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Trump se enfrenta al mismo problema que tuvo Obama con la economía

El presidente de EEUU, Donald Trump, y el expresidente Barack Obama en el Capitolio de Washington DC, en enero de 2017. REUTERS/J. Scott Applewhite/Pool.
El presidente de EEUU, Donald Trump, y el expresidente Barack Obama en el Capitolio de Washington DC, en enero de 2017. REUTERS/J. Scott Applewhite/Pool.

En 2014, el presidente Obama estaba ansioso por explicar a los votantes lo bien que marchaba la economía después de una aguda recesión. En varias intervenciones, declaró que la economía estaba “prosperando”, mientras presumía de “récord en el mercado de valores, récord en las ganancias de las empresas, 52 meses consecutivos de crecimiento del empleo”.

Los votantes no estuvieron de acuerdo y ese mismo año asestaron un golpe devastador al Partido Democrático de Obama en las elecciones de mitad de mandato. Los republicanos se hicieron con el control del Senado y se aseguraron la mayoría más sólida en la Cámara de Representantes desde 1928. Obama describió el resultado como un “estancamiento” y admitió haber exagerado con la fortaleza de la economía. “Hemos progresado en los últimos años”, dijo, “pero claramente hay demasiados estadounidenses que aún no han sentido esos progresos y así nos lo han hecho saber”.

El presidente Trump ahora se enfrenta a un peligro similar, ya que presiona para liberar una economía repentinamente hecha prisionera por la pandemia de coronavirus. La reelección de Trump en noviembre depende de la reapertura de la economía y de la reparación de algunos de los daños causados por el cierre generalizado de negocios, los 22 millones de puestos de trabajo perdidos y las pérdidas de riqueza billonarias en el mercado de valores. Sin embargo, la inclinación de Trump por endulzar los problemas sugiere que podría decir a los votantes que las cosas van mejor de lo que parece.

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Mattie Dupler de Forward Strategies y de la National Taxpayers Union explica en Electionomics, el podcast de Yahoo Finance, que “el desafío para el presidente ahora es que no quiere acabar como el presidente Obama en 2013 y 2014, cuando todos los expertos en cifras de Washington dijeron que, mirando los gráficos, estábamos en medio de una recuperación económica. Si bien eso era cierto en la franja del noreste, el resto del país no lo sentía así y lo vimos en el estancamiento de las elecciones de mitad de mandato. El resto del país realmente sentía que sus circunstancias no se veían reflejadas en el discurso sostenido desde Washington.”

El gráfico muestra la evolución de las peticiones de subsidio por desempleo en Estados Unidos. Gráfico de David Foster / Yahoo Finance
El gráfico muestra la evolución de las peticiones de subsidio por desempleo en Estados Unidos. Gráfico de David Foster / Yahoo Finance

Aunque en las últimas semanas se ha disparado el desempleo y se ha roto la confianza del consumidor, sigue sin quedar claro cómo se sentirán los votantes en otoño a las puertas de la votación. La ayuda procedente de Washington por ahora está amortiguando los daños económicos, al ayudar a las empresas que no tienen ingresos a pagar sus facturas y dando a los nuevos desempleados algo más de dinero. Sin embargo, esto no es concluyente y los votantes podrían entrar en pánico si la recesión causada por el coronavirus se prolonga sin que haya signos de recuperación.

Trump y algunos conservadores están presionando mucho para “reabrir” las empresas cerradas en mayo, pero no queda claro cómo se puede hacer sin correr el riesgo de que se produzca una nueva ola de infecciones y muertes que obligaría a los gobernadores a cerrar de nuevo las empresas. Trump ha prometido un plan de reapertura pero, hasta ahora, no hay ninguno. Los gobernadores están desarrollando sus propios criterios, pero la gran mayoría prevé una salida muy gradual a la crisis que dependerá de la disponibilidad generalizada de test para detectar el virus. Por ahora, la nación sufre una lamentable escasez de test.

A Dupler le preocupan las pequeñas empresas, que son las que emplean a la inmensa mayoría de estadounidenses y que cuentan con muchos menos recursos que las empresas del Fortune 500. Muchas de estas firmas se están beneficiando de los préstamos garantizados por la última ley de estímulo, pero seguramente sigan luchando para aguantar con una economía que recobra la vida muy poco a poco. “Eso es lo que más me preocupa”, dice Dupler, “que los empleadores tengan que despedir a sus plantillas y que cuando haya una resolución, tengan que volver a contratar y volver a formar a todos esos trabajadores. Es posible que no tengan un plan preparado para salir de una epidemia de estas proporciones”.

Las empresas, al igual que las personas, seguirán las indicaciones de Trump y se atendrán a eso. También juzgarán si los mensajes de Trump reflejan la realidad que perciben a su alrededor. “Si el presidente quiere desenvolverse bien con este mensaje”, dice Dupler, “tiene que ser convincente, debería apelar directamente a la gente para que siga las pautas fijadas por los CDC y luego debería trabajar en estrecha colaboración con los gobernadores, quienes, a todas luces, están haciendo un buen trabajo con esto”. Trump, por supuesto, no siempre ha jugado limpio con los gobernadores, especialmente con los demócratas. Puede que ahora los necesite más de lo que llega a darse cuenta.

Rick Newman