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Tienes sueño; cuando despiertes, serás una estrella de la comedia de improvisación

Asad Mecci, a la izquierda, con un miembro del público que está hipnotizado en "Hyprov" en Nueva York, el jueves 11 de agosto de 2022. (Krista Schlueter/The New York Times)
Asad Mecci, a la izquierda, con un miembro del público que está hipnotizado en "Hyprov" en Nueva York, el jueves 11 de agosto de 2022. (Krista Schlueter/The New York Times)

NUEVA YORK — “Entre más profundo vayas, mejor te sentirás. Entre más profundo vayas, mejor te sentirás”.

El mes pasado, una hora antes de la medianoche en el teatro que está en el sótano de Improv Asylum en Chelsea, un hipnotista llegó de sorpresa a un espectáculo de comedia y repitió esa frase una y otra vez, con lo que puso bajo su control a veinte desconocidos.

Asad Mecci, un hombre carismático de hombros anchos vestido con pantalones de mezclilla negros, dirigió su mirada sin parpadear a dos filas de voluntarios sentados (cabezas bajas, cuerpos relajados, ojos cerrados) y les dijo que habían perdido su ombligo. Entonces, tronó los dedos y los sujetos laxos se pusieron de pie, miraron para todos lados, se asomaron debajo de las sillas, estaban buscándolo. El público estalló en carcajadas. Luego, Mecci, de 47 años, le preguntó a un desenfrenado hombre qué estaba haciendo. Con gran asombro, el individuo respondió: “Sé que traía mi ombligo cuando llegué aquí”. Todos se rieron.

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En el imaginario colectivo, el hipnotismo es algo que hacen los vampiros, los espectáculos callejeros y los terapeutas que mueven relojes como péndulos. Pero, ¿puede convertirse en el punto de partida de un nuevo arte cómico?

Ese es el sueño de los creadores de “Hyprov”, una mezcla de comedia de improvisación e hipnotismo que se ensayó este verano en el lugar mencionado antes de su debut en Nueva York en el Teatro Daryl Roth el viernes pasado. “Estamos intentando elevar la hipnosis de un espectáculo de vodevil a un nivel teatral”, comentó Mecci en la oficina en Times Square de su productor un día después de la presentación a la que asistí. Sentado a su lado estaba su coestrella y el cocreador del espectáculo, Colin Mochrie, comediante y una de las estrellas de “Whose Line Is It Anyway?”, un programa de televisión que acercó a mucha gente al género de la comedia de improvisación.

Mochrie, de 64 años, explicó el escepticismo que estos artistas enfrentan y mencionó: “En ambas de nuestras carreras, nos han dicho: ‘Esas personas son cómplices’. Nadie quiere creer que lo que hacemos, para lo que hemos practicado toda nuestra vida, es algo que en realidad estamos haciendo”.

Mochrie aceptó que al principio había sido escéptico de la hipnosis, pero después de hacer una gira de “Hyprov” en más de cincuenta ciudades de Norteamérica y presentarse en Londres y en el festival Fringe en Edimburgo, Escocia, ahora habla con la convicción de un convertido. Comentó sobre un “sketch” improvisado del espectáculo de anoche, construido con base en las sugerencias del público: se alentó a novatos hipnotizados a actuar una escena de un velorio para una criatura que era mitad pingüino y mitad castor y respondieron con acciones llenas de llantos e incluso lágrimas reales. Cuando Mochrie manifestó que era el producto de dos especies, una mujer no hizo pausa antes de adoptar una postura de indignación moral y gritar: “¡No es natural!”.

Voluntarios se someten a hipnosis en el escenario en "Hyprov" en Nueva York, el jueves 11 de agosto de 2022. El espectáculo es la creación de Asad Mecci y Colin Mochrie. (Krista Schlueter/The New York Times)
Voluntarios se someten a hipnosis en el escenario en "Hyprov" en Nueva York, el jueves 11 de agosto de 2022. El espectáculo es la creación de Asad Mecci y Colin Mochrie. (Krista Schlueter/The New York Times)

Mochrie reflexionó si un cómico profesional hubiera expresado algo tan fuerte. Lo que importa no es solo la calidad de la frase, sino la velocidad y la intensidad con las que se dicen. Señaló: “Los improvisadores no siempre tienen contenido emocional, pero cuando ella dijo: ‘¡No es natural!’, se sintió como que algo iba contra lo más profundo de su ser”. Agregó que aunque a los improvisadores nuevos les toma un segundo pensar qué hacer, los participantes hipnotizados simplemente reaccionan, porque tienen “desactivada la parte de su cerebro que maneja la autocrítica”.

Es verdad que el espectáculo que yo vi tenía a participantes tan comprometidos como cualquier cómico de improvisación que haya visto. En ningún momento nadie pareció estar a punto de romper la ilusión. Sin embargo, estoy seguro de que había algo misterioso (incluso un poco escalofriante) sobre estos participantes que se movían de manera lenta y con la mirada caída.

Si esto suena como la comedia de un futuro zombificado, Mecci señaló al instante que la idea más equivocada sobre la hipnosis es que las personas pierden el control. “Puedo hacer que hagas cosas en el escenario que normalmente no harías, pero no puedo hacer que hagas algo que no quieras hacer”, dijo Mecci al señalar una diferencia que podría parecer ambigua. Indicó que nadie ha expresado nunca remordimiento de participar en alguno de sus espectáculos, pero, por supuesto, les dicen que entre más se adentren, mejor se sentirán.

Los hipnotistas no se ponen de acuerdo sobre si están poniendo a sujetos en un estado hipnótico o los sujetos están actuando como resultado de la sugestión. Mecci, quien ha estudiado la hipnosis en el escenario y es miembro del Gremio Nacional de Hipnotizadores, una organización profesional que certifica a practicantes, tiene cuidado de no elegir un bando. Sin embargo, se inclina hacia la desmitificación, al comparar la hipnosis con momentos mundanos de concentración extrema, tales como ver una película de terror o soñar despierto.

El proceso de la hipnosis toma varios minutos. Después de que Mecci sube a veinte personas al escenario, realiza ejercicios y luego elige a cinco de los más sugestionables. Busca “delatores fisiológicos” y rostros inexpresivos. Les dice a sus voluntarios que respiren, se relajen y cierren los ojos conforme su voz cambia de un barítono ligero al rango de narrador de tráileres de películas.

Al irse de gira, Mecci y Mochrie descubrieron que la hipnosis no funcionaba tan bien para escenas más complejas. Los mejores momentos fueron el resultado de objetivos simples y directos que pueden transmitirse de manera concisa. Y también se preocupan por reafirmarles a los miembros del público que no harán nada que no quieran hacer.

Mecci tiene la ambición de crear una franquicia como la del Blue Man Group, pero también aseguró que la hipnosis podría abrir la oportunidad a otras aspiraciones creativas, como los monólogos de comedia o el teatro. Cuando le pregunté a Mecci si la hipnosis podría ayudarme a terminar este artículo, Mochrie le susurró al oído: “¡Hazlo! ¡Hazlo!”.

Haciendo contacto visual directo, Mecci me explicó con calma cómo la hipnosis podría ayudarme a imaginar cumplir con mi fecha de cierre y escribir el artículo perfecto. Su voz era firme y su mirada estaba fija. Le pregunté que, si lograba hipnotizarme, ¿él podría influir en la historia que iba a redactar? Entre más me adentraba, más incómodo me sentí.

Me dijo: “No estoy seguro”, con una mirada tan penetrante que me hizo, durante un instante, desviar la mirada a otro lado.

© 2022 The New York Times Company