Un paseo por Computerspielemuseum, el museo de videojuegos de Berlín
Como probablemente ya sabrás, Berlín es una ciudad fascinante llena de historia y repleta de museos fascinantes -¡si hasta tiene una isla bautizada como la isla de los museos! Lo que quizás desconozcas es que en la multicultural capital alemana existe hasta un museo de los videojuegos. Lo que estás leyendo. El Computerspielemuseum supone un maravilloso paseo por la historia de las videoconsolas y los juegos de PCs en el que disfrutarán tanto pequeños como grandes. ¿Te apuntas a un paseo por su interior?
Situado en la mítica avenida Karl-Marx-Allee de Berlín, el Computerspielemuseum tiene su curiosa historia. El recinto se inauguró en el año 1997 y durante tres años estuvo mostrando una interesante exposición permanente para deleite de miles de visitantes. En el año 2000, sin embargo, cerró sus puertas; el museo pasó a convertirse en una exposición online, que podías visitar solo virtualmente, a través de internet.
Por suerte, en 2011 el museo reabrió sus puertas y a día de hoy sigue permitiendo la entrada a todo aquel que quiera disfrutar conociendo un poco más de historia, asistiendo a exhibiciones temporales especiales y viendo (además de probando) de cerca multitud de cacharros, algunos de ellos que son hoy una auténtica reliquia.
En sus pasillos podrás encontrar así dispositivos de todo tipo, desde la computadora Sinclair ZX81 (comercializada a principios de los años 80) a una Xbox One actual, pasando por la Commodore Amiga o por recreativas como la que ves sobre estas líneas, con el sistema Neo Geo System.
También tienes al alcance de la vista (que no el tacto), piezas de colección bastante codiciadas como una Apple II firmado por Steve Wozniak o hasta un cartucho del mítico juego “E.T.: The Extra-Terrestrial“ -sí, ese que Atari lanzó para su Atari 2060 y cuyas copias acabó enterrando en un vertedero de Nuevo México por el sonoro fracaso que supuso su comercialización.
El museo incluso cuenta con zonas ambientadas que representan distintos rincones de una casa antigua, con un saloncito en el que poder jugar al “Pong” sentado en el sofá y un cuarto infantil para hacer lo propio con la computadora de turno. Todos estos espacio están disponibles para los visitantes, que pueden echar las horas muertas con las manos en el teclado o los mandos y la vista puesta en una auténtica TV de tubo.
Si estos espacios no te convencen, siempre puedes entrar también en la zona Arcade. Un apartado con luces tenues, aire ochentero -cualquiera diría que va a aparecer allí alguno de los protagonistas de “Stranger Things“- y una decena de recreativas te esperan con multitud de juegos para que te entretengas solo o acompañado.
La diversión no acaba aquí. Además de multitud de archivos en papel (entre los que destacan bocetos de dibujos o correspondencia del principios del siglo XIX en la que se demuestra que se jugaba al ajedrez por correo ordinario) y algunos vídeos de documentales, el museo cuenta con algunos juegos extra bastante llamativos, como un joystick gigante (casi del tamaño de un niño de unos 10 años) para jugar a “Pac-Man“, una plataforma de baile y hasta una… PainStation.
No, no has traducido mal su nombre. Se trata, efectivamente de una estación del dolor donde se juega a una especie de “Pong” con una condición bastante especial: si pierdes, recibes un castigo físico, que puede ser calor en la palma de tu mano, una descarga eléctrica (de bajo voltaje) o repetidos golpes con un pequeño látigo. Antes de jugar incluso debes firmar un documento, en el que aseguras ser adulto y no tener ningún tipo de dolencia que pueda verse agravada por estas “consecuencias físicas”.
En caso de que te interese la visita, debes saber que el Computerspielemuseum abre todos los días de la semana de 10 de la mañana a 8 de la tarde. Su precio es de 9 euros por persona (7 euros si entras a partir de las 18:00) aunque ofrece diferentes tipos de descuentos, según la edad, si se va en grupo, etc.
El museo cuenta con zona de taquillas para dejar chaquetas o bolsos y una tienda con bastantes productos muy diversos, como láminas, libros, muñecos y demás merchandising. Todo un templo friki, sí, señor.