‘The Measure of Man’, de Natalia García-Lee, lúdico y trágico recorrido

Hablaré ampliamente de ratones, pero mis pensamientos están en el hombre, en la sanación, en la vida y su evolución.

John Calhoun, a propósito de su experimento Universe 25.

El laberinto como metáfora de la existencia aparece como constante desde la Antigüedad. La idea de adentrarnos en un recorrido donde somos ejecutores de alternativas cuyas consecuencias ulteriores nos son vedadas, es, tal vez, el paralelo más efectivo acerca de nuestra propia existencia.

Decía Milán Kundera que “el hombre atraviesa el presente con los ojos vendados”. A lo que Faulkner hubiera replicado sin chistar que “Aquello que se considera ceguera del destino es en realidad miopía en sí misma”. He aquí, a mi juicio, la clave para adentrarse en ese otro laberinto que es The Measure of Man, la más reciente muestra personal de Natalia García-Lee, expuesta ahora al público en LnS Gallery.

La sala central que cuenta con una veintena de pinturas, lejos de proponer una lectura lineal, se convierte en un laberinto donde el receptor debe hilvanar las conexiones entre un cuadro y otro. Solo así podrá transitar ese laberinto que no es ya la galería como espacio físico, sino la sociedad en la que coexistimos a diario.

Tres amuletos nos son dados en esta azarosa travesía. Son ellos los estudios del ergonomista Henry Dreyfuss, el psicólogo y estudioso del comportamiento Edward Tolman y el etólogo John Calhoun.

The Measure of Man toma su título prestado del libro publicado por Dreyfuss en 1960 donde la antropometría es puesta en función del diseño de objetos ergonómicos. Interesado en la calidad de vida y el comportamiento ético del individuo, Dreyfuss, junto a su esposa, exploraron no solo la antropometría, sino conceptos como el tiempo libre y símbolos de carácter universal capaces de trascender las barreras del lenguaje hablado y escrito. Tolman y Calhoun, por su parte, tomaron como punto de partida a los ratones y el laberinto para el estudio del comportamiento social entre humanos. Estímulo y respuesta van delineando así nuestro comportamiento y nuestro rol en la sociedad.

De alto poder sugestivo, las obras de García-Lee cautivan, en primera instancia, por la excelente composición y el efectivo uso del color. En ellas, la lectura en sucesivas capas pictóricas de significado se acumula como palimpsesto sobre el lienzo, donde el leitmotif (mano, flecha, laberinto, silueta con máscara de gas y equipo de protección) actúa como resorte ineludible entre una pieza y otra.

By The 600th Day recibe al espectador en la galería como estado de alerta. A través de las sucesivas capas acuosas, se trasluce la estructura geométrica del laberinto. ¿Acaso, la ciudad? Esta idea es enfatizada por la silueta del paisaje citadino que emerge a medida que tomamos distancia del cuadro. En primer plano, en rojo y escrito en morse, la cifra exacta dela población mundial el 31 de diciembre del 2021. El título del cuadro refiere al punto crítico del experimento Universe 25, en el que Calhoun creara una sociedad utópica para observar el comportamiento de una comunidad de ratones. El día 600 marca el punto álgido del experimento que el mismo Calhoun definiría como “behavioral sink” (drenaje conductual) y que consiste en el proceso de colapso en el comportamiento como resultado de la sobrepoblación.

An Ode to Those Who Made the Most Mistakes es una pieza de sobriedad conceptual que alude a uno de los experimentos de Tolman en el que se pone a prueba el aprendizaje latente y los mapas cognitivos que pueblan nuestra existencia. El título refiere al grupo que aún sin recibir ningún estímulo a cambio y tomándoles por ende más tiempo, memorizaron también el camino de salida del laberinto.

Esta obra dialoga directamente con otro de los cuadros de gran formato. Concebido también en tonos sobrios, casi monocromático, Low Level Learning sobrepone formalmente la idea de laberinto y ciudad. A modo de filigrana, la silueta de un individuo que se sobrevive gracias a la asistencia de una máscara de gas y equipo de protección, se multiplica sobre el cuadro. La inquietante multitud organizada en líneas que se alternan como en las fotos de graduación, se hace por momentos visible y a ratos se desdibuja como sí rastros de la tiza sobre el pizarrón escolar. La progresiva gradación de claro a oscuro desde la parte superior del cuadro hacia la inferior, así como las flechas de carácter unidireccional, marcan el sentido selectivo de la información y el correspondiente lugar del individuo en la sociedad en dependencia del nivel de acceso. Pequeños pixeles de color azul, casi exclusivos a la franja superior del cuadro, marcan el acceso a información y educación privilegiada. Esa que solo es accesible a “the beautiful ones”.

En The Beautiful Ones accedemos al interior del laberinto. El trabajo a modo de estelas y el uso del sinécdoque (la silueta presente en otros cuadros es reducida aquí al rastro gráfico de la mano que se repite hasta la saciedad creando la ilusión de colonias en constante movimiento) es esencial en el mismo. En la parte superior, en rojo, “the beautiful ones”, esa suerte de casta que observara Calhoun aparecer a partir del crítico día 600 del experimento, esos que se mantuvieron al margen del caos generado por la sobrepoblación y que enseguida nos trae a la mente el Occupy movement y el 1% de la sociedad.

Reflejo del caos que encarna la autodestrucción de la colonia, The First Death gana en movimiento. Domina el rasgo expresionista, barridos de color y trazos frenéticos, tras los cuales la silueta reducida a la mano y la manguera de oxigenación tratan de sobrevivir a lo que Calhoun definiera com la “primera muerte” o “muerte espiritual”. El cambio de técnica y el color escogido tanto en The Beautiful Ones como en The First Death generan un efectivo clin d’oeil a las pinturas rupestres, enfatizado esto también por el uso de la mano como pictografía universal. Es el regreso al grado cero.

En la sala contigua y como complemento, la instalación The War Machine, concebida a modo de panóptico, nos pone en la posición de voyeurs al tiempo que nos sabemos observados. Los intrincados collages, con horadaciones e intervenciones de la artista constituyen un lúdico y trágico recorrido por los oscuros avatares de la guerra.

The Measure of Man es una excelente muestra y un estado de alerta, cuya complejidad y eficiencia tanto desde el punto de vista formal como conceptual, logra vehicular de manera efectiva temas impostergables de ese punto de inflexión de la sociedad global en que nos encontramos.

Janet Batet es escritora, curadora y crítica de arte. Escribe para diferentes publicaciones, galerías y museos.

‘The Measure of Man’ de Natalia Garcia-Lee, hasta el 25 de junio en LnS Gallery, 2610 SW 28th Lane, Miami, FL, 33133.