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Trump estaría saboteando su propia reelección

El presidente Trump prefiere pensar que la economía se está recuperando como un cohete. En realidad, su enfoque pasivo a la hora de abordar la pandemia de coronavirus y su aversión a impulsar un potente programa de testeo están prolongando una gran contracción del gasto y poniendo en peligro su propia reelección.

En su mitin en Tulsa el 20 de junio, Trump dijo que les había ordenado a las autoridades federales que redujeran el número de test de coronavirus, porque aumentan el conteo de casos y hacen que la propagación del virus parezca más pronunciada. La Casa Blanca dijo más tarde que no es verdad, aunque Trump se ha negado sistemáticamente a establecer un programa nacional de testeo, tal y como han pedido muchos expertos sanitarios. En su lugar, les ha delegado la realización de las pruebas a las autoridades estatales y locales, al tiempo que les pedía a los estados que relajaran las restricciones por el coronavirus y permitieran una rápida reapertura de las empresas.

El problema con la reapertura es que, si bien se están aliviando las medidas de confinamiento, los clientes no están volviendo a consumir. Una nueva investigación dirigida por el economista de Harvard, Raj Chetty, ha descubierto que la reapertura de las empresas no basta para atraer a los compradores, que están preocupados por el virus. En los estados que reabrieron antes, como Minnesota, el gasto ha subido con mayor fuerza que en estados que han permanecido cerrados más tiempo, como el vecino Wisconsin. Y el gasto se redujo más incluso antes de que entrarán en vigor las órdenes de confinamiento, lo cual sugiere que los consumidores se estaban confinando por sí mismos, preocupados por el coronavirus, una tendencia que parece continuar a pesar de que se están aliviando las restricciones.

“Si la preocupación por la salud es el motor principal de esta reducción del gasto, y no las restricciones impuestas por el gobierno, los gobiernos podrían ver limitada su capacidad de reanudar la actividad económica con las reaperturas”, dice el estudio de Harvard, “especialmente si esas reaperturas no son interpretadas por los consumidores como una señal clara de que el riesgo sanitario es reducido”.

Lisa Wiley, de Walmart, se prepara para la apertura de un nuevo centro de pruebas de COVID-19 gestionado por Quest Diagnostics en el Walmart de Boynton Beach, Florida, el martes, 16 de junio de 2020 (Joe Cavaretta / South Florida Sun-Sentinel a través de AP).
Lisa Wiley, de Walmart, se prepara para la apertura de un nuevo centro de pruebas de COVID-19 gestionado por Quest Diagnostics en el Walmart de Boynton Beach, Florida, el martes, 16 de junio de 2020 (Joe Cavaretta / South Florida Sun-Sentinel a través de AP).

La pandemia de coronavirus no está menguando, a pesar de que prácticamente todos los estados que impusieron bloqueos van camino de levantarlos. Los últimos datos de seguimiento muestran que los casos están aumentando en 26 estados, se están manteniendo en 16 estados y disminuyendo en 8 estados. La preocupación sanitaria relacionada con el virus ha disminuido desde su pico máximo en abril, pero aun así, a casi dos de cada tres estadounidenses les preocupa infectarse o que se infecte algún conocido.

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Sin una vacuna, la realización de test en masa quizás sea la mejor forma de reconstruir la confianza y hacer que las personas salgan de nuevo. Los test no eliminan el virus, obviamente, pero identifican a quienes lo tienen y se lo pueden pasar a otros, de forma que se puedan poner en cuarentena hasta que dejen de tener la posibilidad de contagiar. Algunos expertos en salud dicen que los test de rutina son fundamentales para las empresas que hagan volver a sus trabajadores, dado que es la mejor forma de identificar a las personas que propagan el virus y proteger al resto.

Volver a la normalidad

Trump parece pensar que si la gente no oye noticias negativas sobre el aumento de la tasa de contagios, volverán a sus pautas de trabajo y consumo sin más. Pero cuando los trabajadores se enferman, se corre la voz, como ocurrió a principios de año en varias plantas envasadoras de carne. Desde entonces, productores como Tyson Foods han implementado test masivos de coronavirus, lo cual ha ayudado a identificar cientos de portadores asintomáticos del virus que habrían propagado la enfermedad a muchos otros a quienes no se había hecho la prueba. Más testeos a los trabajadores de restaurantes y tiendas minoristas también pueden ser medidas que generen confianza en la seguridad de esos establecimientos y reduzcan el riesgo de acudir.

Estados Unidos ahora está realizando unos 500 000 test de coronavirus al día, una mejora sustancial respecto a la tasa de testeo en abril y mayo, pero reabrir por completo la economía sin un rebrote del virus podría requerir entre 20 millones y 25 millones de test al día, según expertos del Centró Safra de Harvard y el economista ganador de un premio Nobel, Paul Romer. La Cámara de Representantes ha aprobado una ley que incluye 75 000 millones de dólares para hacer testeos generalizados, pero es poco probable que el Senado controlado por los republicanos apruebe esa ley y Trump no se ha mostrado entusiasmado con ella.

Hay más de 2,3 millones de casos de coronavirus en Estados Unidos (Gráfico: David Foster / Yahoo Finance).
Hay más de 2,3 millones de casos de coronavirus en Estados Unidos (Gráfico: David Foster / Yahoo Finance).

Trump podría pensar que la economía se está recuperando bien sin necesidad de ningún impulso federal de los test. Las ventas minoristas aumentaron en mayo un récord del 17,7 %, pero eso ocurrió tras dos meses de descensos vertiginosos y las ventas siguen muy por debajo de los niveles previos al coronavirus. Una herramienta de rastreo desarrollada por el equipo de Chetty en Harvard ha descubierto que el gasto mensual total sigue siendo un 11 % menor del que era en enero. Los sectores más golpeados están mucho peor, con una disminución del 55 % de las ventas en entretenimiento y recreación, un 54 % en transporte y un 38 % en hospedajes. Ningún presidente en funciones ha sido reelegido durante una recesión en los últimos 80 años y la reelección de Trump depende de una recuperación sostenida de toda la economía, no solo de mejoras esporádicas.

La investigación de Harvard también muestra que los ricos han reducido sus gastos más que aquellos que ganan menos, lo que representa la mayor disminución de la actividad económica. Según el estudio, “los hogares de mayores ingresos pasan menos tiempo afuera y las personas de altos ingresos aparentemente se autoconfinan más, quizás para trabajar de forma remota o porque tienen espacios habitables más amplios”. Para recuperar ese nivel de gasto, Trump no puede pretender simplemente que el virus ha desaparecido. Necesita persuadir a la gente para que decida por sí misma, que sepan que están a salvo, especialmente en la economía de servicios, donde los trabajadores y los clientes interactúan. Y debe hacerlo pronto, si quiere sacar rédito en noviembre.

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Rick Newman