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Streaming: la historia de Billy the Kid, narrada desde los orígenes, con prolijidad y convencionalismos

Billy The Kid, la nueva serie que llega a Paramount+
Billy The Kid, la nueva serie que llega a Paramount+

Billy the Kid (Estados Unidos, 2022). Creador, autor y showrunner: Michael Hirst. Elenco: Tom Blyth, Daniel Webber, Eileen O’Higgins, Jamie Beamish. Disponible en Paramount+. Nuestra opinión: buena.

A Billy the Kid le toca ocupar dentro del universo del Lejano Oeste el lugar de esos “forajidos que han vivido bajo una aureola de leyenda”, según la definición del crítico y ensayista catalán Quim Casas. Suele ser mucho más conocido en la Argentina con su nombre original que a través de la traducción literal aplicada en España (Billy el Niño) y tal vez la explicación haya que buscarla en la popularidad que en su momento tuvo entre nosotros Lucky Luke, el popular y querible cowboy que se enfrentaba alternativamente en sus aventuras ilustradas con un puñado de arquetípicos villanos. Billy llamaba la atención entre ellos por su cara de muchachote poco avispado llena de pecas y su mechón rubio. Parecía más travieso que temible, condición que estaba reservada a Jesse James o alguno de los hermanos Dalton.

En la historia del western, Billy también es un personaje bastante familiar en una historia que se extiende desde el clásico de King Vidor (1930) hasta la mirada revisionista expuesta en Demasiado jóvenes para morir (1988). En el medio de este recorrido se hace siempre presente la sombra de Pat Garrett y Billy the Kid (1973), de Sam Peckinpah, con Garrett (James Coburn) tratando de dar caza a su enemigo íntimo Billy (Kris Kristofferson) en el Nuevo México de la década de 1880. Y hace poco llegó al streaming local, vía Star+, Sin piedad (The Kid, 2019), de Vincent D’Onofrio, la crónica del momento en el que un muchacho se convierte en testigo privilegiado del choque entre Garrett y Billy.

Esta nueva serie pretende volver a los orígenes del personaje. Recuperar la figura de Billy y, sobre todo, contar su elusiva historia real desde que era verdaderamente un chico y no un apodo derivado de su característico rostro aniñado, en un momento de aparente reivindicación de los relatos del Oeste entre los autores de ficciones contemporáneas. El éxito de Taylor Sheridan y sus llamados “neo-westerns”, con Yellowstone a la cabeza, alienta todo ese empeño.

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Con la firma de Michael Hirst (Vikingos, Los Tudor) como showrunner y autor de los ocho episodios de la primera temporada, Billy the Kid pretende ser visto como un relato clásico y revisionista a la vez. El resultado es visualmente impecable, pero también bastante convencional, ajeno a la mirada de creadores verdaderamente identificados con la identidad profunda del western como Sheridan.

La curiosidad de un outsider como Hirst pasa por otro lado. Tiene desde el vamos en la cabeza la idea de Billy como un antihéroe de manual. Alguien lo suficientemente sensible, atento y observador en su dura infancia como para conocer a una etapa muy temprana de la vida el dolor, la humillación, la muerte trágica o violenta y el sometimiento de personas buenas (su propia familia, sin ir más lejos) a manos de prototípicos exponentes de una tierra en donde la ley la establece siempre el más fuerte.

Hay un detalle interesante desde el cual Hirst pretende, quizás, marcar algún matiz diferencial respecto de los retratos previos del personaje. Como en la película de Vidor y la mayoría de las crónicas históricas, Billy es el apodo de un tal William Bonney, nacido en 1859 o 1860 en el seno de una familia de emigrantes irlandeses establecidos en Nueva York. El hambre, la ausencia de futuro o la desesperación los impulsan a viajar al Oeste, donde encontrarán todavía más incertidumbre, además de rápidas y muy dolorosas pérdidas humanas.

El momento en el que Billy entiende por dónde pasa la maldad en el mundo (mientras aprende a disparar con puntería infalible) es cuando, todavía pequeño y ya establecido con su madre en Nuevo México, conoce al siniestro Henry Antrim (Jamie Beamish), que pasa de ser el fingido protector de una familia necesitada de todo a transformarse en una amenaza para todos.

Hirst retrata a Billy a partir de un atributo clave de su personalidad: un extraordinario sexto sentido para sospechar de las (malas) intenciones ajenas y activar al mismo tiempo un instinto de protección hacia los suyos que se irá potenciando a través de su destreza con el revólver y la fama que empieza a ganar como un hombre perseguido por la ley.

El Billy the Kid de Hirst es un muchacho decidido, atento, seguro de sí mismo y capaz de sobrevivir de todas las maneras posibles en medio del fuego cruzado. Al showrunner no le interesa darle al personaje central de este relato un aire romántico y justiciero. En todo caso se trata de una figura que aprendió con dureza y a toda velocidad que enfrente suyo hay personas mucho más malas que él, dispuestas a hacerle daño. Por lo tanto, muchas veces hay que tomar decisiones drásticas para enfrentarlos. De allí a quedar ante el mundo como un forajido hay nada más que un paso.

Tom Blyth compone a Billy con un adecuado tono que mezcla la melancolía con la capacidad de no dudar ni un instante en los momentos decisivos. A su alrededor se mueve una gran cantidad de personajes que trata de representar la prototípica galería humana de la sociedad estadounidense de ese tiempo y ese lugar, sin ir por lo general más allá en cada caso del retrato anecdótico o superficial. Está mucho mejor aprovechada, en tanto, la extraordinaria belleza natural de Alberta (Canadá), un marco muy propicio desde el punto de vista visual al servicio de esta producción, quizás demasiado prolija para lo que Hirst pretende decir y mostrar.