convencer a la gente de mudarse a sus ciudades.

Las personas toman en cuenta muchos factores cuando deciden mudarse, pero para algunas las decisiones que toman los estados en cuanto a temas sociales clave pueden ser determinantes. Las estrategias que adoptan los líderes estatales y locales —de ambos lados del espectro político— para atender temas polémicos, la cobertura de los medios de comunicación locales y la manera en que los influentes hablan de estos temas sensibles pueden enviar señales poderosas a quienes están contemplando vivir o invertir en ciudades incubadoras emergentes.

Hay muchas cosas que nos dividen en este país, pero apoyar a emprendedores es una de las pocas que siempre nos han unido. Espero que podamos evitar una guerra cultural del emprendimiento para poder continuar nuestros esfuerzos de crear empleos y dar esperanza a las personas y a los lugares que han quedado rezagados.

Creo que Silicon Valley ya llegó a su cima. No es que el área no pueda seguir atrayendo innovadores, pero ya no tendrá el liderazgo que ha tenido en los últimos diez años.

P: ¿Has escuchado que las empresas estén preocupadas porque las personas se resistan a mudarse a un estado debido a su política?

R: He escuchado algunas preocupaciones, sobre todo cuando se tomó la decisión [de anular el fallo de Roe contra Wade] en la Corte Suprema. Pero no he escuchado de personas en particular que fueran a mudarse y hayan decidido no hacerlo, o que ya se hubieran mudado y hayan decidido marcharse.

P: Tú viviste un colapso en el sector tecnológico. ¿Notas alguna similitud con lo que está ocurriendo ahora?

R: En la primera década de AOL, nadie conocía o a nadie le importaba el internet, ni tampoco le interesaba AOL a nadie. En la segunda década, de pronto todos querían estar en línea, y AOL se convirtió en el punto de acceso. Cuando pasó eso, nuestra cotización en bolsa se disparó. Entonces otros dijeron: “Vaya, esto del internet es muy interesante”.

De pronto, había cientos de otras empresas puntocom, muchas de las cuales eran acciones conceptuales que salieron a bolsa muy pronto. Luego, en el año 2000, como ya sabemos, todo se vino abajo. Hoy en día, se puede decir que hemos visto un mercado alcista durante 13 años, con valuaciones estables para la mayoría de las empresas y en niveles históricos para las firmas tecnológicas de rápido crecimiento. Recientemente, los cambios en las políticas en cuanto a cosas como las tasas de interés han provocado que ese globo se desinfle un poco.

La diferencia es que la mayoría de las empresas que han debutado en bolsa en los últimos cinco años están más desarrolladas. Y ahora lo que ocurre es que se reinicia su valuación. Pero la gran mayoría de las empresas seguirán activas dentro de unos años, a diferencia de lo que vimos en 2000.

© 2022 The New York Times Company