El sueño americano de la juventud de Guinea Ecuatorial
Guinea Ecuatorial, un pequeño país de 1,6 millones de habitantes, se libró durante mucho tiempo del éxodo de jóvenes que golpea a otros países de África. Pero todo cambió desde que entró en crisis hace una década.
"Me voy a Estados Unidos, para hacer cualquier trabajo. No es difícil encontrar trabajo" allí, afirma Paciencia Mangue, de 32 años, que como tantos otros jóvenes sueña con partir en busca de una vida mejor.
"Lo que uno no encuentra en su país, se encuentra en otro lugar", abunda Laura Ntogono. A sus 27 años, esta manicura de un salón de belleza sigue "pensando en irse" para instalarse "en Los Ángeles".
La prensa de esta excolonia española independiente desde 1968 no habla de este asunto, que tampoco hace ruido en las redes sociales. Igualmente no hay estadísticas oficiales de parte de las autoridades de este régimen autoritario.
Pero el tema alimenta las conversaciones: en los últimos años, no pasa un día sin que se sepa de algún joven que partió a Estados Unidos, según constató AFP.
- "Llegar a fin de mes" -
Manulo (nombre ficticio), de 44 años, se instaló en Jacksonville, en el estado de Florida, hace poco más de un año.
"Perdí mi trabajo en el INSESO (Instituto Nacional de Seguridad Social) y después de tres años de desempleo no podía llegar a fin de mes, vendí mi auto y pedí una visa", cuenta a AFP en Estados Unidos este padre de cuatro hijos.
Ahora cuida perros y cada mes envía unos 500 dólares a su familia. No quiere revelar su sueldo pero, según él, ese trabajo nada tiene que ver con los irrisorios salarios de su país natal: 128.000 francos CFA (unos 200 euros, cerca de 220 dólares) por el salario mínimo interprofesional, según datos de la Comunidad Económica y Monetaria de Estados de África Central (CEMAC).
Con el desplome de los precios del petróleo, principal recurso del país, la economía entró en recesión en 2023 y el desempleo alcanza el 8,5%, según el Banco Africano de Desarrollo.
Paciencia Mangue, licenciada en Economía, ya no quiere "perder tiempo".
"Para encontrar un buen trabajo aquí, hay que conocer a alguien en los círculos de poder o tener un pariente entre los que gobiernan el país", dirigido desde 1979 por Teodoro Obiang, de 82 años, afirma.
Algunos, como Manulo, logran una visa para ir directamente a Estados Unidos. Otros tienen que volar a Brasil o Nicaragua, a veces vía España, para luego ingresar ilegalmente a través de México. Pocos son, en cambio, los que parten a través del Sahel para cruzar luego el Mediterráneo, según datos recogidos por AFP.
Entre el billete de avión y el visado en Brasil por ejemplo -cerca de 3.000 dólares en total en este caso-, el camino al exilio requiere una gran inversión. Y luego queda la parte más difícil: llegar a Estados Unidos, pagando.
"Hemos sufrido", cuenta Geraldina Adang, de 33 años, que partió en enero de 2023 vía Brasil y ahora vive en California.
"Para entrar a Estados Unidos, la muerte no está lejos", dice esta mujer, que tardó dos meses en llegar a México "por rutas clandestinas y peligrosas" y otros tres meses para cruzar la frontera.
"Un calvario", confirma Célestine Fouenfin, una limpiadora camerunesa de 36 años que salió de Malabo, la capital de Guinea Ecuatorial, hacia Las Vegas, adonde llegó tras sortear "una carrera de obstáculos" desde México.
- "Pérdida de esperanza" -
"Tenga o no el visado, llegaré a Estados Unidos", afirma Ángel Ondo, un taxista de 25 años.
"Muchos de nuestros amigos taxistas ya se han ido" vía "Brasil o Nicaragua y luego México", explica frente a su auto.
Lejos de los exilios políticos a España que marcaron la historia del país tras su independencia, los motivos de las salidas son múltiples.
"La falta de libertad individual y colectiva. La falta de instituciones independientes y sólidas, la corrupción sistemática, la mala gestión de los asuntos públicos y la falta de respeto por los derechos humanos están en la raíz del éxodo", sostiene Joaquín Elo Ayeto, activista defensor de los derechos humanos de la ONG "Somos".
El profesor de sociología Elías Mba Engonga habla de "decepción, pérdida de esperanza sobre los cambios políticos, las políticas sociales y la falta de una distribución justa de los ingresos estatales".
Casi seis de cada diez jóvenes africanos piensan en abandonar sus países en un plazo de tres años, sobre todo para encontrar trabajo.
Estados Unidos es el primer objetivo, según una reciente encuesta de la Fundación de la Familia Ichikowitz realizada en 16 países del continente.
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